Era obvio que este libro pasaría tarde que temprano por mis reseñas. Es uno de los pocos libros que todavía puedo disfrutar de Laura Gallego sin fruncir demasiado el ceño ante su única voz narrativa y, probablemente sea por amor ciego, que me sigue gustando casi igual que la primera vez. Si siguen el blog saben que, a pesar de que Laura Gallego es una de las autoras más reseñadas aquí últimamente rara vez le tocan halagos. De hecho, el último libro que leí de ella fue una decepción tan profunda que no he tenido muchas ganas de ponerme a buscar su nuevo libro. Aun así, esta vez vengo a darle un poco de redención (o algo así) y a hablar de Dos Velas para el Diablo.
Esta es la única vez que Laura Gallego ha narrado algo con una voz narrativa que no es esa tercera persona rara que pretende convencerte de que se puede adecuar a la voz de cualquier personaje y en vez de eso acaba pareciendo robótica. Ni esa voz que, tarde que temprano, desvela detalles importantes que tanto está intentando mantener en secreto... (sin demasiado esfuerzo, lo que vuelve los libros de Laura muy predecibles hasta cierto punto). No, aquí se decidió por la primera persona. Una primera persona horrorosamente explicativa, pero primera persona al fin y al cabo y además que le cuenta todo lo que sabe a los lectores: absolutamente todo. Y también nos cuenta lo que cree. Así que descubrimos las cosas a la misma velocidad que Cat, la protagonista. ¿Hablamos de ella?
Cat es una chiquilla, cabello castaño, normal, que lleva una espada angélica colgada al hombro y cara de malauva. Lo de la cara de malauva lo supongo porque no es exactamente el alma de la fiesta. Es una de esas protagonistas que, ¡gracias a Dios!, no se describen en la primera escena en la que se ven al espejo (escritores, ¿por qué lo hacen?, pregunta seria). Como personaje me gusta mucho, porque no es alguien con quien los lectores se puedan identificar (que alcen la mano las hijas de ángeles que quieran vengar a su padre, ¿nadie? Lo sabía) y además no es agradable. Al narrar tiene la actitud (o aparenta) de una persona bastante desagradable y muy passive-agressive. A la hora de actuar es tan contradictoria que seguirle la corriente o darle la razón (por mucho que en su narración parezca estar buscando la aprobación para lo que hace) es increíblemente difícil. Aun así, es un buen personaje. Bien construido (cosa que le reconozco a Laura Gallego: sabe construir personajes), con una personalidad definida que, sí, evoluciona a lo largo de la historia, lo que vuelve a Cat, sino menos malauva, si más reflexiva antes de hacer tonterías.
¿Qué otros personajes hay? Bueno, Angelo, que sigue la estela infinita de la descendencia de Kirtash. Algo realmente lamentable. Podría ponerme a enumerar los Kirtash de Laura Gallego: el original, de Memorias de Idhún; el que era una copia literal, pero en un mundo futurista y hacker (Las hijas de Tara), el que no renunció a sus deberes por amor, pero era igual de creepy (Saevin, Crónicas de la Torre) y finalmente... Angelo, el co protagonista de esta historia y el mejor parado de todos los anteriores. Sigue esa secuencia de chico con sex-appeal, atractivo, pero no modelo de revista especialmente, medio sarcástico, curioso, etcétera. La diferencia entre él y los demás idiotas de arriba es que Angelo no es un adolescente en la edad del pavo. Y, ¡gracias al Dios en el que no creo!, se le nota. También bien construido, quizá con el propósito de hacer que se le caigan las bragas a las chicas, pero no a Cat y creado como algo más que un interés romántico. Eso sí, tiene el ego de todos los anteriores: tendencia a creerse la última chela del estadio y también para creerse superior por tener, ¿qué se yo?, ¡más de dos millones de años!
Pero, como Cat, también evoluciona, todo hay que decirlo. Y lo hace bien, sin volverse puro cual ángel ni ninguna de esas tonterías cursis que, ¡es un demonio por Merlín!
