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mamíferos de Chile
marsupiales, quirópteros, edentados y roedores
por
Editor científico:
CAYANA
N°40 zoología 1978
í
Los
pequeños mamíferos
de Chile
© Universidad de Concepción, 1978
Inscripción N° 48404
IMPRESO EN CHILE
PRINTED IN CHILE
Los
pequeños mamíferos
de Chile
(marsupiales, quirópteros, edentados y roedores)
GA Y ANA
zoología N°4o
Editorial de la Universidad de Concepción, 1978
2
índice
Orden MARSUPIALES i i
familia Didelphidae i i
subfamilia Didelphinae 1
eleyans (Water.) I2
eleyans elegans (Water.) I2
elegans coquimbensis Tate 1
subfamilia Microbiotheriinae 25
género Dromiciops Thomas 25
australis (F. Philippi) 25
australis australis (F. Philippi) 25
australis gliroiJes Thomas 25
Familia Caenolestidae 38
género Rhyncholestes Osgood 38
raphanurus Osgood 38
Ord'^n QUIRÓPTEROS 40
familia Desmodontidae 40
género Desmodus Wied 40
rotundus (Geoffroy) 41
rotundus rotundus (Geoffroy) 41
familia Vespertilionidae 65
género Myotis Kaupp 65
subgénero Selysius Bonaparte 66
chiloensis (Water.) 66
chiloensis chiloensis (Water) 66
chiloensis arescens Osgood 66
chiloensis atacamensis (Lataste) 66
familia Molossidae 95
género Tadarida Rafinesque 95
brasiliens (GeofFroy) 95
Orden EDENTADOS
rsuperfamilia Dasypodoidea*
familia Dasypodidae
género Chaetophractus Fitzinger
nationi (Thomas)
Orden ROEDORES
Suborden MYOMORPHA
^ familia Cricetidae
m género Oryzomys Baird
longicaudatus (Bennett) . . . .
megalonjx (Water.)
megalonyx megalonjx (Water.)
megalonjx alleni Osgood
megalonyx delfini (Cabrera)
megalonyx macromyx (Thomas)
megalomyx microtis (Philippi)
megalomyx vestitus (Thomas)
Bibliografía 323
índice alfabético de nombres científicos 333
índice alfabético de nombres vulgares 342
Nota del Editor
por el Dr. Guillermo Mann, efectuada por su viuda. Profesora Hildegarde Zapfe,
en beneficio de nuestro departamento, hemos recibido para su publicación el ma-
nuscrito de Los pequeños mamíferos de Chile que el Dr. Mann terminó antes de su fa-
llecimiento. La publicación de este manuscrito encuadra perfectamente dentro
del espíritu de esta obra de recuperación del patrimonio intelectual biológico de
Chile, y nos llena de legítimo orgullo.
En este trabajo se ha contado con la colaboración de las siguientes personas: la
profesora Hildegarde Zapfe, quien revisó v autorizó el manuscrito definitivo; el Dr.
Roberto Donoso-Barros, quien elaboró los textos sistemáticos necesarios para dar
continuidad a la obra; el profesor Señor Hugo Moyano-González, bajo cuyo patro-
cinio se efectuó el proyecto de "recuperación del manuscrito"; los señores Vice-
rrector de Investigación de la Universidad de Concepción, Dr. Ricardo Reich, y el
Director del Instituto de Biología, Dr. Osear Matthei, quienes lograron el apoyo
económico suficiente para su publicación, el señor Tomás Cekalovic y la Srta. Elvira
Solar, que colaboraron en la confección de la bibliografía, y la Sra. Edita Cid que
colaboró en la ejecución del índice cruzado.
Esperamos continuar en esta labor, por tantos años descuidada, y lograr la
|:
I
Advertencia
El manuscrito de la presente obra, se recibió con múltiples correcciones manua-
les efectuadas por su autor. Preparar el manuscrito para la imprenta significó
interpretar el sentido de esas correcciones e incluirlas en el texto. He tratado en
todo caso de mantener el espíritu y el estilo del autor.
El no posee bibliografía ni índice, los que lueron confeccionados por
original
el editor basados en la información que proporciona el propio autor (citas en el
ORDEN MARSUPIALES
Se caracterizanesencialmente por sus insectívoros, aunque incluyen en su dieta
crías que nacen con estado embrionario hábitos detritófagos. Las especies se
poco avanzado, continuando su gesta- agrupan en las familias Didelphidae y Cae-
ción externamente ya sea en repliegues nolatiJae, ambas representadas en el te-
de la piel abdominal o bien adheridos fuer- rritorio de Chile.
temente a los falsos pezones del área ma- El cráneo de los marsupiales chile-
maria de sus madres. nos se carateriza por tener más de cuatro
En su organización general llama la pares de incisivos entre los caninos, lo
atención la retención de organizaciones cual los separa de los carnívoros con
muy primitivas como la existencia de tres pares de incisivos como máximo en-
una cloaca, la, existencia de genitales tre los caninos.
divididos, comodideUismo uterino v
el
FAMILIA DIDELPHIDAE
I
Reúne varias especies sudamericanas. Se ros a Marmosa v Microbiotheriinae
encuentra dividida en dos subfamilias. cual pertenece Drorniciops.
Didelphinae, que reúne entre otros géne-
í
D SUBFAMILIA DIDELPHINAE
nuestro país son miembros del subgénero Dorso de color grisáceo . . M. e. elegans
Thylarnys.
D MARMOSA ELEGANS ELEGANS
( Waterhouse)
m GENFRO/l//IRyW0S/lGRAY
1894 Didelpbjs soricina Philippi Arch.
1821 Marmosa Gray London Medie. Re- Naturg. 60 (I): 36, Pl. 4, fig. i-ia.
pos.: io8. Especie t'ipoiDidelphis 1919 Marmosa (Thvlamys) elegans elegans
murina Linnaeus. Cabrera Gen. Mammal. Mars. 40: :
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Reid, 1837, cita por primera vez un "marsupial de Valparaíso", Didelphis bortensis.
Sin descripción
y por ello considerado »nomen nudum".
Waterhouse, i 839, describe Didelpbis elegans, de Valparaíso.
Waterhouse, 846, ofrece notas y descripción referentes a Didelpbis elegans.
i
CARACTERES DISTINTIVOS:
186
Fig. 2
Glándulas salivales
hiperdesar rolladas,
características de
Marmosa elegans.
Fig. 5.
y los especímenes sureños, con pelos ventrales de base gris, responderían final-
mente a la subespecie M. e. soñcina Philippi. Sin embargo resulta posible reconocer,
según los hallazgos de Mann (1950), una estrecha relación entre todos los indivi-
duos de dorso grisáceo de la especie Marmosa elegans en contraposición a un segundo
grupo que incluye a los representantes más bien leonados de la cordillera de Co-
quimbo y Atacama, nítidamente separado en un conjunto propio. De acuerdo con
esta posición ocupa M. e. elegans toda la zona costera y el valle longitudinal de
Chile, desde Valdivia hasta Arica, avanzando en las regiones australes aun sobre
los contrafuertes andinos (2.000 metros sobre el nivel del mar). M. e. soricina, de
Valdivia, representa muy probablemente —
y según este punto de vista sola- —
mente una variación fluctuacional de la forma típica, cuya coloración más obs-
a
cura (nigrística) debe interpretarse como respuesta del individuo a la baja tem-
peratura y elevada humedad de su ambiente. Acepción que hemos visto corroborada
por la observación de ejemplares cautivos cuyo pelaje se obscurece en jaulas
frías y húmedas. Consecuentemente no corresponde un nombre científico propio
Costa, y las zonas vecinas del litoral marino. Los individuos de esta región presentan
ya un aclaramiento manifiesto de su pelaje. En los dominios del Norte Grande
aparece finalmente la ))yaca« confinada a los valles irrigados, que habita desde
la desembocadura de los ríos en el océano, hasta unos 2.000 metros de altura.
Todos los individuos recolectados en esta zona (Mann, 1950) llaman la atención
tanto por su dorso de un delicado gris perla muy claro, como por su reducido ta-
maño total.
En los valles transversales de la cordillera de las m y iv regiones de Atacama y
Coquimbo (Valle del Carmen, Valle del Tránsito, Valle del Elqui), se ve reempla-
zada la forma típica (M. e. elegans) por una yaca de color parduzco muy pálido (Ai.
e. coquimbensis), que revela estrechas relaciones de semejanza con yacas argen-
tino-bolivianas (M. e. pallidior). La existencia de pasos cordilleranos más bien
Fig. 4
Marmosa ele¡jans
en celo, se observa el
gran desarrollo
testicular.
Fig. 5. Corte lateral
de Marmosa eíegans
durante el celo. El
gran desarrollo de la
bajos enzona limítrofe chileno-argentina de este sector, daría las bases oro-
la
% :.
mente durante el transcurso de su primer año de vida. En los machos se revela esta
condición por un aumento de volumen de sus testículos, cuya cubierta toma un
notable color azul, debido a las gruesas capas de pigmento subyacentes (Fig. 4).
Conjuntamente aumenta en esta época también la próstata, que tiende a rechazar
el resto de los órganos abdominales contra las paredes, ocupando gran parte de
sólo alcanzan a esta cantidad (Fig. 7). La muerte de los neonatos supernumerarios
es muy característica también en otros marsupiales (Hartmann, 1929). Cada una
de las crías se fija, por unos días, de un modo indisoluble a su tetilla propia, con
cuvo reborde se sueldan sus labios (Fig. 8 ).
La hembra construye, para el cuidado de su prole, un nido confortable de pelos
y briznas alojados ya bajo rocas, ya en el interior de nidos abandonados de aves,
ya finalmente entre los ramajes de los árboles. Bajo esta última circunstancia se
observa un nido esférico, provisto de una pequeña abertura de entrada.
Fig. II.
Pulgar oponib|e de
Marmosa eleaans.
Fip. I 2.
•9
I
Fig. I i
Fig. 14
Cola de Murmoía
ele¡jans, engrosa
do y luego de
consumir su grasa.
su vida de relación los estímulos del sentido olfatorio, complementados por una
fina sensibilidad táctil, visión bien desarrollada y avanzadas capacidades auditivas.
Un hocico largo v aguzado que alcanza aun a remedar a una trompa, revela la
extensión de las fosas nasales, asiento de la mucosa pituitaria, cuya superficie de
implantación se ve todavía aumentada por el extraordinario enrollamiento de las
Los estímulos táctiles son recibidos por largas vibrisas, que flanquean al
hocico en forma de un amplio bigote de pelos sensoriales.
La función visual cuenta con grandes ojos, específicamente adecuados para
la visión crepuscular, única modalidad importante en la vida nocturna de Marmosa.
Fig. 15. Ovario de Marmosa ele¡jans, corte histoló- Fig. 16. Corte histológico de la doble vagina de
gico. Marmosa elegans.
I
Fig. 17. Vista dorsal v ventral de un cráneo y maxilar de Marmosu elegans. tn recuadro, organiza-
ción dentaria
Fig. 18.
Ambiente de Marmosa
elegans.
J- • >"• .^:mJ;.
^
Fig. 19.
Fig. 20.
23
I
M. e. elegans
M. e. coquimbeo-
M. e. soricina
Í.Í,
SUBFAMILIA AÍICROBIOTHERIINAE
guida. australii
894 Didelphjs australis F. Philippi Mag. Nat. Hist. (6) 14: 187.
Anal. Univ. Chile 86:31. Pl. Loca Localidad tipo: Huite, Chiloé.
lidad tipo: La Unión, provincia 1943 Dromiciops australis gliroides Osgood.
Valdivia. Field. Mus. Zool. 30:50.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
E. Philippi ( 1893), describe Didelphjs australis. de La Unión (Valdivia).
Thomas (1894), crea el género Dromiciops y describe D. gliroides (hoy: D. australis
gliroides Th.), de la isla de Chiloé.
25
Thomas (1919), reconoce a DiJelphys australis Philippi como especie del género
Dromiciops.
Krieg (1924), aporta datos biológicos referente a D. australis.
Osgood ( 194J), se refiere a caracteres y distribución de D. a. australis y D. a. ¡jliroides.
Sobre la frente y alrededor de los ojos se dispone, al igual como en Marmosa elegans,
un dibujo en máscara, de pelos muy obscuros, negruzcos.
F.n las hembras grávidas, aparece, con las postrimerias de la gestación, una
zona de pelos de color rojo acanelado, sobre el área marsupial, que se observa durante
toda la lactancia recordando los acontecimientos similares que se desencadenan en
algunos individuos de Marmosa elegans.
Fig. 2 5.
27
un sobreviviente de la familia Microbiotherinae, hasta aqui considerada como ex-
tinta.
supial ha contraído lazos indisolubles con el bosque austrochileno, bajo cuyo abrigo
ha debido cobijarse desde sus primeros albores. Con el retroceso de estas selvas
hacia el Sur y a medida en que el Norte y el Centro se vieron invadidos por matorrales y
arbustos, acompañados por su comadreja propia Marmosa elegans, debieron desa-
parecer también simultáneamente las posibilidades de existencia para el monito
del monte en estas regiones septentrionales de Chile. Su zona de vida, antaño muy
amplia, se ve reducida de este modo en la actualidad a los bosques higrófílos australes.
Llama ahora grandemente la atención que los individuos de D. australis en la isla
de Chiloé presenten caracteres morfológicos definidamente distintos de la organi-
zación propia a la forma continental. Esta diferenciación genética de ambas po-
blaciones, topográficamente aisladas en ambientes de constelación ecológica
enteramente similar, viene a aportar una prueba fehaciente para la remota anti-
güedad de esta especie en Chile. Solamente una larguísima historia evolutiva pudo
lograr ese neto resultado de diferenciación mutacional, que marca hoy en día a las
poblaciones continentales e insular de Dromiciops. Como caracteres distintivos
entre ambas razas geográficas llama mayormente la atención el color muy obscuro
y la cola corta de la subespecie insular designada como D. a. gliroiJes Thomas.
Fig. 2b
y"V '
para la vegetación dominante. Cabe tener presente, sin embargo, que esta acción
social es insignificante y se diluye en el concierto fabuloso de las coacciones verda-
28
deramente importantes que gobiernan al devenir de los ciclos bióticos en las selvas
australes.
Fnemigos predadores de Dromiciops son escasos en su ambiente natural. Del
mismo modo como otros pequeños marsupiales goza, también este género, de la
protección pasiva que le brinda el sabor fuerte y agresivo de sus glándulas cutáneas.
A despecho de esta situación favorable nos encontramos con una población redu-
cida del monito del monte, que nos viene a indicar entonces una labilidad pronun-
ciada en el equilibrio biótico que enlaza su existencia con el medio ciertamente des-
favorable e inclemente que habita.
La baja temperatura del ambiente de Dromiciops (lo a ii°C promedio), agra-
vada en sus efectos fisiológicos por la elevada humedad del terreno y de la atmósfera,
dificulta en extremo los esfuerzos tendientes a la mantención de una temperatura
corporal constante en los homoiotermos. La termorregulación ocupa consecuen-
temente un lugar preponderante entre los problemas vitales que deben ser resueltos
por los mamíferos de la selva. En Dromiciops se hacen también muv aparente cons-
trucciones orgánicas adecuadas a estos aspectos adaptacionales, como enseña su
^ ^Hjl
Fig. 27.
Bolsa marsupial de
-.> Dromiciops.
Fig. 28.
Bolsa marsupial
conteniendo un
juvenil ovarizado.
Dromiciops australis.
29
pelaje denso y muy tupido, el color obscuro de
la cubierta corporal y los pabello-
tan poderosos e intensos, como lentos. En este aspecto Drowiciops difiere del todo,
con respecto a Marmosa, cuya ágil velocidad se expresa en caracteres morfológicos
enteramente opuestos.
En relación a las actividades dinámicas cabe destacar que también el desarrollo
de un pelaje denso en breve fieltro, tal como
aparece en Drowiciops, se hace presente
con frecuencia significativa en mamíferos de avanzadas habilidades de trepación.
Sibien esta curiosa relación ha sido reconocida en una escala bien universal y amplia,
quedan por desentrañar todavía los lazos de causa y efecto que la fundamentan.
El régimen alimentario de Drowiciops se ciñe a la norma que rige para la gran
mavoria de los Didelphidae: se basa esencialmente en larvas e imagos de una amplia
30
70 eS
Fig. 3 0.
Ad a. austral ís
d. a. gliroides
j^
variedad de artrópodos, muy especialmente de insectos. Su boscoso ambiente le
brinda al efecto una mesa bien provista durante las estaciones benignas del año,
para declinar en sus ofertas de insectos con el imperio del frío invernal, época de
escasez,que coincide con el letargo hibernal del monito del monte, cuyos períodos
de actividad se ven ajustados, en consecuencia, precisamente a los meses en que
abundan sus presas.
Fig. n
Fncéfalo de Dromiciops en
vista lateral.
Fig. 5 2.
bulbo
olfativo
Dromiciops
33
Fig. 5 5. Cráneo de Dfom/ciopí en vista dorsal. Fscala en milímetros.
34
un escroto prepuciano de pedúnculo breve, a diferencia de la misma estructura, tan
largamente pedunculada, . en otros didélfidos pequeños como Marmosa. El pelaje
de esta zona escrotaf es de un llamativo color rojo-parduzco, enteramente similar
al que recubreáreade la bolsa marsupial en las hembras.
el
monta el área lateral ocupado por los pezones, dejando sin cubrir la zona central, la
más extensa, del marsupio. Un muro bien pronunciado marca la línea media antero-
posterior del marsupio ,.y concuerda con la inserción del músculo compresor de
lamama(Figs. 27, 28).
Machos y hembras, que alcanzan su madurez sexual en el segundo año de vida,
conviven por parejas, por lo menos durante la época de reproducción.
el número, de crías en esta especie contamos con cinco datos dife-
Para definir
rentes. primero, aportado por F. Philippi (1893), se refiere al hallazgo de
El
cinco hijuelos en un nido encontrado por el señor Lossberg, en Valdivia. Krieg
(192^) habla de la observación de cuatro crias. Osgood (1943) describe el hallazgo
de tres crias en la bolsa marsupial de una hembra capturada a fines de noviembre,
en Peúlla. Nosotros encontramos, en enero de I9í8, dos hijuelos en un nido arbóreo
de los bosques en la falda sur del volcán Osomo. Con ocasión de esta misma expedi-
ción y en el mismo ambiente capturamos una hembra que portaba sobre su espalda
una cria macho.
Sobre la base de cinco nidos hallados por Ronald Pfeil en nuestra exploración
del volcán Osomo
durante enero y febrero de I9í8, podemos definir ahora la es-
tructura de estas ))cavemas« que construye el marsupial entre troncos caídos, en
el interior de árboles huecos, sobre las ramas y, preferentemente, a unos dos
35
metros de altura en las espesuras de bambusáceas como Chusquea coleu Desv. y,
Chusquea cummincjii Neess.
F¡g. 3 7.
Ambiente de
Dromiciops
Selva Austral.
36
Fig. 3 8.
Ambiente de
Dromkiops en
Selva Austral.
Fig. 39.
Ambiente de Dromiciops en Selva
Austral.
37
FAMILIA CAENOLESTIDAE
Esta familia de marsupiales, constituye Los caracteres del género son prác-
por sí misma un suborden propio de Amé- ticamente los de la especie; sus diferencias
rica del Sur, que en el pasado estuvo for- de los otros géneros, como Caenolestes
mado por varias familias. Este notable y Lestoros, son tanto por la extrema lon-
grupo aparece por primera vez señalado gitud del rostro como por los rasgos cra-
en 1860, a raíz de un trabajo de Tomes, neales y dentarios.
quien describe y figura un extraño animal
de Ecuador que mostraba rasgos de una RHYNCHOLESTES RAPHANURUS
musaraña con algunos caracteres que OSGOOD
recordaban a los didélfidos. El gran
zoólogo Oldfield Thomas, estudiando 1924 Rhjncholestes raphanurus Osgood.
Field, Mus. Zool. 14:170. Pl. 23.
material colombiano, descubrió que
Localidad tipo: Río Inio. Isla de
estos extraños animales eran marsupia-
Chiloé.
les y representaban un relicto viviente de
un grupo mucho más amplio, extinguido
durante el terciario sudamericano y des-
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
crito por Ameghino con el nombre de 1924 Osgood, describe el género y la
»paucituberculados« especie basado en material prove-
Los sobrevivientes contemporáneos niente de la isla de Chiloé.
son escasos y se encuentran distribuidos 1939 Sanbom, obtiene otro ejemplar en
a lo largo de la cordillera andina desde Refugio, en las proximidades del
Venezuela, Colombia, Ecuador hasta una volcán Osomo.
forma del sur de Chile y de la isla de Chi- 1943 Osgood discute los ejemplares de
loé. Chiloé con los del territorio conti-
Exteriormente recuerdan a las musa- nental,concluyendo que el mate-
rañas, cabeza puntiaguda, orejas me- rial y de Llanquihue no
insular
dianas, pulgares no oponibles, sin bolsa
muestran rasgos suficientes para se-
marsupial, dientes superiores de tipo
pararlos subespecíficamente cons-
semejante a los didélfidos, los inferiores
tituyendo una sola especie.
en cambio parecen emparentados con los
MacropoJiáae australianos (canguros).
Las pocas especies conocidas son
CARACTERES DISTINTIVOS:
silvícolas, de bosques húmedos, los há- Como el autor no tuvo material para estu-
bitos alimenticios de carácter insectívo- diar este raro marsupial conocido hasta
ro, coincidiendo en muchos de sus hábitos hov por sólo tres ejemplares, transmiti-
con los soricidos. De ios tres géneros co- mos adaptada al español la relación de
nocidos solamente uno se encuentra en Wilfred Osgood (Fig. 40).
Chile. »Un marsupial pequeño de color
uniformemente castaño oscuro encima
GENFRO RHYNCHOLESTES y debajo. La hembra tiene la cola casi
OSGOOD negra, en el macho es negro azulada en
1924 Rhjnocholestes Osgood. Field. Mus. toda su extensión, con el tercio apical
Zool. 14:170. Especie tipo: Rhjn- manchado de blanco y lapunta entera-
cbolestes raphanurus Osgood. mente alba. La cola es notablemente
38
mamas, nuestro Rhjncholestes posee
cinco, junto con las dos parejas ingui-
nales típicas de los caenoléstidos, existe
una quinta mama impar aislada en el
centro del bajo vientre, de modo que com-
parte con los didélfidos la curiosidad
de mamas impares, rasgo que
poseer
no se observa en ningiín mamífero co-
nocido.
El cráneo se caracteriza por el ros-
trum alargado, el paladar abierto, el
diferencias del
de la hembra, para señalar
camino de aspecto premolaroide
las
lar superior .... 1 3,4 mm
Long. combinada de los cuatro
con canino del macho (redibujado de Osgood).
el
molares superiores 5,5 mm
Long. combinada de los tres in-
39
ORDEN QUIRÓPTEROS
FAMILIA DESMODONTIDAE
40
geográficas. Las formas de América del nominal. En la relación no corregida del
Sur se incluyen bajo la forma nominal. libro, suautor siguió a Osgood, usando la
terminología dorbi¡jnji, no aceptado
FSPECIE DESaODUS ROTUNDUS en los últimos trabajos.
(GF.OFFROY)
1810 Phvllostomo rotundum Geoffrov- Ann.
D DESMODUS ROTUNDUS ROTUNDUS
Mus. Paris 15:181.
(GEOFFROY)
El tipo de esta especie está basado en
1821 Rhinolophus ecaudatus Schinz. Thie-
una iconografía de la obra de Félix de
rreich i : 168.
Azara, figurada como "murciélago ter-
1824 Desmodus rufos Wied. Abbild. Na-
cero«.
turg. Brasil 5: lámina y texto.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Geoffroy, 1 8 i o, describe Phjüostoma rotundum, de Paraguay.
Waterhouse, 1838, describe Desmodus d'orbignji según un ejemplar colectado por
Osgood, 1943, reconoce la validez de la forma descrita por Waterhouse para Chile,
designando al vampiro chileno como Desmodus rotundus d'orbifjnyi.
Mann, 1950, señala la presencia de DesmoJus rotundus d'orbiijnvi en Tarapacá.
Mann, 1950, describe el mecanismo de succión de sangre en Desmodus rotundus d'orbignvi.
Mann, I9Í ', analiza la biología de Desmodus rotundus d'orbignyi.
La
rala cubierta corporal, de cortos pelos, es de una coloración parda en el dor-
so, que puede presentar visos acanelados en algunos individuos; pecho y vientre
son de color pálido, gris-blanquecino.
Fig. 4 I . Desmodus rotundus (GeofTrov), vista ventral con las extremidades extendidas.
42
CONSIDERACIONES F I LOGEN ETICAS: El vampiro chileno representa incues-
tionablemente a un invasor venido del Trópico Sudame-
relativamente reciente,
ricano, donde se ha originado en un antepasado común con los Phvllostowatidae.
44
Fig. 43
Ambiente de vida de
Desmodus rotundas.
entre diez a doscientos individuos, que se guarecen en el seno de las grandes cuevas,
labradas por el mar en la faz del acantilado costero. Allí cuelgan los vampiros,
apoyados generalmente sobre la zona ventral, de las paredes pétreas, conviviendo
con los lobos de mar ( Octaria Jlavescens Shaw, 1800), que contribuyen en su alimen-
tación como los dadores de sangre involuntarios. La segregación por sexos, carac-
terística para otros quirópteros, se cumple igualmente en el piuchén, de tal modo
que se encuentran colonias de machos y de hembras separadas en cada cueva o, por
45
lo menos, en cada galería. Las hembras ocupan en estas cuevas los más recónditos
parajes, en tanto que los machos suelen encontrarse aun en los sectores vecinos
a la entrada.
El pelaje ralo y escaso del piuchén retrata su origen en el Trópico, a cuyas
condiciones térmicas está adaptado. Su repartición geográfica en Chile revela,
por su parte, una preferencia muy manifiesta por regiones temperadas que el
murciélago busca activamente.
La existencia en ambientes de temperaturas más bien elevadas durante todo
el año por un lado y la alimentación de presas que no desaparecen con el invierno,
como acontece con los insectos, liberan al piuchén en amplia medida de caer en un
letargo invernal, como muchos de sus parientes insectívoros de Chile. En relación
directa con esta condición no elabora tampoco las reservas de "grasa café«, que
se observan en los quirópteros con sueño invernal.
Las habilidades dinámicas del piuchén resaltan como extraordinarias por su
abismal diferencia con las funciones que caracterizan al resto de los quirópteros.
En este notable animal se han reducido, en efecto, las capacidades de vuelo en fa-
vor de avanzadas posibilidades de andar cuadrupedal, que no tiene paralelo al-
guno en la reptación realizada por los demás murciélagos sobre el terreno.
Las alas reducidas, anchas y cortas, aunadas a la ausencia de un uropatagio
revelan, ya a primera vista, las bases estructurales que resultan en el vuelo lerdo
y faltode gracia, característico para el vampiro (Figs. 44, 45).
Su notable posibilidad de caminar en cuatro miembros, que sostienen en
alto al rechoncho cuerpecillo, se basa, por su parte, en el desarrollo de las patas
posteriores y de los pulgares que cargan con el peso de esta función, en servicio
de la cual se han operado los más profundos cambios estructurales en el conjunto
orgánico, intimidades,
cuyas de apasionante significado filogenético, hemos
esclarecido en una investigación anatómica (Mann, 195') de la que extractare-
mos algunos de los resultados más significativos:
47
tan también en Deswodus movimientos del codo a extensiones y flexiones a
los
profundas (Figs. 49,Todos sus huesos resaltan asi por las salientes crestas
51).
de inserción y por su grosor mismo. La cabeza articular del fémur no continúa,
como en los demás murciélagos, a la dirección del eje del hueso, ofreciendo en cam-
bio una marcada inclinación medial. De este modo se hape posible, entonces, la
posición vertical del muslo, condición esencial e imprescindible para el apoyo
del tronco sobre las extremidades posteriores.
»La articulación de la rodilla se caracteriza, por su parte, por el aplanamiento
de facetas de contacto entre tibia y fémur, disposición que permite las amplias
las
excursiones, que se ven impedidas en el grueso de los quirópteros, por los cóndilos
muy alargados del fémur, que encajan en profundas excavaciones del extremo
Fig. 48.
Cabeza del húmero; (a) DesmoJu
(b) Lasiurus.
48
Fig. SO. Extremo distal del fémur: (a) Desmodus,
(b) Lasiurus.
Fig. 5 1
49
aumento volumétrico de los elementos presentes y en los músculos flexores, un
mayor grado de diferenciación".
Del análisis precedente fluye como conclusión que el andar cuadrupedal, tan
remarcable en Desmodus, se ha hecho posible gracias a las siguientes condiciones
estructurales especificas:
para propinar el mordisco, se afianza sobre la víctima con las alas semiextendidas
y las piernas abiertas. Se ziferra luego sólidamente entre el pelaje de su presa a
favor de sus filudas garras, que protege contra el desgaste durante la marcha
manteniéndolas, en lo posible, levantadas del suelo.