¿Trama? Pues. Existe una. Como es común en Laura, la trama avanza y parece que ella, como escritora, estuvo un rato dando palos de ciego. Al final, sin embargo, para mi gran alegría, se las arregla para unir casi todos los cabos sueltos, haciéndonos sentir que no estaba dando tantos palos ciego todo el tiempo. Lo único malo es que para que la trama vaya avanzado y entendamos a Cat, tenemos que sufrir un montón de cháchara sobre angeología y demonología. Las explicaciones son muchas, uno se puede pasar dos páginas esperando que la historia avance y entiendo que a muchas personas eso las desespere, porque no todos son unos ñoños de la demonología y la angeología como yo. ¿Texto explicativo? Sí. Mucho. ¿Acción? Gracias a Jehová (me dieron ganas de cambiar de Dios, caray), sí, bastante.
Otro punto en favor del libro es que se aleja de todos los clichés de los ángeles y los demonios en la literatura juvenil más actual y trata de manera bastante acertada el tema religioso (si a mí que soy más atea que las rocas en mi jardín no me hizo alzar los ojos, todos los demás estarán bien, espero). El tema es original y los dilemas morales están muy bien tratados en el libro, sobre todo cuando se habla del bien y el mal, un tema increíblemente recurrente cuando se habla de ángeles y demonios.
Ya saben, este es, para variar, un libro que sí recomiendo de Laura. ...more
La primera vez que leí los libros de Memorias de Idhún, unos tabiques de cuidado que me compraron para que me tardara en leerlos, no tenían aun mucho tiempo en México y, de hecho, el ultimo de la trilogía, tenía apenas tres años de publicado. Eran todavía la novedad y yo acababa de conocer a Laura Gallego y todo libro que tuviera un poco de magia me entusiasmaba mucho. Mucho, pero mucho tiempo después los releí para ver si realmente se merecían estar entre mis libros favoritos y pues me encontré con algo que no recordaba exactamente. Una buena trilogía, sí, pero quizá no una obra maestra como quise ver en un principio.
Para empezar, Idhún es un mundo fantástico increíblemente cuidado, que nos presentan muy lentamente. Nada de sopetón, no. Aprendemos al mismo tiempo que Jack, el protagonista, que se topa con que hay algo especial en él cuando, una tarde tienen un presentimiento y corre a casa sólo para encontrarse con que sus padres han sido asesinados por un misterioso chico poco mayor que él con unos ojos azules hipnóticos. Sin embargo, antes de que tenga oportunidad de matarlo a él, aparecen dos jóvenes que lo rescatan, Alsan, un caballero, y Shail, un mago y lo llevan al Limbad, un pequeño mundo intermedio entre Idhún y la Tierra. De un momento a otro, nos preguntamos mil cosas: ¿por qué el chico de los ojos azules quería matar a Jack?, ¿qué demonios es Limbad?, ¿qué demonios es Idhún o qué demonios tiene que ver Jack con todo eso? y, finalmente, ¿por qué parece estar tan traumado que no reacciona ante la muerte de sus padres con suficiente emoción? No, en serio, esa duda todavía me carcome. Durante los primeros capítulos, cada que el narrador narra desde el punto de vista de Jack, tiene severos problemas para retratar esa emoción en particular, quizá porque ni siquiera los lectores podemos sentir pena por los padres asesinados: ni siquiera los conocíamos. Pero dejando de lado esos detalles, la historia fluye.
Así que, poco a poco, vamos averiguando que es Idhún y por qué el portal que va hacia Idhún está cerrado: hace algún tiempo, los tres soles y las tres lunas de Idhún salieron al mismo tiempo y Ashran, el Nigromante, uso la magia de la conjunción astral para matar a todos los unicornios y a todos los dragones de Idhún y, al mismo tiempo, abrirle la puerta a los sheks, horribles y mortíferas serpientes aladas que, desde entonces, gobiernan Idhún. Y allí, el Limbad, está la resistencia formada por un mago, Shail, un caballero, Alsan y un niña de la tierra que puede hacer magia para curar: Victoria. Una resistencia bastante penosa, porque, aunque su misión parece ser evitar que Kirtash siga matando a los Idhunitas exiliados en la tierra, además de buscar un báculo mágico, un unicornio y un dragón, les va bastante mal.