Los extensos movimientos de la cabeza, que se imponen durante estas fases
de ataque, se realizan libremente, gracias a un cuello largo y flexible, que ya no re-
cuerda la corta columna cervical de los microquirópteros típicos.
El sitio preferido para el ataque de Desmodus se localiza inmediatamente por
detrás de los pabellones auriculares en los grandes mamíferos domésticos y sobre
el pabellón mismo en las focas; punto que no alcanzan ni la cola ni las pezuñas, ni
50
Fig. 5 2
M^- = 20
pina el mismo vampiro a modo de defensa, situación en la cual se vale de sus cónicos
caninos, para rajar profunda y dolo rosamente la piel del atacado.
La pequeña herida cortante basta, por lo general, para dar salida a una hemo-
rrí^ia en napa, de mediana intensidad, que el murciélago acelera introduciendo
la tendínea punta lingual en los tejidos lacerados.
equinos con sección completa del músculo elevador de la oreja, a raíz de lo cual
colgaba flaccidamente todo el pabellón.
La sangre que emana de la herida es ingerida a través de dos modos distintos.
En raras ocasiones la recoge elvampiro con rápidos lengüetazos, método aplicado
sólo frente a pequeñas cantidades del liquido. Para la ingestión de grandes
masas de sangre, como las que emanan de las heridas normalmente causadas,
realiza el vampiro una verdadera succión (Figs. 54, 55) a través de dos profundas
goteras, situadas una a cada lado, entre la cara inferior de la lengua propiamente
tal y su voluminosa sublengua (Fig. 56). Estos canales se continúan caudalmente
por sendas impresiones que contornean la faz lateral de la base lingual para con-
ducir, finalmente, y por fuera de la elevada cúpula laringea, al fondo faringeano.
La sangre absorbida pasa entonces a estas goteras, gracias a la succión que
se realiza por intermedio de movimientos de la lengua, continuamente expelida
cidades de vuelo. En Desmodus faltan también, en el dorso lingual, que sólo acci-
dentalmente toma contacto con la sangre ingerida, las papilas fungiformes y aun
52
Fig. 54.
Vampiro succionando sangre de una
vasija.
Fig. 5 5.
53
Fig. 56. Lengua de Dejmoí/us rotun</us; arriba vista lateral, abajo diagrama de corte. ^
los cetáceos. La sangre deglutida corre de estemodo por fuera de la faringe sin
tocar el »aditus«, que puede permanecer abierto durante la ingestión sin que
se impida la respiración simultánea.
El liquido alimento aboca luego, a través de un esófago delgadísimo al estó-
mago, órgano que difiere profundamente del tipo general propio a los mamífe-
ros con su construcción en largo y angosto tubo (Fig. 57)- Este verdadero ciego
retiene mecánicamente, por su configuración específica, la sangre deglutida
durante un tiempo mucho mayor que un estómago corriente, en el cual se estable-
cería aun, como normalmente se aprecia en los demás mamíferos, un flujo direc-
to y continuo de los líquidos que van siendo ingeridos, desde el cardias al píloro.
El intestino es breve en correlación con sus sencillas funciones. Merece aten-
ción su porción terminal, dilatada en franca ampolla rectal, estructura que no tiene
paralelo entre los demás microquirópteros, que sólo producen pequeñísimos
crotines, en contraposición de Desmodus, que deposita heces muy abundantes.
El exaltado metabolismo de líquidos, que trae consigo la alimentación tan
particular del vampiro, repercute, en el aparato excretor, sobre el riñon. Una
papila alargada en extremo, introducida aun en la base de la uretra, es señal clara
de la notable capacidad funcional de este sistema.
54
AMPOLLA
RECTAL
Las hembras del vampiro, de color algo más claro que los machos, dan a luz
a una cría (Figs. (8, (9) que portan consigo sobre el dorso o la zona pectoral al
modo de otros quirópteros.
Hemos observado hembras grávidas y pandas en el litoral nortino en los meses
de septiembre, junio y julio.
En la vida de relación de Desmodus desempeñan un papel de crucial impor-
tancia los sentidos de la visión y del olfato, cuyas voces carecen de mayor signifi-
cado en los demás quirópteros.
Esta constelación sensorial tan propia se expresa morfológicamente en gran-
des receptores periféricos correspondientes y en voluminosos centros encefáli-
cos (Fig. 60).
La audición, que predomina en la generalidad de los murciélagos, como base
funcional de su extraordinario ))radar«, no alcanza este desarrollo caracteris-
tico en el vampiro.
El comportamiento de Desmodus se desliza por senderos bien diferentes a
aquellos que dominan en el cuadro psíquico de los demás microquirópteros.
Llama así la atención la rapidez con que sabe hacer frente a situaciones novedosas
y desconocidas, capacidad de ajuste que pone de relieve el dominio de centros
corticales superiores, cuyo enorme desarrollo espacial se traduce en el neopalio
amplio y replegado en circunvoluciones, que contrasta vividamente frente a la
corteza cerebral lisa de la inmensa mayoría de los microquirópteros.
55
La posición aberrante que ocupa Deswodus en conjunto de los murciélagos
el
chilenos, se hace extensiva también a sus relaciones con el hombre. En tanto que
éstas son de un orden francamente positivo en las formas insectívoras, no podemos
negar que el vampiro significa un pequeño inconveniente actual y un grave peligro
potencial para el futuro. Las pérdidas causadas por su mordedura en el ganado
doméstico y en las aves guaneras son, por lo general, de escasa monta, pero su
Fig. 5 8.
Fig. 59
Desmodus al inicio del
parto.
56
Fig. 60.
P. pedúnculo cerebral.
57
FAMILIA FURIPTERIDAE
Son formas pequeñas con alas bien de- GENERO AMOKPHOCHILUS PETERS
sarrolladas, caracterizadaspor el carác-
1877 Amorphochilus Peters. Mus. Berol.
ter casi atrófico del primer dígito. No
Press. Ak. Wiss. : 185. Especie tipo:
existen proyecciones nasales. El hocico
Amorphochilus scbnablii Peters.
es obtuso, los pabellones auriculares in-
fundibuliformes. La dentadura muestra
singularidades. Uropatagio desarrollado,
D AMORPHOCHILUS SCHNABLII PETERS
no escotado, cola incluida, corta, que no
sobrepasa la parte media de la membrana 1877 Amorphochilus schanabii Peters.
I
AMORPHOCHILUS SCHNABLH PEJEKS, 1877, "Murciélago de Schnabli".
"Furia de labio deformado".
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Peters, I977, describe A. schnahlii, de Tumbes, Perú.
Sanbom, 1941, cita ejemplares de la región de Arequipa (Perú) y postula su posi-
ble existencia en el Norte árido de Chile.
Mann, 1950, describe el hallazgo de la especie, en diferentes localidades costeras
de la Región de Tarapacá.
I
CARACTERES DISTINTIVOS:
Longitud total 80-82 mm
Antebrazo 34 "37 nim
Cola 24,7-28 mm
Longitud del cráneo 12 -12,5 mm
Longitud basal del crá-
neo 11-12 mm
Ancho cigomático 7,5- 7,9 mm
58
Resulta reconocer a esta especie a primera vista a través del color de su
fácil
pelaje, único entre los murciélagos chilenos, con sus tonos gris-azulados. Las negras
membranas alares armonizan con el colorido de los pelos (Fig. 62).
También el cráneo revela características muy propias que permiten recono-
cerlo de inmediato frente a los demás quirópteros chilenos (Fig. 63). Salta así a la
vista, especialmente, que la región facial se implanta sobre la voluminosa caja cere-
bral en un notorio ángulo, de tal modo que el paladar lleva una pronunciada incli-
nación dorsal.
La construcción alar aporta, finalmente, también un elemento de juicio que
facilita extraordinariamente el diagnóstico de Amorphochilus, por la reducción
de su dedo pulgar, incluido en la membrana interdigital (Fig. 70).
*-*^íSlii3fe^'^'
Fig. 6 2. Amorphochilus schnablii Peters, en vista ventral con las extremidades extendidas.
Fig. 6?
Cráneo de
Amorphochilus
schnablii.
59
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: El género Amorphocbilus es propio de la zona pa-
Fig. 64
Distribución geográfica de Amorphocbilus
schnablii.
VESPERTILIÓNIDOS
PRIMITIVOS
Fig. 66.
Ambiente de
Amorphochilus schnablii
en el Valle de
Camarones,
vegetado principalmente
por Baccharis petiolata
y Equisetum sp.
Ambiente con abundante
vegetación.
62
Fig. 67.
Ambiente desértico
de Quebrada de
Camarones habitado
por Amorphochilus
schnablii.
Fig. 68.
Pabellones auditivos
y membranas
patagiales de
Amorphochilus
schnablii.
63
Fig. 69.
Vista dorsal de
Amorphochilus
schnablii.
La disposición de la membrana
patagial en Amorphochilus ofrece dos as-
pectos característicos que
determinan su específica modalidad de vuelo. Por
un lado, presentan las alas así una silueta de proporciones intermedias entre los
dos extremos de ala larga y ala ancha, que aparecen en los quirópteros (Fig. 69).
Esta condición estructural se traduce, a su vez, en el vuelo que reúne, por partes
iguales, capacidades de agilidad, propias al ala ancha y de velocidad, produc-
tos del ala angosta. Por otro lado, se caracteriza el patagio por un perfecto desa-
rrollo de su segmento caudal, el uro-patagio, cuya acción de freno y de timón permi-
te la ejecución de bruscos virajes.
La notable reducción del pulgar, ya mencionada más arriba, reviste interés
como indicador de la avanzada y aberrante especialización en Amorphochilus,
que ocupa, con respecto a este carácter morfológico, un lugar totalmente aislado
entre todos los demás quirópteros.
En la captura de los pequeños dípteros y lepidópteros noctuidos, que integran
el grueso de sus presas, desempeñan un papel de fundamental significado las
avanzadas posibilidades de vuelo, ya analizadas, que lo facultan para recorrer con
sus bruscos y ágiles virajes, estrechas rendijas rocosas, el interior de angostas
cuevas y aun la maraña de las ramillas apicales de la vegetación arbustiva, que no
permite el vuelo de otros quirópteros.
La prehensión misma de las víctimas se facilita por la llamativa incurvación dorsal
de toda la cara y con ello de los maxilares superiores, que permite abrir el hocico en
la más amplia medida. Entre las bases morfológicas de esta extraordinaria disposición
64
Fig. 70.
Pulgar rudimentario
de Amorphochilus
schnablii.
pulgar
auditivo, que permite una perfecta orientación en las difíciles condiciones de am-
le
embudos, reciben los estímulos acústicos (Fig. 68). Llama la atención que hemos cap-
turado a esta especie también en el interior de carpas o de piezas a las que entrara vo-
lando, observación que pone de manifiesto su especial preferencia psíquica para buscar
ambientes enclaustrados.
Excrecencias mamelonadas sobremontan a los labios, contribuyendo con su rica
dotación de elementos táctiles, a la recepción de los estímulos que determinan las rela-
ciones sensoriales de este murciélago con su medio ambiente.
Los beneficios que trae consigo la destrucción de insectos por murciélagos, para el
hombre, se ven agigantados en el caso de Amorphochilus, en cuyo régimen alimentario
participan en tan elevada proporción zancudos hematófagos del género Culex y aun del
género Anopbeles, temido vector de los plasmodios de la malaria. Toda medida encami-
nada hacia una más perfecta protección de este murciélago, resultará, consecuentemen-
te, en directas ventajas para las actividades humanas.
FAMILIA VESPERTILIONIDAE
Es la familia más extensa entre los micro- Clave de los géneros chilenos
quirópteros. Son murciélagos con grandes
Dorso del uropatagio velloso Lasiurus .
65
representado en la región neotropical. En D MYOTIS CHILOENSIS CHILOENSIS
cambio, Sudamérica posee el subgénero (WATERHOUSE)
Sehsius, al cual pertenecen los Mjotis en-
contrados en Chile. 1 89 1 Vespertilio gayi Lataste. An. Soc.
Scient. Chili 1:79.
Especie chilena:
D MYOTIS CHILOENSIS ARESCENS
MYOTIS CHILOENSIS (WATERHOUSE) OSGOOD
Nombre vulgar: murciélago oreja de '943 Mjotis chiloensis arescens Osgood.
ratón. Field. Mus. Publ. Zool. 30:55.
i8}8 Vespertilio chiloensis Waterhouse.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Chile cen-
Zool. Voy. Beagle: 5, Pl. 3-
tral, desde Coquimbo a Valdivia.
Localidad típica: islotes junto a la
2. Color ocre pálido lavado atacamensis das del norte de Chile situada desde
Color café claro . . arescens Atacama al sur del Perú.
SUBESPECIES CHILENAS:
M. ch. atacamensis Lataste, 1892. "Murciélago oreja de ratón".
M. ch. arescens Osgood, 1943.
M. ch. chiloensis. Waterhouse, 1838.
66
HISTORIA DE SU COhlOCIMIENTO:
Cabrera, 1903, analiza Mjotis atacamensis y Mjotis gayi ( = Al. ch. chiloensis Waterhouse).
Miller y Alien, 1928, se refiere a Mjotis chiloensis atacamensis de Limache, Valparaíso
( ^= M. ch. arescens Osgood).
Osgood, 1943, reconoce la existencia de M. ch. chiloensis Waterhouse, M. ch. arescens
Osgood y /W. ch. atacamensis Lataste.
Mann, 1945, analiza el modo de vida de Al. ch. atacamensis en Tarapacá.
Mann, 1950, indica a Al. ch. atacamensis en una lista de mamíferos de Tarapacá.
Longitud total 94
Cola
Antebrazo ....
Longitud total del cráneo
Longitud basal del cráneo
Ancho cigomático .
Fig. 7 2. Aspecto general de ;M)'otij c/ii/oeníis.
68
NORTE CENTRO SUR AUSTRAL
69
conducido a la diferenciación, bien discreta por cierto, que distingue hoy en día a la
población nacional, de los grupos afines, dispersos por todo el continente desde el
Ecuador hasta el vértice austral y desde las costas paciñcas hasta el litoral del océano
Atlántico.
La formidable plasticidad del género Myotis se revela en estos representantes sud-
americanos con especial claridad en sus poblaciones locales diferenciadas por leves,
pero adaptativas, divergencias morfológicas, que pueblan a cada uno de los ambientes
distintos en su área de distribución.
En el mecanismo causal de estos notables ajustamientos, cuya naturaleza genética
íntima desconocemos, cobra, seguramente, un papel de fundamental significado el
hábito sedentario de los Afjotis, que no se empeñan en migraciones de alguna amplitud,
viéndose ligados de este modo por tiempos la influencia de las mismas
indefinidos a
condiciones selectivas. Cabe hacer resaltar, embargo, otra vez más, que no conta-
sin
mos hasta aquí con prueba alguna que asegure el carácter mutacional de las diferencias
estructurales entre las ))subespecies« descritas, cuya naturaleza pudiera ser simplemen-
te fluctuacional, en cuyo caso no merecerían el reconocimiento taxonómico bajo una
designación propia.
70
at'acamtfnsit
arescens
Ichiloensia
Fig. 7 S. Esquema comparativo de bs superficies alares de Tadanda y Mjotii.
te como timón en la realización de las cerradas curvas, tan características para la trans-
lación de este murciélago (Fig. 75).
Las capacidades dinámicas específicas resultan particularmente adecuadas para la
captura de los dípteros que parecen integrar laproporción más importante del alimen-
to. En zigzagueante relámpago traza así Myotis su trayectoria de caza por sobre las colec-
ciones de agua en que nace y se desarrolla gran parte de sus presas.
Este vuelo destinado a la captura, es interrumpido de tiempo en tiempo por breves
picadas sobre la superficie del agua, en las que se apodera Myotis de bocanadas de líqui-
do que satisfacen sus demandas hídricas, muy elevadas en comparación con otros qui-
rópteros.
Una vez atiborrado el estómago, se intercala una pausa en la excursión de caza y el
murciélago busca entonces algún refugio cercano para digerir, en su posición inverti-
da, normal de descanso, los alimentos acumulados. Llama la atención que estas para-
dillas no se realizan por lo general en las guaridas diurnas, y es así como se encuentran
con frecuencia depósitos de guano en cuevas o casas abandonadas que carecen aparen-
72
temente de toda población de murciélagos, situación que concuerda con observaciones
realizadas en Mjot isjucanens is de Norteamérica (Dalquest, 1947).
Con anterioridad a la época del sueño invernal se acumulan en este murciélago
gruesas reservas de «tejido adiposo café« en el espacio interescapular.
Las actividades reproductivas culminan en el mes de noviembre con la parición de
la cría única, característica para el género.
El embrión se desarrolla generalmente en el cuerno uterino derecho, como es usual
en los quirópteros.
Frente a los intereses humanos cobran los Mjotis chilenos una gran importancia
por el hábito de establecer sus colonias con mucha frecuencia en la inmediata vecindad,
y aun en el interior de las habitaciones. De este modo colaboran en medida muy direc-
ta y efectiva a la destrucción de insectos perjudiciales. Por otro lado, carecen estos
murciélagos de los malos y penetrantes olores, que plantean serios problemas en otros
géneros de costumbres igualmente domésticas (véase Tadañda) (Fig. 75).
Para la recolección de Myotis con fines científicos, recomendamos tender sacos de
red en los agujeros de salida que utilizan estos murciélagos para dejar sus guaridas. A
este fin se prestan muy especialmente las techumbres de calaminas de zinc en las casas
de campo, generalmente plagadas por colonias de estos quirópteros, también las gale-
rías abandonadas de minas profundas suelen ofrecer un campo propicio para la recolec-
ción.
magellanicus
Clave de las subespecies chilenas
Pelaje y patagios castaño claros .
73
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Norte y 1866 Vespertilio capucinus Philippi. Arch.
centro de Chile hasta el río Biobío. Naturg. : i 14.
SUBESPECIES CHILENAS
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Philippi y Landbeck, 1861, describen a Vespertilio montanas de la cordillera de Santiago.
Peters, 1864, describe a Vesperus segethii de Chile (=H. m. montanas).
Philippi, 1866, describe Vespertilio magellanicus del estrecho de Magallanes y Vespertilio
capacinas {= H. m. magellanicas).
Peters, 1875, analiza Vesperus montanas Phil.
Peters, 1876, analiza Vesperus magellanicus Phil.
Dobson, 1878, anota a Vesperugo montanas Phil.
Cabrera, 1903, analiza y reconoce para Chile Vespertilio montanas Philippi, Vesperti-
lio magellanicus Philippi y Vespertilio capacinas Philippi. (— H. m. magellanicus).
Trouessart, 1904, cita Vespertilio (Histiotus) montanus Phil.
Miller, 1 907, cita Histiotus montanas Phil.
Thomas, 9 6, cita Histiotus montanus Phil. e Histiotus magellanicus Phil.
1 1
Osgood, 1943, reconoce dos subespecies de Histiotus montanus que son: H. m. montanus
e. H. m. magellanicus; como sinónimo de este último indica a Histiotus capucinus
Philippi.
La relación que se establece entre el largo total del cuerpo y el pabellón auricular
proporciona el elemento de juicio más importante, después de la longitud del trago,
para distinguir a esta especie del segundo representante chileno del mismo género:
•
74
Fig. 76. Histíotus momanus (Philippi y Landbeck), vista ventral con las extremidades extendidas.
Histiotus macTotm. El pabellón auricular se repite en efecto 4,7 veces en la longitud total
de Histiotus montanus (22%) y solamente 3,4 veces en Histiotus macrotus de oido más
grande (29%).
Fig. 77.
75
76
CONSIDERACIONES FILOGENETICAS: Debemos buscar el origen filogenético del géne-
enormes pabellones auriculares, en vespertiliónidos
ro Histiotus, tan resaltante por sus
sudamericanos de construcción generalizada, probablemente bien similares a los actua-
les /^ijotis (Fig. 82). F.l desarrollo de los oídos como una adquisición secundaria, se
expresa con bella nitidez en el escalafón ontogenético de Histiotus, cuyos fetos van
adquiriendo las especializadas proporciones del adulto solio tardíamente al igual como
en Histiotus macrotus.
El pelaje (Figs. 79, 80), al igual como los patagios y los pabellones auriculares de
este murciélago, presentan un color gris, teñido con visos amarillos o brunos de acuer-
do con las condiciones de humedad que ¡mp>eran en el ambiente de cada individuo.
Autores modernos (Osgood, 194}) distinguen sobre la base de estas diferentes tonali-
dades a dos subespecies en Chile, de las cuales se distribuye una, la más clara, H. m.
montanus Philippi y Landbeck, en el Centro y Norte del país, en tanto que la segunda,
H. m. magelíanicus Philippi, ocuparía los territorios al sur del Biobío, viéndose carac-
terizada por un pelaje ymembranas alares de café oscuro. La justificación genética para
el reconocimiento de estas dos razas geográficas, cuyos caracteres distintivos deben
afectar al germttioplasma determinante de su transmisión hereditaria para merecer el
Fig. 79.
Vista antero-ventrai
Fig. 80.
Vista dorsal de
Histiotus
montanus.
Fig. 78. Distribución geográfica en Chile de las subespecies de Histiotus montanus: montanus, magellanicus.
77
rango taxonómico de subespecies, nos parece incierta. Hemos recolectado en efecto
individuos en ambientes locales particularmente húmedos de Chile Central (Quinta
Normal, en Santiago), que han experimentado un obscurecimiento nigristico muy
marcado de su pelaje bajo la influencia directa de este microclima, recordando en sus
tonos bien de cerca a ejemplares del Sur. Este ejemplo pone de manifiesto que Histiotus
montanus cuenta con amplias posibilidades de reacción por reajuste fluctuacional de
coloración a cambios en sus microclimas ambientes, obligándonos a proceder con la
mayor cautela en la calificación de sus variantes de color como mutaciones. El recono-
cimiento definitivo de las dos subespecies diferentes en Chile, relacionadas por todas
las formas transicionales im^inables, queda sujeto, en consecuencia, a una confirma-
murciélagos logran influir con resultados significativos sobre el desarrollo de los insec-
tos que persiguen.
En el aspecto de la regulación térmica llama la atención que estos quirópteros de
tan amplia superficie de irradiación «auditiva", logran sobrevivir en los ambientes más
fríos del extremo austral de nuestro país. La explicación de esta aparente incongruen-
cia descansa evidentemente en su capacidad de plegar estos pabellones en un modo muy
completo y regular, gracias a su dotación de una musculatura cutánea altamente espe-
cializada y subdividida. Durante el descanso se reduce así la superficie expuesta al me-
dio ambiente a un mínimo, por otro lado cumple un papel de la más grande importan-
cia, vital en su lucha por la existencia en medios fríos, la capacidad que los faculta para
Fig. 81.
Callosidad del pulgar de
Histiotus montanus.
78
Tadarida
Fig. 8 2.
superficies alares de
Tadarida, Amorphochilus e
Histiotus.
Histiotus
El vuelo pausado pero ágil de H. montanus es la expresión funcional de sus patagios
anchos y amplios provistos de un segundo dedo sólo un poco más largo que el quinto
y un uropatagio muy extenso.
Sus membranaspatagiales delgadas y transparentes (Fig. 82) son igualmente carac-
terísticas para un quiróptero de traslación lenta, cuyas superficies dinámicamente acti-
vas no sufren bajo el embate violento del medio aéreo. Los enormes pabellones auricu-
lares contribuyen en medida muy importante al vuelo, ofreciendo amplia superficie
de dirección oblicuamente ascendente, cuya presión sobre el aire lleva al cuerpo en
cada golpe de ala hacia arriba y adelante, compensando de este modo la caída que acom-
paña toda fase de recuperación alar en estos pesados murciélagos.
Hemos enunciado ya más arriba el desarrollo del cojinete de apoyo del pulgar, que
revela la frecuente adopción de un decúbito ventral en este murciélago.
La cría, generalmente única, se desarrolla en el cuerno uterino derecho y alcanza
las proporciones del adulto solamente después de un período de desarrollo de varías
semanas.
La frecuente presencia de este murciélago en el interior de edificios, así como su
distribución por zonas australes, particularmente pobres en mamíferos o reptiles in-
sectívoros, resulta en beneficio directo para el hombre por sus actividades destructoras
de insectos.
Su protección merece, en consecuencia, un lugar preferente en todo programa
conservacionista de Chile.
provincias chilenas del Norte hasta la re- 1872 Plecotus poeppigii Fitzinger. Sitzungs-
gión de Biobío. ber. Akád. Wiss. Wien. 66:83.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Poeppig, 183Í, describe a este murciélago por primera vez, designándolo como
Nycticeius macrotus, de Antuco.
80
Lesson, i 8 j6, señala a Njcticeius chiknsis, basándose en Poeppig.
Gervais, 847, en Gay, indica a Vespertilio velatus para Chile.
1
renciación de esta especie frente a Histiotus montanus, cuyo trago no rebasa al ángulo
bucal.
Fig. 8 ?. Histiotus mocrotui Poeppig, vista ventral con las extremidades extendidas.
81
»*»*»**fSl«E*»í*!*»«jJÍ^
Fig. 84.
Pabellones auditivos
plegadizos de
Histiotus macrotus.
Los patagios alares, al igual como los pabellones del oído, son también muy claror
y hasta transparentes en acuerdo con la parca pigmentación de los pelos.
De acuerdo con Sanbom (1941), llega la misma especie también hasta el Perú
donde fue colectado por este investigador en Yunguyo, punta sur del lago Titicaca y en
el Valle de Tambo, departamento de Arequipa. En el caso que Histiotus laepbotis descri-
82
83
CONSIDERACIONES FILOGENETICAS: A juzgar por la repartición actual de este mur-
la especie como una rama especializada del género,
ciélago, se ha originado cuyas mu-
taciones determinantes y características lograron imponerse gracias a su aislación,
verdaderamente insular, tras la barrera del cordón andino.
Sus afinidades morfológicas más estrechas parecen indicar lazos filogenéticos parti-
cularmente íntimos con Histiotus velatus del sureste de Brasil, de cuya población origi-
nal bien pudiera haberse separado.
provincia de Chañaral ocupa, en cambio, con preferencia las más profundas galerías
de minas abandonadas y muchas veces semiderruidas, que horadan los flancos desérti-
cos y pedregosos de la cordillera costera. En este ambiente, cercano a valles irrigados,
los hemos encontrado en vastas colonias, con cientos y aun miles de individuos.
n
Fig. 86. Rasgos del desarrollo
en fetos de Histiotus macrotus.
La influencia de estos murciélagos voluminosos y grandes comedores contribuye,
indudablemente, en una medida muy importante a disminuir y recortar las poblacio-
nes de los insectos que persiguen.
Ai igual como en muchos otros quirópteros nos encontramos también en esta espe-
cie con colonias rigurosamente distinguidas por sexos, que no solamente ocupan gale-
rías individuales, sino que aún manifiestan preferencia por minas determinadas.
Llama la atención que este murciélago tan grande, y provisto por ello de una super-
ficie de irradiación corporal relativamente pequeña, logra solucionar difíciles proble-
mas de termorregulación enfrentando con éxito, aún, ambientes tan fríos como lo
son los de la Alta Puna de Bolivia y Chile. En relación a los ajustamientos que permi-
ten a Histiotus macrotus sobrevir bajas temperaturas, merece señalarse el compli-
cado proceso que sigue este murciélago en el plegamiento de sus enormes pabello-
nes y en el que se pueden distinguir tres fases bien definidas. Así doblan, en un
primer término, sus pabellones en el sentido longitudinal, para plegarlos luego por
dos veces seguidas en el plano transversal. La evolución ontogenética de estos pabe-
llones, tan característicos en sus medidas exageradas, reseña, en un ejemplo de notable
claridad, su génesis a partir de los oídos con proporciones corrientes, que distinguen a
la mayoría de los vespertiliónidos y con ello al antepasado filogenético de nuestro
Histiotus (Fig. 86).
Los procesos vitales que se desarrollan en Histiotus macrotus son, por lo demás,
enteramente semejantes a los de sus parientes menores en Chile, Histiotus montanus, a
cuyo análisis más detallado referimos en consecuencia.
85
¿^5/(yR(;5BOR£/l/./5(MULLER, 1776). "Murciélago colorado»
SUBESPF.CIE CHILENA:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Müller, 1776, describe al quiróptero norteamericano creando con
Vespertilio borealis,
ello la categoría específica a que también pertenece el murciélago colorado de Chi-
le.
Fig. 8 7. Lü'.iuruí borealis Müller, \ ista ventral con las extremidades extendidas.
86
Fig. 88.