El primer libro es un poco lento, al menos en comparación con los demás, pero acción y descubrimientos no le faltan. Tampoco romance, por supuesto. El desarrollo de los personajes se va apreciando conforme la historia avanza: Jack va camino a convertirse en un caballero, o al menos un buen espadachín entrenado por Alsan, Victoria… bueno… ella no cambia mucho. A decir verdad, no cambia casi nada en tres libros, sólo se limita a estar allí y a participar en las escenas románticas y de Acción. Aunque, por supuesto, el cambio más evidente y menos explicado de toda la trilogía lo tiene el misterioso (y guapo) asesino de los ojos azules: Kirtash. Cuando releí la trilogía no sabía si era un personaje hecho para agradar a la una gran parte del público femenino (la que no estaba demasiado impresionada por los ojos verdes y los pelos rubios de Jack) o simplemente era un intento fallido del chico malo. Eso no hizo que me dejara de gustar menos, pues Kirtash, después de su desarrollo extraño en el primer libro, acaba volviéndose un personaje con los objetivos más congruentes y más humanos que casi todo el mundo en la saga.
Conforme avanzan los libros, vamos conociendo a más y más personajes, pareciera que sería imposible recordarlos a todos, pero Laura Gallego sabe crearlos bien, de manera que sus lectores los recuerden, aunque sea por rasgos muy típicos. Hay hadas buenas y hadas malas, como Gerde, sheks que están con Ashran y sheks que sólo se apoyan a sí mismos, celestes de piel azul que poseen el poder de la empatía y son los que más han sufrido con la guerra, reinos humanos que, poco a poco, se han ido rindiendo a Ashran, el Nigromante (un sobrenombre al que, sinceramente, no hace justicia), yans que habitan el desierto del sur que hablan muy rápido, tienen la piel morena y se cubren el rostro y gigantes al norte a los que la guerra les da exactamente igual: ellos siguen en lo suyo. Es un mundo que tiene un ambiente medieval muy bien desarrollado, que no necesita hacer uso de muchas criaturas ya conocidas o popularizadas por Tolkien (elfos o trolls, por ejemplo), para sostenerse en pie. La originalidad siempre se agradece.
Laura Gallego también sabe resolver los líos en los que mete a sus personajes sin hacer uso de recursos como los deux-ex-machina, donde el autor simplemente salva a todos por arte de magia y cada una de las seis partes de la saga (cada libro está dividido en dos partes) tiene un final redondo para la mayoría de los problemas que los personajes enfrentaron en esa parte, dejando las interrogantes justas para seguir avanzando en la historia. A veces, sin embargo, no queda demasiado claro hacia donde pretende ir con algunas escenas y el tercer libro está, directamente, lleno de relleno en algunas páginas. Acaba resolviéndolo todo de manera más o menos satisfactoria, pero estoy segura de que el tercer libro, mínimo, podría tener cincuenta páginas menos.
Y mientras que, en estos libros, la acción y la fantasía son el fuerte de Laura Gallego… las relaciones amorosas entre los personajes son las que sufren un poco. Algunas nacen de la nada y otras cuando, llevan dos libros y medio de desarrollo sufren un retroceso y acaban explotando por una taque de celos, cuestión con la que, creíamos, Laura Gallego había lidiado capítulos y capítulos atrás.
La manera de presentar la relación entre los personajes parte de una premisa interesante, sin duda. Tenemos un triángulo amoroso que no se resuelve por una elección dolorosa y ninguno de los chicos en los extremos manipula a la chica de manera abusiva para que lo elija a él. De hecho, los dos protagonistas chicos, Jack y Kirtash, están decentemente desarrollados (aunque llegan a existir ciertas escenas donde parece que les hicieron lobotomía) y sus objetivos son claros a lo largo de la saga; se convierten en personajes interesantes porque son contrarios y tienen que aprender a tolerarse, así que vemos el desarrollo. Victoria, la chica, por el otro lado… diría yo que es un caso perdido, pero tengo que reconocerle, que, de los tres, es quien está dispuesta a llegar más lejos por quien dañe a alguien cercano a ella, incluso si lo hace alguien a quien ella ama, lo que le da una moral que valdría la pena desarrollar y unos objetivos inconscientes que la hacen parecer menos plana. Lejos de eso, no tiene nada más.
La narración tampoco ayuda mucho, Laura Gallego tiene una sola voz narrativa, incapaz de seguir el ritmo de todos los puntos de vista con los que nos bombardea. Puede mostrarnos las emociones más profundas de sus personajes, narrar la acción y hacer buenas descripciones del mundo en donde estamos parados, pero no hay una distinción clara entre un personaje y otro. La diferencia más clara se ve entre los protagonistas, Jack y Kirtash que son polos opuestos y suenan exactamente igual (y la cosa no varía en el resto de los libros de Laura, con la sola excepción de Dos velas para el diablo).
A pesar de sus defectos, Memorias de Idhún tiene muchas cosas que vale la pena rescatar y es una saga entretenida. Si les gusta este tipo de fantasía y están dispuestos a leer estos tabiques, definitivamente, recomiendo que lean los libros porque no son libros que aburran. Me hubiera gustado que Laura aprovechara un poco más pata ahondar en la moral de sus personajes y los desarrollara más en ese sentido, en vez de hacer una distinción tan clara entre bueno, malo y neutral como la que nos presenta, pero bueno, a lo mejor le estoy pidiendo peras al olmo.
Esta no es una reseña. Es más bien una entrada con muchos chistes, quejas y alguno que otro meme. Es algo que parece una reseña de lejos. Si no se fijan mucho. Bueno, vamos a dar un poco de contexto primero. Memorias de Idhún es la trilogía más famosa de Laura Gallego (bueno, lo era cuando yo la leí, ya no sé que les gusta a los niños en esta época) y era un referente de la literatura fantástica juvenil en español porque era un best-seller y todo el mundo más o menos la conocía. Lo protagonizaba un trío de adolescentes medio pendejos (que a mí me parecían maravillosos y listísimos en esa época), los tres muy guapos. Además el mundo en esos entonces era muy heterosexual todavía y la gente se la pasaba que si Team Kirtash o Team Jack (prefiero a Kirtash, si quieren saber). La historia trataba de que Idhún era un mundo fantástico en donde un nigromante aprovechó una conjunción astral y se hizo con el poder. Mató a dragones y a unicornios, pero quedaron dos supervivientes que fueron enviados a la tierra y luego la resistencia a buscarlos para que puedan cumplir la profecía de derrotar a Ashran. Y ahí empieza el libro. Les juro que pensé muchísimas cosas mientras lo leía.
Cuando tenía trece años decía que eran mis libros favoritos (tenía el gusto en el culo, no me critiquen demasiado) porque obviamente no veía todos sus defectos. Ahora lo leí y puedo decir que tiene cosas muy innovadoras para su época pero que la narrativa de Laura Gallego es criminal en muchos casos, que hay varias oportunidades desperdiciadas y que, bueno, me divertí muchísimo porque hice muchos memes sobre la historia. Acá les va una lista de todo lo que pensé. Aviso de spoilers no muy grandes, tengan en cuenta que esta saga se publicó hace añísimos y todos en tuiter España (especialmente) la han comentado y desmenuzado.
1. Me parece una lástima que Victoria sea tan carente de... todo. No es su culpa, pero para ser un personaje tan importante como dice el libro, la voz narrativa la trata muy mal. Es más un aluminio en el que se reflejan Jack y Kirtash, la healer del equipo y la chica compasiva. Lo último no es un problema si no fuera porque fuera de unos pocos momentos (sobre todo cuando se relaciona con Shail) no existe fuera de lo que significa para Jack y para Kirtash (o de lo que ellos significan para ella). Es frustrante porque es un personaje con un potencial super OP y verla sólo danzar entre dos chicos muy pendejos es ver a la narración desperdiciar su potencial (que no me lo tomen a mal, me encanta el romance en estos libros, pero quiero más).
2. Jack me cae mal. Lo recuerdo muy vívidamente. Lo odio. Le hago bullying a cada oportunidad. Es más, en el chat de la lectura conjunta ya me conocen porque odio a Jack. El caso es que cuando estaba en la secundaria era muy visceral mi odio y ya por fin pude ponerle razones: es que es un idiota. La resistencia se compone de un paladín, un mago, una healer y un pendejo. Adivinen cuál es el papel de Jack. Eso es culpa de la narración, por supuesto. Fuera de ser una cara bonita, Jack siempre toma las peores decisiones de la vida y aunque algunas le explotan en la cara de manera muy satisfactoria, otras nunca lo hacen y de repente la gente le dice que es listo. PERO QUE NO ESTÁN VIENDO LO QUE YO, SI ES QUE LA NARRACIÓN LO TRATA COMO IMBÉCIL. Ya, ya me calmo.
3. Kirtash es un adolescente emo rebelde lleno de bullshit que se dedicaría a shitpostear en tumblr si no tuviera que matar idhunitas. Es algo ridículo, se los juro. Lo quiero mucho, pero el niño me hace preguntarme demasiado seguido si no es demasiado edgy. Entiendo la idea de hacerlo como es y por qué me fascinó tanto a los trece años, pero ahora además de todo me hace reír. Soy incapaz de tomármelo en serio, a pesar de lo en serio que se toma él y eso es un punto bueno a favor del libro. Me hace reír muchísimo porque lo reconozco como el adolescente que es y no como el mini adulto que cree que es. En fin, eso de los tres protagonistas.