Cráneo de Lasiurus
borealis en vista lateral
con el maxilar desplazado
87
Ta
CONSIDERACIONES FILOGENETICAS: Chile ha recibido al murciélago colorado como
un invasor directo de las regiones colindantes septentrionales a cuyo seno ha inmigrado
a su vez desde su centro de dispersión original, que ha sido a todas luces Norteamérica.
cubierta pilosa un carácter relacionado con la posición de descanso vertical, que con-
trastaría frente al pelaje ralo de formas que asume un decúbito ventral. Creemos más
acertado interpretar a la como la resultante de la
densidad y a la longitud de los pelos
selección ejercida por las condiciones térmicas que imperan en
la zona de origen de cada
murciélago. Al cotejar estos datos parece desprenderse, con el valor de una realidad
generalizada, que el pelaje denso y sedoso indica, en muchos casos, un origen en zonas
frías, en tanto que cubiertas ralas e incompletas señalarían condiciones de elevada
temperatura en el ambiente oríginario de la forma analizada. Llama la atención que los
resultados estructurales en esta primera selección térmica se preservan con tenacidad,
más adelante, en el trayecto evolutivo de los murciélagos, aun frente a condiciones de
temperatura enteramente diferente, cuando extensas migraciones han puesto a la espe-
cie en contacto con nuevos ambientes. Este punto de mira encuentra una comprobación
muy sugestiva en el ejemplo de los murciélagos con pelaje del todo diferente, que ocu-
pan hoy en día un mismo ambiente. La densidad y extensión de la cubierta de pelos en
el murciélago colorado pudiera encontrar su interpretación bajo estas premisas que
89
Fig. 90.
Esquema del mecanismo de
acción pasiva de los músculos
flexor común de los dedos y '
ción de 3:1.
Una masa de «tejido adiposo café«, ricamente vascularizado, se dispone sobre la
zona dorsal-interescapular, como reserva metabólica para el sueño invernal.
La época de actividad sexual se revela en machos de Lasiurus borealis por el descenso
de sus testículos hacia un escroto superficial que comunica ampliamente con la cavidad
abdominal a través de un ancho conducto inguinal. En el centro de Chile se desencade-
na este descenso testicular a fines del invierno, en los meses de agosto y septiembre.
En el aparato reproductor femenino merecen señalarse el útero bicorne y los ova-
rios envueltos por una bolsa peritoneal de resguardo, muy perfecta,que asegura el
paso de los óvulos hacia la trompa de Falopio, evitando su pérdida en la cavidad abdo-
minal.
90
En la lactancia de las dos crías intervienen los dos pares de pezones dispuestos res-
pectivamente en la axila y en la región pectoral.
La amplia cola materna, revestida de pelos, recubre y oculu a los lactantes durante
el día, manifestándose la importancia de esta función en la mayor longitud de su eje
vertebral, que sobrepasa a la cola de los machos de la misma especie, como ya lo hace
notar Alien en 1893.
Esta especie descrita por Palisot de Beau- 1870 Atalapha paUescens Peters. Mon.
vois, 796, se fundamenta en una forma
en 1
Berl. Prenss. Ak. Wiss. :91o.
SUBESPECIE CHILENA:
L.C. villosissimus Geofíroy, 1806
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Palisot de Beauvois, 1796, señala a Vespertilio linereus (seguramente error tipográfico
de »cinereus<i) de Norteamérica, creando la especie a que pertenece el murciélago
gris de Chile.
Azara, «Chauve-souris septieme« o «Chauve souris brunblanchate"
1801, describe al
Geoffroy, 1806, bautiza al murciélago, descrito por Azara como Chauve-sourís septie-
me, con la designación de Vespertilio villosissimus, dando el nombre con que se cono-
ce hoy a la subespecie sudamericana de Lasiurus cinereus.
Tomes, 1857, cita a Lasiurus gray i, de Chile.
Thomas, 1902, indica la combinación Lasiurus cinereus villosissimus, correspondiente al
9'
Alien, 1905, c'\t3i2i Dasjpterus villosissimus.
Osgood, 1943, indica a Lasiurus cinereus villosissimus para Chile, con distribución entre
Paiguano-Coquimbo y Angoi.
CARACTERES DISTINTIVOS: (Fig. 91). El pelaje muy característico ofrece una colora-
ción pardo-cenicienta, aplicada en manchones irregulares. Sobre el codo, en el ala,
salta muy a la vista un mechón de pelos gris-amarillentos el «Schoulder-tuft" de los
Fig. 9 I . Lasiurus cinereus (Beauvois), vista ventral con las extremidades extendidas.
Fig. 9?
Cráneo de Lasiuru
cinereus en vista latera
con el maxilar desplazado
92
93
autores de habla inglesa (Fig. 94). La faz dorsal del uropatagio se halla revestida de pe-
los igual como en el borealis bonariensis. A las diferencias de
cercano pariente Lasiurus
coloración que es dable reconocer entre murciélago gris y el murciélago colorado
el
se agregan todavía el reborde negro del pabellón auricular en L. cinéreas, que contrasta
con la misma zona en tonos bruno-pálidos en L. borealis.
El cráneo del murciélago gris (Fig. 92) se reconoce con facilidad atendiendo a los
incisivos de su mandíbula inferior, que ofrecen una sola cúspide con la excepción del
primer incisivo, más anterior, tricuspidado, semejante en su construcción a los 3 inci-
sivos anteriores de L. borealis bonariensis, provistos todos de 3 vértices.
Montt
frontera septentrional hasta Puerto 93) en una zona, por tanto, que coinci-
(Fig.
de con el área distribucional de L borealis bonariensis. Como esta otra especie, se en-
cuentra también representada a través de todo el Norte, Centro y Sudamérica.
94
FAMILIA AÍOLOSSIDAE
Se les designa con el nombre de murciéla- 182 1 hlyctinomes Gray. London Medie
go de cola de ratón. Muestran grandes Repos. I 5:299.
diferencias de tamaño, se caracterizan por
1822 Nyctinomia Fleming. Philos. Zool.
su pelaje suave, lino, no largo, de tonos
2: 178.
oscuros. Los rasgos cefálicos recuerdan a
los vespertilios, la boca es grande. Las ore-
1825 Dinops Savi. N. Giom. Lett. Pisa
rior de la cabeza uniéndose entre si en for- 1842 Mops Lesson. Nouv. Tabl. Regn.
ma más o menos visible. El nombre de Anim. : i 8.
Somiol. :5 5.
Am. Mer. Atlas Zool. Pl. 10. Figs. 3-5.
95
TADARIDA BRASILIENSIS (GEOFFROY, 18 24). "Murciélago común"
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Geoffroy, 1824, describe Njctinomus brasiliensis, de Brasil.
Gervais, 1847, describe en Gay, un murciélago moloscido de Chile, bajo el nombre de
Molosus nasutus.
Thomas, 1861, rebautiza a Molosus nasutus como Njctinomus nasutus.
Dobson, 878, vuelve a reconocer como valedera la designación aplicada por Geoffroy
I
El cráneo se caracteriza por una zona facial muy ancha y aplastada dorso ventral-
mente (Fig. 96).
El fieltro de su pelaje, corto pero sedoso, presenta un obscuro color café grisáceo
por el dorso, que se aclara en algo sobre el vientre. Al lado de los individuos con esta
Fig. 95. Tadarida brasiliensis (Geoffroy), vista ventral con las extremidades e.xtendidas
96
Fig. 96.
Cráneo de Tjdarida
brasiliensis en vistal lateral
coloración corriente aparecen ejemplares aislados muy claros, de tono ocráceo que ya
fueron descritos como variantes individuales por A. Cabrera (1903). Hemos consta-
tado una segunda morfosis melánica, en la Quinta Normal-Santiago, cuyo ambiente
notoriamente húmedo y frío se traduce directamente en un ropaje rico en negras
eumelaninas.
blemente, a la especie que ha contraído las relaciones más estrechas con el hombre, y
97
I
70 6Í
rupestris
darwinj
vaccarum
98
no pecamos de exagerados cuando la calificamos como una forma que sigue al hombre
en su distribución. Se observa, en efecto, que la colonización de nuevos parajes trae
en un segundo término, y como una consecuencia, el aparecimiento de Tadarida. Como
guarida diurna prefiere este murciélago, a todo otro refugio, los techados y aun el inte-
rior de piezas abandonadas.
al extremo de forzar la evacuación de las casas
Sus aglomeraciones suelen llegar
que hacen inhabitables por el penetrante olor a almizcle que expelen los murciélagos,
cuyo continuo y ruidoso trajín por los entretechos contribuye a hacerlos insoportables
cuando se presentan en colonias muy grandes.
Abandona sus refugios con el caer del sol para dedicarse a la captura de insectos en
la vecindad de los poblados. Llama sin embargo la atención que su presencia no parece
ciélago.
Las casas habitadas por Tadarida se reconocen de inmediato por tres síntomas
esenciales como lo son: su olor tan específico, la presencia de crotines en el suelo bajo
las entradas que frecuenta, en el trecho y, en tercer lugar, por las manchas grasosas de
las paredes que reciben el impacto de su cuerpo cuando se dispone a penetrar en el
interior de la techumbre.
Llama la atención que este murciélago, tan grande y tan fuerte, convive, sin embar-
go, mansamente y en las mejores relaciones con los pequeños Mjotis, que se alojan
igualmente con frecuencia bajo los tejados.
Si bien el pelaje de Tadarida es corto, se dispone sin embargo en una densidad tal,
que brinda una cubierta aisladora lo suficientemente efectiva para garantizar su exis-
tencia en regiones de temperatura baja (Valdivia: temperatura media de invierno
7,8°C en julio; media de verano i6,7°C en enero).
A pesar de su origen tropical, que no requiere desarrollo de mecanismos hiberna-
les, cae el murciélago común en profundo letargo de invierno, en el Centro y en el Sur
99
Por otro lado logra avanzar Tadarida sobre sus patas posteriores y antebrazos con
asombrosa agilidad en el terreno (Fig. 98). Su columna lumbar, de vértebras diferen-
ciales, muy distinta al segmento fusionado en nuestros vespertiliónidos, permite las
amplias excursiones de la zona pelviana, imperativo funcional para este tipo de lo-
comoción. Un firme peroné conduce, por su parte, a movimientos de rotación en la
pierna que ya recuerda a las condiciones dinámicas en el vampiro Desmodus. En el ante-
brazo, que soporta en conjunto con el miembro posterior al cuerpo durante el correr,
se manifiesta esta notabilísima capacidad por el desarrollo de un cubito, bien indivi-
dualizado, que contrasta con el filamento óseo, fusionado al radio, que lo representa
en la inmensa mayoría de los microquirópteros.
En acuerdo con estas posibilidades de translación especializadas se observa a
Tadarida ocasionalmente aun en el acto de capturar presas sobre el suelo, situación
llamativa que la distingue fundamentalmente de otros quirópteros, que solamente
aceptan presas en pleno vuelo.
Las avanzadas capacidades de vuelo en el murciélago común pudieran ofrecer
también la clave de su temprana aparición en tardes de verano donde se le suele obser-
var en actividad apenas oculto el sol y por consiguiente a plena luz crepuscular. Por
otro lado, regresa esta especie tardíamente cuando la mayor parte de nuestros murcié-
lados se han recogido a sus cuarteles diurnos. También en otros países se ha señalado
esta aparente relación entre la mayor o menor perfección de los mecanismos dinámi-
cos y la hora de aparición del quiróptero. Algunos autores ven en el vuelo más tempra-
no y prolongado de los grandes voladores una expresión de su más intensa «actividad
espontánea". Otros investigadores relacionan el horario de vuelo con las costumbres
de sus presas (Eisentraut, 1937). Sin embargo, nos parece sugestivo relacionar más
bien esta aparición temprana, bajo condiciones de iluminación que permiten aún la
Fig. 98.
Andar cuadrúpedo en
Tadarida brasiliensis.
Fig. 99.
Tadarida brasiliensn, se
observan los ojos
voluminosos
característicos de la
especie.
actividad de aves predatoras, con sus posibilidades de evitar los ataques de esos victi-
marios, logrando conquistar de esta manera los múltiples insectos crepusculares sin
caer en las garras de los enemigos plumados.
La alimentación preferentemente en lepidópteros nocturnos y coleópteros
se basa
mayores, a los que se menor tamaño.
agregan en un segundo término insectos de
La boca ampliamente hendida y los dientes poderosos con incisivos particularmen-
te fuertes, hacen posible una prehensión efectiva y una molienda completa de este
tipo de presas de cierto volumen.
Las hembras dan a luz su cría única en los meses de primavera entre agosto y no-
viembre. Esta fecha de parición se adelanta, como es de comprender, en las zonas más
cálidas de nuestro país, para atrasarse en algunas semanas en su limite austral de dis-
tribución.
La extraordinaria adaptabilidad de Tadarida a situaciones novedosas y desconoci-
das, habla bien en claro de ajustamientos psíquicos elevados que contrastíin frente al
automatismo que rige la conducta de otros murciélagos chilenos. Tanto su andar sobre
el substrato como su aceptación de presas en el terreno revelan estas características de
ductilidad en el comportamiento. Salta a la vista que el murciélago común se acerca
en este sentido, de tan grande importancia biológica, a las condiciones extremas pre-
sentadas por Desmodus. A diferencia de otros murciélagos chilenos manifiesta Tadarida
un buen desarrollo relativo de los mecanismos visuales, que se traduce en ojos bien
voluminosos (Fig. 99)-
Las relaciones que se establecen entre Tadarida y los intereses humanos son evi-
dentemente de dos órdenes diversos y contrarios. Por un lado trae así ventajas directas
el control que ejerce murciélago común sobre los insectos, en la vecindad de las
el
habitaciones humanas, bien debemos mantener presente el hecho que los zancudos
si
i
En Chile no se ha llegado aún a la explotación de sus depósitos de guano, que pue-
den alcanzar una importancia económica bien marcada, como enseña el ejemplo de
otros países.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Thomas, 893, describe M. kalinowskii, de Perú tropical.
i
Fig. 101.
Cráneo de Mormopterus
kalinowskii, vista lateral
con el maxilar desplazado.
103
.
Fig. 104.
Esquema de pulmones de Tadarida y
Mormopterus.
BIOLOGÍA: El exiguo número en que hemos observado a este murciélago en Chile pa-
rece asignarle una función social de escasa importancia. Sin embargo, debe recordarse
que el ambiente desértico que le brinda Tarapacá, es pobre en insectos voladores,
cuyas poblaciones, de por sí reducidas, se ven
así expuestas a sufrir con especial sensi-
'05
ORDEN EDENTADOS
Mamíferos de talla pequeña o mediana; carnívoros o herbívoros. Vértebras torácicas
y lumbares con apófisis articulares accesorias. Plantígrados. Dentición reducida, con
elementos dentarios muy semejantes entre sí (homodontia), desprovistos de esmalte.
Se reconocen nítidamente dos subórdenes: Palaenodonta y Xenanhra. El primero
de estos subórdenes se extinguió ya en el Eoceno, en tanto que el segundo se ha conser-
vado en la fauna contemporánea, comprendiendo actualmente a osos hormigueros
( Myrmecophagoidea), perezosos (Eradjpodoidea) y quirquinchos ( Dasjpodoidea ).
En Chile
encuentran solamente representantes de la superfamilia Dasjpodoidea,
se
que avanza a este territorio en las zonas marginales de la Puna y de la Estepa Patagónica.