4. A Laura le pasa un poco lo que a los escritores de shonen frustrados por lo gay de sus mangas. Las interacciones entre sus personajes masculinos, amigos o enemigos, son tan pero tan pero tan pero tan profundas y viscerales y más desarrolladas que otras (que las que tienen con las mujeres, especialmente si no son Victoria, porque los personajes femeninos relevantes de La Resistencia los cuento con los dedos de una mano y me sobran) que yo me dediqué a shippearlos a todos para desgracia de los señores que se quejan de que lo hago. Lo cual me lleva a que es muy cobarde no haber hecho al trío realmente un trío, si Laura tenía el material ahí. El fanfic Jack/Kirtash se escribe solo. (A pesar de todo, Memorias de Idhún sigue siendo una saga juvenil que presentó otras formas de romance lejos de la monogamia y más o menos le funcionó, puntos de innovación ahí).
5. Laura Gallego no sabe usar los puntos suspensivos. No es su único problema narrativo, pero es el que más odio. Me cagan los puntos suspensivos. Yo tengo un odio especial contra ellos porque la gente no sabe usarlos en la voz narrativa (y es que, si tienes un narrador omnisciente y luego lo haces dudar con puntos suspensivos y lo cortas, pues no queda muy omnisciente, funciona mejor para testidos o narradores con un sólo punto de vista). Yo no los uso nunca con mis narradores, no me gusta, pero sí me resultan muy útiles para los diálogos y las peleas, pero es que Laura Gallego ni allí. Sus diálogos suenan forzadísimos, cero naturales y las pausas que marca con los puntos suspensivos están mal. Les prometo que voy a hacer una entrada sólo sobre ellos porque me la pasé el libro gritando que estaban mal puestos todos.
6. Si lo leyera ahora mismo por primera vez, no me gustaría. Me haría reír (como me hace reír Hush Hush u otros libros malos que me entretienen pero no me enojan) pero fuera de eso nada. Me encantaría la tensión sexual entre Jack y Kirtash de la que Laura Gallego nunca parece darse cuenta. Pero no más. Creo que haberlos leído en la adolescencia fue una experiencia totalmente diferente porque, en parte, me abrieron los ojos a otro tipo de relaciones fuera de la monogramia (y los fanfics se encargaron de enseñarme otras cosas sobre representación). Así que si ahora lo leo por las risas y me divierto es porque lo conocí de adolescente.
7. Shail y Alsan están casadísimos. El segundo, por otro lado, me cae mal. Sin explicaciones, sólo no me da buena espina.
8. Allegra d'Ascolli y Gerde merecen más atención. Sé que en el siguiente libro se las dan, pero si en este apenas hubo espacio para Allegra, lo de Gerde es penoso. Lo único que sé de ella es que es una cabrona seductora y es una hechicera poderosa a la que le gusta Kirtash, pero nada más. De nuevo, me da un poco de rabia que tantas mujeres en estos libros empiecen definiéndose con base en sus relaciones con los protas masculinos (que lo de Gerde luego es maravilloso, evoluciona increíblemente, pero de todos modos como empieza no deja de hacerme rodar los ojos porque a los veinticuatro años ya no tengo tiempo para estas tonterías). En fin, sobre las mujeres de Idhún hablaremos un poco en Triada y en Panteón, donde tienen más espacio para desarrollarse según recuerdo. Aquí sólo dejo ese apunte.
9. La resistencia está lleno de milagros convenientes para la trama. Tantos que al quinto yo sólo estaba rodando los ojos al infinito. No me queda claro como funciona la magia porque cambia según la conveniencia de Laura (detalles menores, pero que de todas maneras me irritan porque es muy obvio que es a conveniencia de la traman y costaría menos de dos líneas poner cualquier explicación pendeja de por qué funciona así).
Nos vemos en la lectura de Triada. En un mesesito y algo, no sé. Vamos de a tres o cuatro capítulos por semana y lo agradezco porque la verdad es que no tengo muchas ganas de soplarme estos libros a velocidad. Mejor con calma para ir admirando su ridiculez....more