Su presencia no aporta, por tanto, elementos característicos de la fauna "propiamente
chilena".
Durante el Pleistoceno habitaba en el extremo patagónico de Chile un gigantesco
Mjlodonüdae del género Mylodon, cuyos restos se encontraron en la Cueva del Milodon-
te, vecina al seno de Ultima Esperanza. Igualmente se han encontrado restos de Me-
SUPERFAMILIA DASYPODOIDEA
Incluye las numerosas especies de armadi- El pelo distribuido ralamente es largo 4
líos, conocidos también como quirquin- y reviste las partes blandas; en el capara-
chos o tatúes. Se caracterizan por un zón y tarsos los pelos son tiesos, cerdosos
caparazón firme de origen conjuntival y escasos; en algunas especies faltan. Las
formado por una serie de placas yuxta- especies son terrícolas de hábitos cavado-
puestas ordenadas en filas transversales. res como se puede deducir de la mera ob-
Existe un escudo cefálico y la cola está servación de sus fuertes extremidades an-
revestida por placas. Las bandas son mó- tenores y sus poderosas uñas.
viles, articuladas, que permiten una ma- ^ , , i. . 1.
p, .1.1.1 r-i 1
Daív-podoideci, se encuentra dividido en
yor o menor rlexibuidad del cuerpo, hl
I 1
^ ... ^, , ^
^
,1 ,
.
r- , 1 1/ 1 .
de las cuales solamente la ultima se en-
piel lirme, con algunas placas dérmicas que , „, .,
'
1 .11 cuentra representada en Chile.
se concentran en la cara y extremidades. '
FAMILIA DASYPODIDAE
Esta familia contrasta con la anterior por sal posee una separación nucal con res-
su pelaje hirsuto, además el caparazón dor- pecto al escudo cefálico.
En Chile se encuentran tres géneros.
io6
Clave de los géneros chilenos Se caracterizan por sus orejas grandes, sus
cerdas notablemente fuertes, el escudete
1. Cola más larga que la longitud cabeza- cefálico más ensanchado. Se conocen tres
tronco Euphractus especies de las cuales exclusivamente
Cola más corta que la longitud cabeza- nationi se encuentra en las altiplanicies del
tronco 2 norte de Chile.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Los pelos, largos e hirsutos (Fig. 106), que se implantan entre las corridas del
caparazón escamado, presentan un color gris-amarillento, enteramente semejante a
los tonos que imperan en la armadura misma. Estos colores están sujetos a una amplia
variación individual, en estrecho acuerdo con los pigmentos vegetales ingeridos con los
productos alimenticios. En nuestras experiencias con ejemplares cautivos manifesta-
ron un efecto particularmente evidente, en este sentido, los carotenos de zanahorias
suministradas en gran cantidad, que lograron teñir a los quirquinchos de anaranjado,
en pocas semanas.
107
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: En i94í recolectamos Cbaetopbractus nationi por prime-
ra vez en la Puna de Tarapacá, analizando este hallazgo en una publicación del mismo
año (Mann, i945). Fn el curso de los últimos años hemos tenido ocasión de obtener
un número elevado de ejemplares, siempre en las mismas zonas de la Alta Puna de
Tarapacá ( Fig. 107).
La zona de vida de esta especie se extiende, sin embargo, también hacia el Sur
como atestigua un ejemplar obtenido por el Dr. Víctor Bertín, de la Dirección General
de Sanidad, que proviene del Altiplano chileno en la provincia de Antofagasta.
Fuera de nuestro país se distribuye este quirquincho por las "mesetas de altura" de
Bolivia y del noroeste argentino, cuyas planicies integran con la puna chilena un mismo
medio de vida, particularmente homogéneo (Fig. 108).
BIOLOGÍA: El quirquincho de
puna ocupa un ambiente perfectamente definido sobre
la
sables para mantener las funciones mínimas durante el sueño invernal. La hibernación
se realiza en el seno de las profundas cuevas que excava el quirquincho bajo la protec-
ción de los arbustos de "tola" que frecuenta.
En el aspecto dinámico representa Cbaetopbractus nationi a un mediano corredor,
pero, sobre todo, a un cavador eximio.
La construcción aplastada de su caparazón ya pone de relieve esta situación en
acuerdo con las interpretaciones de H. Krieg ( 1929), quien reconoce en las formas de
108
Fip. 11)5. C/iuflophrucfu» ncji/oíi/ (Thumas), en vista lateral
Flg. 106.
Aspecto general hirsuto de
ChaewphrüLtus naiioni.
''Vv 70
Fig. 10 7.
caparazón elevado a los buenos corredores, que contrastan con las especies de quir-
quinchos de configuración aplanada, cavadoras por excelencia (Figs. 109, 110).
Las funciones del cavar corren por cuenta de las manos que desempeñan la labor
más efectiva en este sentido, a cuya realización colaboran, en un segundo pl mo de
importancia, los pies y la trompa nasal.
La construcción de estos diferentes segmentos cuenta con los más avanzados ajus-
tamientos estructurales para su labor especifica. Los miembros anteriores están dota-
dos, en efecto, de una musculatura poderosísima, especializada para la ejecución de
los movimientos de abducción que llevan a la mano atrás y afuera, lanzando paladas
de tierra durante el cavar, en una forma muy similar a la que se observa en los topos del
Viejo Mundo. El voluminoso músculo tríceps así como el músculo deltoides colaboran
en este mecanismo, cuya importancia se reconoce en sus extensas palancas de inser-
ción, representadas por la apófisis anconeana (olécranon) del cubito y la cresta deltoi-
dea en el húmero, respectivamente (Fig. ). Cubito y radio, pesados v firmes, ofre-
i i 1
cen sólida implantación para los músculos extensores y flexores de la mano, cuva acción
es fundamental en el cavar. En el tendón del músculo flexor común profundo de los
dedos, aparece aun un gran hueso sesamoideo, provisto de auténticas facetas articulares
para los huesos carpianos que sobremonta.
En la mano misma se reconoce la influencia selectiva del cavar, tanto en su ancho,
como en lasenornnes garras de los cuatro dedos externos. La poderosa musculatura del
miembro anterior, actuando a través de los huesos, cortos a la vez que anchos, real i/a
la doble función de barreta y de pala, abriendo una brecha en el terreno. La tierra sue!
Fig. 109.
Vista anterior de
Chaetophractus
nationi.
ttmmmLt
ta, que va siendo acumulada de este modo, debe ser lanzada, en un segundo término,
hacia atrás por los miembros posteriores, que despejan asi el campo de trabajo. Tal
funciíin, de secundaria importancia, se espeja sobre los rasgos morfológicos del tren
posterior, especialmente en los huesos con salientes crestas de inserción muscular, así
como en la lunciiin de libia y peroné, soldados por los extremos proximales v distales.
Rsta tendencia, hacia la firmeza, la consolidación y el desarrollo de grandes masas mus-
culares, no alcanza, sin embargo, los extremos representados por el miembro anterior,
deteniéndose en una posiciíin intermediaria todavía compatible con las funciones del
correr, que debe desempeñar igualmente el tren posterior.
La intcrvencicin que cabe, finalmente, a la trompa nasal durante el cavar, se tradu-
ce anatcimicamente en la presencia de planchitas óseas que refuerzan a las paredes
externas de la prolongada nariz.
Fl régimen alimentario de Chaetophractus nationi es pronunciadamente omnívoro,
con evidente preferencia por insectos y otros invertebrados. En su ambiente natural
de la Puna, busca raíces tiernas y los artrcipodos terrícolas, que dominan en esos para-
jes trios y ventosos sobre las formas voladoras. Bajo las condiciones artificiosas de
cautividad acepta una gama indefinida de alimentos diferentes, desarrollándose en muy
buenas ccjndiciones con sobras de comida. Llama la atencicin que digiere completa-
mente verduras crudas, como las zanahorias, que saborea con fruición.
Los dientes de este quirquincho omnívoro saltan a la vista por su firmeza y, lo que
es más importante, por su indiscutible diferenciacicin funcional, que ha conducido en
la mandíbula inferior al distingo de elementos prehensores, pequeños, semejantes ¿a
Fig. IH,
Cráneo de C Tid.-t.'^/irjitm
";5
Fig. 1 14.
Cráneo de Chaetophrünu
nationi en vista lateral.
Flg. 115.
^^
Cráneo de Chaeíophrjctus nationi en vista ventral
los machos en época de celo, que se manifiesta en gritos agudos y roncos estertores.
la
114
El comportamiento de Chaetophroctus nationi pone de relieve las mismas acciones
estereotipicas que han sido reconocidas como características en otros quirquinchos
por muchos autores. Ciegos reflejos de huida, desconectados de la constelación espe-
cifica delmedio, dominan también aqui en los ejemplares recientemente capturados,
intentos de cavación sobre el cemento o en rejillas de fierro pueden desembocar así,
por su automática repetición, en graves mutilaciones del cautivo. Basta acercarle, sin
embargo, un pocilio con alimento para que se entregue, impulsado por este nuevo
estímulo, repentinamente a una voraz ingestión, revelando por este comportamiento
incoherente un nivel psíquico extraordinariamente bajo, basado en cuadros de reac-
ción aislados uno del otro v desencadenados por la voz estimulante que prima sobre
TUCUMANUS (THOMAS).
El género es monotípico y se caracteriza 1907 Dasvpus sexcinctus tucunianus Tho-
por una especie de tamaño grande, con mas. Ann. Mag. Nat. Hist. (7): 2 o,
placas cefálicas y del caparazón muy grue- i6í.
sas con contornos más sencillos y definidos 1957 Eupbractus sexcinctus tucumanus Ca-
que en las especies anteriores. Las orejas brera. Rev. Mus. Arg. Cien. Nat.
son alargadas y la cola notablemente larga. 4(i):2i6.
'5
EUPHRACTUS SEXCINTUS LINNAEUS, 1758. "Peludo"
116
ZAEDYUS PICHIY (DFSMARF.ST, 1804). «Piche"
SUBFSPFCIES CHILENAS:
HISTORIA DE SU CONOCIMIEhJTO:
Desmarest, 1804, describe Loricatus pichij, del noreste argentino.
Fischer, 1814, define a este quirquincho como Dasypus ciliatus.
Gav, 1847, afirma que Dasjpus minutus (sinónimo de Dasjpus ciliatus), suele ser intro-
ducido en Chile.
Ameghino, 889, incluye la especie minutus en el género Zaedyus.
i
Wolffsohn, 1921, señala quirquinchos chilenos de Río Colorado (Los Andes) y San
Fabián de Alico (San Carlos), bajo la designación de Zaedyus minutus.
Thomas, 1928, describe la especie caurinui del género Zaecí/u5.
Yepes, 1928, establece prioridad de pichiy sobre minutus y define con ello a Zaedyus
Pichiy.
Schneider, 1955, cita ejemplares de Zaeti/ujpicyii/, de Chile Central.
Yepes, 1935, reconoce como subespecie a Zaedyus pichiy caurinus, que correspondería
a la forma que invade Centro de Chile (ejemplares de Wolffsohn v Oliver Sch-
el
•'7
t
Al lado de Euphractus sexcinctus. introducido en Chile Central, se marca como dife-
rencia apreciable la larga cola de este último, que sobrepasa en longitud a
la mitad de
cabeza y cuerpo, en tanto que alcanza a alrededor de un tercio en Zaedyus y.Chaetophrac-
tus (Fig. I i6).
118
"9
DISTRlBUCIOhl GEOGRÁFICA (Fig. ii8): En Chile se han encontrado ejemplares de
dos subespecies de este quirquincho: Zaedyus pichij caurinus Thomas, en valles de altu-
ra en la cordillera Central, y Zaedyus pichij pichij Desmarest de la estepa patagónica.
La primera de estas razas geográficas fue reconocida en territorio chileno por Wolff-
sohn (192 I) y Oliver Schneider (i935)- Más tarde define Yepes la subespecie precisa
de este quirquincho. Osgood (1943) indica a Zaedjus pichij en una lista de especies
introducidas al país. No cabe duda que se trata de una forma que penetra activamente
por valles cordilleranos hacia Chile y que no ha sido introducida pasivamente.
Z. p. pichij Desmarest ha sido recolectado por primera vez en este país, por María
Codoceo, en 1956, en Chile Chico (Lago Buenos Aires), donde fuera antaño común,
escaseando en la actualidad por la persecución de que se le hace objeto en procura de
su sabrosa carne. Informaciones de pobladores indican su presencia en toda la estepa
patagónica continental chilena.
Al igual como Chaetophractus nationi representa Zaedjus pichij a todas luces, un in-,
En la fauna autóctona de Chile faltan los Sciuromorpha (ardillas), condición ésta relacio-
nada con el cinturón desértico septentrional, que ha opuesto una eficaz barrera al paso
de estos roedores, eminentemente arborícolas, hacia las regiones boscosas del centro
y sur de Chile. Los Myomorpha se han establecido en Chile en una amplia diversidad
de formas, invasores desde el Norte, en el Plioceno o en épocas más modernas. Los
diferentes géneros de Hystricomorphae chilenos representan descendientes de un an-
tiquísimo conjunto de roedores, cuyos orígenes se pierden más allá del Mioceno. Las
formas chilenas actuales acusan un sello de primitividad muy evidente, correspondién-
doles posiblemente la condición de relictos, que han encontrado en Chile una isla
eficientemente aislada en contra de la invasión de formas más modernas y mejor ajus-
tadas para triunfar en la concurrencia vital.
Con un b
.
Spalücopus
tlifjmodontia
Pelaje no absolutamente negro . . 8
Sin cojinetes de pelos en la planta . 19
8. Vértice caudal con pincel de cerdas
1 9. (barras de las manos muv largas, so-
9
brepasan la longitud de los dedos . 20
Vértice caudal sin pincel de cerdas .
I I
Ctenomjs
11. Incisivos con fuerte surco anterior . 2 1. Longitud total superior a 210 mm,
I 2 con cerdas duras en la base de los or-
Incisivos sin surco anterior . .17 tejos 2J
1 2. Cola más larga que la longitud cabeza Longitud total menor a la anterior;
tronco Irenornys
sin cerdas duras en la base de los orte-
FAMILIA CRICETIDAE
Difieren de los Muridac por su pelaje más Huambo en el norte de Perú, a lo largo
variado, largo y sedoso, orejas cubier- de Chile, Argentina hasta el territorio
ta parcialmente de pelo, lo mismo en la de Magallanes. Tres razas geográficas
cola. Pertenec«n a esta familia además han sido señaladas para Chile.
de los géneros autóctonos el género On-
Clave de las subespecies chilenas
datra, introducido del hemisferio norte
por razones de industria pelífera. 1. Cola con una línea negra v estrecha
en la cara inferior (2)
Cola bicolor, sin línea negra inferior .
I9j8 Orjzomjs Baird. Rep. Expl. Suw. 2. Dorso fuertemente oscuro; cola cla-
Railr. Pacif. 8(i):458.
ramente mavor que la distancia cabeza
Especie tipo: Mus palustris Harían. tronco; más de 20 mm philippi . .
agilidad. En Chile se encuentra una so- 1900 Mus macrocercus Philippi. An. Mus.
la especie. Nac. Chile. Zool. (i4)-io- Pl-
10. Fig. 2.
1900 Mus nigribarbis Philippi. An Mus.
mOKYZOMYS LONGICAUDATUS '2.
(BENNETT) Nac. Chile. Zool. (i4):B'- Pl-
Fig. I.
1832 Mus longicaudatus Bennett. 1900 Mus sahator Philippi. An. Mus. Nac.
Proc. Zool. Soc. London: 2. Lo- Chile. Zool. (i4):32. Pl. 12. Fig. 3.
calidad tipo: Chile (¿Valparaíso?). 1900 Mus melanizon Philippi. An. Mus.
Se han descrito seis razas geográficas Nac. Chile. Zool. (i4):39. Pl- i6-
123
I900 Alus Jiminutivus Philippi. An. Mus. 1900 Muí awbljrrhjnchus Philippi. An.
Nac. Chile. Zool. (i4):43- Pl- '7- Mus. Nac. Chile.: 36. Pl. 25. Fig. i.
Fig. 7. 1900 Mus (Rhipidomjs) araucanus Phi-
1900 Mus afjilis Philippi. An. Mus. Nac. lippi. An. Mus. Nac. Chile. :46. Pl.
Chile. Zool. (14):44. Pl. 17. Fig. 2. 19- Fig. 3.
1900 Mus pernix Philippi. An. Mus. 1900 Mus fjlaphyrus Philippi. An. Mus.
Nac. Chile. Zool. (i4):48- Pl- 2o. Nac. Chile. :5i. Pl. 21. Fig. 3.
aORYZOMYS LONGICAUDATUS
D ORYZOMYS LONGICAUDATUS
PHI LIPPII (LANDBECK)
MAGELLANICUS (BENNETT)
1958 Mus Philippi Landbeck, Arch. Na-
1835 Mus magellanicus Bennett. Proc.
turg. 24(i):8o. Localidad tipo: Val-
Zool. Soc. London. :i9i. Localidad
divia.
típica: Puerto del Hambre, Ma-
188 I Hesperomjs (Calomjs) coppingeri
gallanes.
Thomas. Proc. Zool. Soc. London:
1932 Orjzomjs longicaudatus magellani-
4-
cus Gyldenstolpe. Kungl. Sv. Ve-
1900 Mus dumetorum Philippi. An. Mus.
tensk Handl. i i
(3): i i
Subespecies chilenas:
O. I. longicaudatus bennett., 1832. "Lauchitade los espinos"
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Bennett, 1832, describe Mus longicaudatus, de Chile (
= O. /. longicaudatus).
Bennett, 1835, describe Mus magellanicus, del Estrecho de Magallanes { = O. I. mage-
llanicus).
124
Philippi y Landbeck, 1858, describen Mus philippi Landbeck, de Valdivia (:0.
/. philippii).
Elcráneo de Orizomjs ¡ongicaudatus (Fig. 119) se reconoce con cierta facilidad en-
tre los demás cricétidos chilenos por la superficie de los molares, que cuentan hasta
avanzada edad, con redondeados mamelones de esmalte, diferentes a las planas
superficies de molienda, dotadas de aristas esmaltadas, que distinguen al resto de
nuestros cricétidos.
125
Longitud total .... 177-245 mm
Cola 107-148 mm
Tarso 25-30 mm
Pabellón auricular . 15-16 mm
Longitud total del cráneo . 23- 26,7 mm
Longitud basal del cráneo . 21-25 mm
Ancho cigomático .
12- 13,8 mm
Fig. 1 19.
Cráneo y estructuras
dentarías de Oryíomys
longicaudatuí (Brennett).
(S) superior, (I) inferior;
(ex Cjyidenstolpe).
126
Fig. 12(1.
Relación entre temperatura ambiental v
I
°. La subespecie típica — Oryzomys longicaudatus longicaudatus Bennett — ocupa
elsegmento Norte y Central de Chile (Atacama a Curicó).
2°. Desde Curicó hasta la latitud 5i°S aparece una raza más obscura: Orjzomjs longi-
127
hacen presente también en pequeña proporción, individuos de cola provista de una
raya ventral negra. En la subespecie Oryzomjs ¡ongicaudatus magellanicus, más aus-
tral, se impone esta condición mutacional en la gran mayoría de sus representantes,
cuya cola igualmente aparece nítidamente disminuida en longitud. Dadas las con-
diciones ambientales, tan drásticamente contrastadas en que se desenvuelven las i
subespecies, es de admitir que cada una de ellas ha desarrollado modalidades de
conducta muy propias y ajustadas al medio, que la aislan tocogenéticamente de las
razas vecinas, entrabando con ello el libre fluir de genes de unas a otras poblaciones,
fenómeno que asegura la conservación de las mutaciones en las distintas poblaciones
de razas geográficas.
tiplica en llamativo exceso como respuesta a la rica alimentación que le brindan las
semillas de la quila (Chusquea quila Mol.), cuya floración se desencadena en períodos
de más o menos ocho años. Bajo la influencia de esta alimentación sobreabundante
(probablemente rica en vitamina E), aumenta el ritmo reproductivo de esas lauchas,
que inundan en el plazo de muy pocos meses su territorio. Desafortunadamente coin-
cide ya esta acmé en con la desaparición del alimento responsa-
su curva de población
que se secan y mueren las bambusáceas tras de su floración.
ble de ella, en atención a
Dado el hecho que también otros roedores cricétidos competidores, como Irenomjs
y Akodon, se propagan en proporciones semejantes, se agudiza ai extremo el proble-
ma de la sobrevida de sus enormes masas poblacionales. Comienza entonces una in-
vasión por ejércitos de roedores, que emigran enloquecidos por el hambre, para
penetrar en los poblados mismos del hombre, donde provocan grandes perjuicios y
molestias. Sin embargo, declina rápidamente y en pocas semanas la población de los
invasores muere por razones aún no del todo esclarecidas; bruscos cambios de
alimento, hambre e infecciones bacterianas parecen ser su causa. La aparición explo-
siva de verdaderas plagas de este roedor, recuerda las invasiones por el Lemming
'
128
Figs. 121, 122 y 123.
Contraste ambientales en la
zona de vida de Orjzomys I.
longuauJütus y Oryzomy. I.
philippii en Chile.
Fig. 12 1.
Jaral de Copiapó.
Fig. 12 2.
Fig. 12 3.
un espesamiento discreto del pelaje en los representantes de las zonas más frías del
país.
La grácil silueta corporal (Fig. 125)' ^^ extendida cola y los miembros muy largos
revelan, un plano anatómico, las habilidades dinámicas de O. ¡on^icaudatus.
va en
Avanzadas posibilidades de trepación y, sobre todo, notable capacidad de salto ca-
racterizan a esta especie. Esta última posibilidad llama tanto más la atención cuanto
que aparece sólo muy raramente en múridos sudamericanos (Bócker, 19 Í7)- Sus
pies muy alargados, cargan con el peso de este modo de translación. Resulta bien su-
gestivo respecto que los agricultores de ascendencia germánica en el sur de Chile,
al
Fig. 1 24.
'>Taco« de pelos de Orvzomyi ¡ongicaudatus
extraído del estómago de una trucha (Salmo tario).
130
^i
Fig. 12$.
Fjemplar siapiel de
Orjzomys lonaicduJatus,
se aprecia la cola v los
miembros muy largos.
Ya más arriba hemos llamado la atención sobre los molares de Orjzomjs que dis-
tinguen laucha frente a las demás chilenas. Las superficies de molienda apare-
a esta
cen aquí, en efecto, con redondeados mamelones de esmalte que reemplazan en es-
tos dientes ))bunodontos« a los espacios de oclusión de dentina rodeada por el replie-
gue de esmalte en los otros cricétidos nuestros.
El estómago cuenta con un amplio saco cardial (Fig. 126), revestido por epite-
lio esofagial pavimentoso. Desde la abertura cardial conduce una gotera esofágica,
poco marcada, directamente hacia el estómago pilórico. El ciego, bien grande y volu-
Fig. 1 2b.
Tracto digestivo de Oryzomys.
(C) cardias, (E) esófago,
(D) duodeno, (P) antropiloro,
(R) recto, (O) ciego.
131
Bajo condiciones de alimentación favorables se depositan en otoño cojines
de grasa anaranjada sobre las caderas v en el espacio interescapular, que son reservas
para el invierno.
La madre teje un nido arbóreo con briznas de paja, o, más frecuentemente, entra a
ocupar un nido de pájaro abandonado. Al igual como Marmosa elegans (véase pág. 19).
elige con preferencia a este fin los espinudos hogares que construye el «canastero"
con ramas de espino Acacia caven Mol.) y de trevo (Trevoa trinervis Miers).
Entre los cricétidos chilenos resalta Orjzomjs por una extraordinaria vivacidad,
que bien puede estar determinada, por su vida diurna, contrastada frente a la exis-
tencia nocturna de la mayor parte de nuestros múridos.
Fig. 12 7.
132
. .
Solamente en sus "invasiones", resultados del florecer de las quilas (véase pág.
1 como un problema económico v, más que nada, sanitario. La rápida de-
JO), aparece
clinación normal de las poblaciones asi aumentadas soluciona, sin embargo, este
problema sin intervención de otras medidas más activas.
2. Zona medio dorsal con visos brunos Bulas auditivas pequeñas . . olivaceus
¡ongipilis
Zona medio dorsal sin visos brunos . D AKODON OLIVACEUS OLIVACEUS
berlepschii (WATERHOUSE)
3. Tamaño del cuerpo y cabeza mayor
que I 1 5 mm longipilis 1839 Mus renggeñ Waterhouse. Zool.
Tamaño del cuerpo v cabeza menor Voy. Beagle : i
5 Pl. i
í F. i
'33
igoo Mus trichotis Philippi. An. Mus. 1872 Mus brevicaudatus Philippi. Zeisch.
Nac. 14:18. Pl. 5- Fig. I. Gesam. Nat. 6:446.
1900 Mus vinealis Philippi. An. Mus 1900 Mus Joncki Philippi. An. Mus.
Nac. 14:24. Pl. 7. Fig. j. Nac. 14:20. Pl. j. Fig. 4.
1900 Mus (Oxymycterus) landbecki Phili- 1900 Mus chonaticus Philippi. An. Mus.
ppi. An ¡VÍus. Nac. 14:26. Pl. 8. Nac. 14:24. Pl. 7. Fig. 2.
Nac. 14:38. Pl. ig. Fig. 3. 1943 Akodon olivaceus braciotis O^ood.
1900 Mus ruficaudus Philippi. An. Mus. Field. Mus. Nat. Hist. 30:173. ^i
Nac. 14:40. Pl. 17. Fig. I.
23-
>34
AKODON OLIVACEUS (WATERHOUSE), 18 57. «Ratoncito oliváceo"
SUBFSPECIES CHILENAS:
A. o. oliváceas Waterhouse, 1837.
A. o. pencanus Philippi, 1900
A. o. mocbae Philippi, 1900.
A. o. brachiotis Waterhouse, 1839.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, '838, substituye la designación de Mas oliváceas por Mus renggeri, in-
rus de Penco, Mas psilurus de Colchagua, Mus trichotis de Los Andes, Mus vinealis
•35
I
CARACTERES DISTINTIVOS (Fig. 1 28): Pequeña laucha de cola más corta que cabeza y
cuerpo. Pabellones auriculares pequeños. Pelaje bruno-grisáceo.
El cráneo de esta lauchita es delicado y cuenta con una caja cerebral de perfiles
redondeados (Fig. 129). Un discreto ensanchamiento de la región interorbitaria,
revela la importancia de la zona encefálica subyacente, representada por los bulbos
olfatorios.
-t -
Fig. I 29,
Aisén. Cabe tener muy presente, sin embargo, que sus individuos con dispersión
más septentrional, y que invaden entonces las zonas desérticas, siguen en su re-
partición, por lo general, los valles irrigados cubiertos de jaral. En el centro de Chile
y en su zona de vida austral se le encuentra desde la costa hasta los valles cordilleranos.
37
70 68
olivaceus
pencanus '°-
brachiotis
44
Las presiones selectivas muy diferentes con que se encuentra A oliváceas en su
extensa área distribucional en Chile, han conducido a la selección de razas geográ-
ficas más o menos precisadas. Así es dable reconocer en la actualidad 5 subespecies,
cuyo fundamento, genético-mutacional, puede presumirse. Al lado de la forma típi-
ca, A. o. oliváceas Waterhouse, del espinal centro-chileno y del jaral desértico sep-
tentrional, se reconoce asi la forma austral. A. o. brachiotis Waterhouse, de pelaje
muv oscuro, cola más larga (3/4 de
la longitud total en contraposición a 2/3 en Akodon
ejemplares de series extensas. Dado que los individuos de brachiotis v beatas mantie-
nen relaciones tocogenéticas-reproductivas sobre un amplio frente zoogeográfico
en el sur de Chile faltaría toda posibilidad de aislación cromosomal para ambas po-
blaciones, que mal pueden lograr asi una diferenciación efectiva en su espectro de
mutaciones.
39
Figs. I 32 y I H.
Ambientes de vida de
Oryzomys longicauJatus
y Akodon olivaceus.
5 2. Área del
1 litoral
de Tarapacá.
n
1 i ?. Selva austral
chilena.
tor de ajuste funcional ante las condiciones de irradiación lumínica en cada cual de
estos medios de vida. El alargamiento de la cola, que se opera en la raza sureña, aporta
otra diferencia con visos de adaptación, al facilitar una discreta trepación en las po-
blaciones de las selvas, que no se cumple en los parajes del centro y del norte de Chile,
donde se impone la cavicolía.
El papel social que desempeña el pequeño y tan abundante A. oliváceas, es
bien evidente, manifestándose en tres resultados más importantes. Por una parte
suele dañar así a la vegetación de la biocenosis que integra. Para el hombre se ma-
nifiesta esta realidad con especial énfasis cuando estas lauchitas invaden sus sembra-
dos, especialmente en años de »plagas de ratas« en el sur de Chile. Estas invasiones
periódicas en que interviene Akodon, Orjzomys y otros roedores, son, como hemos
140
OC
VALDIVIA
mm
450
400
350
Fig. I i I . 300
Extremos geográficos,
climáticamente antagónicos
250
habitados por Orjzomys
lonaicauJaWí v AkoJon olivaceui.
200
150
100
50
O E F MAM J J A S O ND E FM MI jIj|aIsIoInId
postulados va más arriba (véase pág. 128), la respuesta biológica de estos cricétidos
a las floraciones cíclicas de bambusáceas australes.
En los bosques centro-chilenos de peumo (Crvptocarya alba (Mol.) Looser), be-
lloto ( (Gav) Kosterm. ), boldo ( Peumus boldus Mol.) v palmera
BeilschmieJia miersii
(Jubaea cbilensis (Mol.) se espeja también la intervención de AkoJon en los
Baill),
frutos por él roídos, que rodean el pie de los grandes árboles (Fig. 34). i
De acuerdo con las posibilidades que ofrece un substrato anatómico así cons-
truido se desempeña A. olivaceus, en primer término, como forma cursora, v, en se-
141
gundo lugar, como cavador de modestas condiciones. Las poblaciones australes de la
raza brachiotis, con la cola más larga, se ensayan igualmente en una rudimentaria
trepación.
La alimentación de jesta laucha es omnívora v se basa esencialmente en semillas,
por un lado, e invertebrados —
en especial artrópodos —
por el otro. Sin embargo no
desdeña tampoco los neonatos de otros roedores y aun ataca, bajo condiciones espe-
ciales, como en la cautividad, individuos adultos de Orjzomjs y Phjllotis, que a pesar
de su talla mucho mayor, son dominados por el fiero y sanguinario Akodon (véase Mann
1945)-
Su tubo digestivo no presenta especializaciones definidas contando con un es-
tómago de amplia superficie glandular fúndica y con un intestino de ciego regular-
mente desarrollado. Los crotines de Akodon se reconocen con cierta facilidad por
su pequenez mm), su forma de huso con extremos generalmente agudos y la mez-
( i
Fig. I i4.
Frutos de Jubaea
thilensis roídos p<
Akodon sp.
142
Fig. 13 5.
Organización general
muscular de Akodon
olivaceus.
Fig. 1 i6.
vista anterior de
Akí^Jon olivaceus.
'43
AKODON XANTHORHINUS 194} Akodon xanthorhinus xanthorhinus Os-
(WATFRHOUSF.) good. Field. Zool. jo: 180.
Subespecies chilenas:
A. X. xaní/ior/7Ínu5 Waterhouse, 1837.
A. X. canescens Waterhouse, 1837.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
CARACTERES DISTINTIVOS (Fig. 137): Pequeña lauchita con una cola más corta
que cabeza y cuerpo. Pelaje café-rojizo. Alrededor de la nariz y en el dorso de los
pies se disponen pelos de color ocre-rojizos, muy característicos.
Las dos subespecies chilenas se distinguen entre sí a través del tono general
de su pelaje más pálido y grisáceo en A. x. canescens que en la forma típica de color bruno
más marcado.
Fig. 13 7.
Alíodon xanthorbinus ( Waterhouse),
vista lateral.
'45
Fig. 138.
Cráneo de Akodon
xanlhorhinui.
racteriza, según Fuenzalida (195:0), por temperaturas medias de alrededor 6,2°C; una
oscilacióntérmica anual muy reducida y precipitaciones que pueden sobrepasar
los 2.000 mm.
Bajo tales condiciones se desarrolla un bosque dominado por el roble
de Magallanes (Nothojagus betuloides (Mirb. Bl.), la lenga (N. pumilio (Poepp. et
)
VIENTOS LLUVIOSOS
Fig. 5 9,
I Áreas climáticas de las razas de Akodon xanthorhinus. Corte esquemático transversal a la altura
de Tierra del Fuego, zona de distribución de A. x. xanthorhinus y A. x. canescens.
Endl.) Krasser) v el ñirre (f^. cuvo lado suelen asociarse
antárctica (Forst.) Oerst.)i a
canelo (Drimys ninteri Forst.), leñadura ( Majtenus ma^ellanico Lam.). notro
( Em-
botbrium coccineum Forst.) y los cipreces ( Pilgerodendrom uvijera (D. Don.) Florín)
V Austrocedrus cbilensis (D. Don.) Fl. et Bout. Generalmente se desarrolla un estrato
medio del bosque bien pobre, que aun puede desaparecer y que se estructura con fre-
cuencia con los "calafates" del género Berberís v la »parrilla<< ( Ribes mageUanicutn
Poir. ). En medio de esta selva, y protegiéndose bajo sus troncos caídos y entre la
hojarasca, se desliza la existencia de A. x. xantborbinus (Fígs. 140, 141), que encuentra
aquí un refugio seguro v una mesa bien provista para su dieta omnívora.
Del todo diferente es el ambiente pampeano ocupado por A. xantborbinus canescens
(Fig. 142) que habita las abiertas estepas al este de la Patagonia v de Tierra del Fuego.
Las mesetas de estos territorios reciben vientos que ya han descargado su contenido
en vapor de agua v cuya función resulta con ello definidamente secante, de tal ma-
nera que se estructura un clima con precipitaciones de 30 a 45 anuales, que se mm
distribuyen con notable uniformidad por todos los meses del año. La temperatura
pareja ofrece una media entre 6 y 7°C, con extremos de 2 y 2°C. Tal clima permite el
i
desarrollo de estepas de gramínea con alto valor de cubierta, cuya densidad suele
ocultar del todo al sustrato. Su fisonomía recuerda muy de cerca el aspecto de la vege-
tación en el Altiplano del norte chileno, dominando, aquí como allá, gramíneas en
champa de los géneros Festuca, Poa, Hordeum y Eljmus. Asociaciones arbustivas reempla-
zan en parte a la estepa de gramíneas con espesuras de Senecio sp.; »sarcilla« (Berberis
empetrijolia Lam.); »mata negra" (Cbiliotricbium dijfusum Forst.); (Baccbaris mage-
llanica Lam.); Empetrum rubrutn Vahl. A. xantborbinus canescens labra sus galerías
entre los arbustos v las gramíneas de esta estepa que le ofrece favorables condiciones
de existencia.
Rg. 140. Zona de bosques magallánicos, habitat Fig. 141. Fxotopo de zonas de bosques magallánicos.
de AkoJon x. xantborbinus.
'47
Fig. 142. Fstepas patagónicas abiertas, habitat de
Akodon x. canescens.
Longitud total superior a 150 nim con I 896 Hesperomj dolichonyx cinnamomea Phi-
tono pardo rojizo andinus lippi. An. Mus. Nac. 13:22. Pl. 2.
Longitud total menor que 50 con
1 mm Fig. 16.
tono pardo rojizo muy pálido dolicbonjx .
148
AKODON ANDINUS (PHIUPPI, 1858), "Laucha andina"
Subespecies chilenas:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Philippi, 1858, describe Mus Andes de Santiago.
andinus, de los altos
Trouessart, i 897, incluye Mus andinus Ph. en
género Akodon. el
Philippi, 190$, ofrece datos v figuras de Mus andinus. Mus dolichonjx v Mus dolichonjx
cinnamomea.
Thomas, 1920, describe A. gossei de Puente del Inca (sinónimo: A. a. andinus Philippi).
Mann, i
945, ofrece datos etológicos sobre A. a. dolichonjx de la región de Tarapacá.
'49
Fig. 144. Akodon undinus (Philippi), vista lateral.
Las proporciones de este roedor (Fig. 144) son muy semejantes a las que caracte-
rizan a Akodon oliváceas y tal como en éste, se observa una cola de mediana longitud,
pabellones auriculares pequeños y ojos reducidos. Hn las garras de la mano se reco-
noce como diferencia su mayor longitud en A. andinus.
El pelaje, ralo y tieso, es de un color gris-ocráceo, que se aclara en la cara ventral.
En el cráneo, muy similar al de A. oliváceas, se presentan bullas auditivas rela-
,'50
ma, aquí planteado, habremos de mantener provisoriamente el rango de especie para
esta laucha.
Una diferenciación de tipo aún más sutil que la discutida más arriba ha resulta-
do luego en la distinción de dos grupos geográficamente definidos en A. andinus. Uno
A. a. andinus Philippi centro-chileno, se caracteriza por su tamaño algo mayor (lon-
gitud total: 152-156 mm) y color más obscuro. Su radio de distribución abarca desde
Santiago hasta Coquimbo. La segunda población, septentrional, designada como
A. a. dolichonjx Philippi, se extiende entre la altura de Coquimbo v la frontera perua-
Fig. 145.
Cráneo de Akodon andinus. Arriba vista
ventral v dorsal, abajo, molares.
Fig. 146.
Distribución en Chile de las subespecies de
Akodon andinus^ A. ú. dolichonyx v A. a. andinus.
'52
na,reconociéndose por su coloración más clara y su tamaño menor (longitud total:
I53-Í4Í mm).
BIOLOGÍA: F.l nicho ecológico ocupado por esta laucha corresponde a las galerías
subterráneas, que ella misma excava, en medio de parajes arenosos cubiertos de una
baja vegetación en los Andes. Sus poblaciones alcanzan elevada densidad en zonas
de vida particularmente favorables, como se revela entonces en el número grande
de sus cuevas, cuyo diámetro alcanza a alrededor de $ cm. Se hace muy de notar, sin
embargo, que el número de sus individuos oscila en ciclos de varios años, cuyas inti-
midades no han sido exploradas aún en nuestro país, a pesar de su señalado interés
tanto práctico-económico como biológico.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Thomas, 1902, hace notar las estrechas relaciones que se reconocen entre Akodon albi-
venter Thomas y Akodon berlepschii Thomas.
'53
Thomas, 19 i6, crea el género Bolomjs, con la especie tipo Akodon amoenus Thomas, y le
Ellermann, 1940-41, subordina bajo el género Akodon y con rango subgenérico a Bolo-
rnys Thomas.
Pearson, I9íi, aporta valiosos datos etológicos referentes a Akodon (Bolomys) berleps-
chii Thomas en el Altiplano del sur de Perú. Formula la probabilidad de su exis-
tencia en montañas del norte chileno.
Koford, 1954, describe Akodon berlepschii Thomas, para el territorio chileno sobre la
base de dos ejemplares capturados en Caritaya, a 20 km al sur de Arica y a 3.700
i
metros de altura.
entre ambos. La similitud en los respectivos cráneos refuerza con un argumento muy
serio este planteamiento (Fig. 149). Por otro lado ha de tenerse presente también
'54
Fig. 148. Akodon berlepschi
(Thomas) en vista lateral
Fig. 149. Cráneo en vista dorsal de Akodon berlepscbii. Fig. 150. Fxtremidades de /4to(yon fcer/ep.sc/ií
el cavar, función que desempeña no solamente para construir sus cuevas, sino aun
con el fin de descubrir larvas de coleópteros y otros insectos que integran una parte
importante de su dieta.
grada por diez razas geográficas; nueve 1943 Akodon ¡ongipilis ¡ongipi¡is Osgood.
existen en Chile. Field. Zool. 30:184. Fig. 24.
Clave de subespecies
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Chile, desde
Coquimbo a Santiago.
1. Vientre blanco 2
Vientre no blanco 5
156
D AKODOhl LONGIPIUS FRANCEI D AKODON LONGIPIUS NUBILUS
THOMAS (THOMAS) (Mann. nov. comb.)
1908 Akodon francei Thomas. Ann. Mag. 1929 Abrothrix hirta nubila Thomas. An
Nat. Hist. 8(2):497. Mag. Nat. Hist. io(4):4o.
Localidad típica: Santa María, Localidad típica: Estancia Alta
Puerto Porvenir, Tierra del Fuego. Vista, lago Argentino, Santa Cruz
1943 Akodon (Abrothrix) longipilis Jrancei (Argentina).
Osgood. Field. Zoo!. 30:193. 1943 Akodon (Abrothrix) lonaipilis nubila
Osgood. Field. Zool. 30: 193.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Tierra del
Fuego. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Territorio
de Magallanes y áreas adyacentes de la
Argentina.
D AKODON LONGIPIUS HIRTUS
THOMAS D AKODON LONGIPIUS SANBORNI
1895 Akodon hinus Thomas. Ann. Mag. OSGOOD (Mann. nov. comb.)
8Nat. Hist. (6)16:370.
1943 Akodon (Abrothrix) sanborni Osgood.
Localidad típica: San Rafael, Men- Fiel. Zool. 30: 194. Figs. 25-26.
doza (Argentina). Localidad típica; Desembocadura
1943 Akodon (Abrothrix) lingipilis hiña del río Inio, isla de Chiloé (Chile).
Osgood. Field. Zool. 30:191.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Bosques
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Chile, en la de Valdivia Llanquihue e isla Chiloé,
v
'57
AKODON (ABROTHRYX) /.ONG/P/I/5 (WATERHOUSE, 1837). «Ratoncito peludo"
SUBESPEUES CHILENAS:
A. I. Waterhouse, 1837.
longipilis
A. 1. Osgood, 1943.
apta
A. I. castaneus Osgood, I94J-
A. I. /jírtd Thomas, 1895.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Whaterhouse, 1837, describe Mus lon^ipilis {= Akodon ( Abrotbrix) lon^ipilis lonffipi-
lis), de Coquimbo; crea el subgénero Abrothrix del género Mus con el tipo Mus
¡ongipilis Waterhouse.
Waterhouse, 1839, hace referencia a Mus lonijipilis (= A. (A.) longipilis ). I.
158
Thomas, 19 i6, reconoce validez al género Abrotbrix de Waterhouse v le subordina las
especies longipilis, hinus, sujjusus yfrancei.
Thomas, 19 19, describe Abrothrix sujfusus modestior (Sinónimo A. (A.) ¡ongipilis sujfusa)
V Akodon sujfusus moerens (= A. (A. ) ¡ongipilis moerens).
Thomas, 1927, sinonimiza Abrothrix hinus y sujfusus bajo el nombre del primero.
Thomas, 1929, ofrece diagnosis de Abrothrix bina ( — A. (A.) longipilis bina y describe
Abrothrix bina nubila). Reconoce los siguientes nombres:
Osgood, 1943, describe Akodon (Abrothrix) longipilis apta; Akodon (Abrothrix) longipilis
castaneus y Akodon (Abrothrix) sanborni. Reconoce para Chile los siguientes miembros
de subgénero Abrothrix:
I
Akodon (Abrothrix) Waterhouse.
longipilis longipilis
Akodon (Abrothrix) Osgood.
longipilis apta
Akodon (Abrothrix) longipilis castaneus Osgood.
Akodon (Abrothrix) longipilis moerens Thomas.
Akodon (Abrothrix) longipilis hirta Thomas.
Akodon (Abrothrix) longipilis sujfusa Thomas.
Akodon (Abrothrix) longipilis nubila Thomas.
Akodon (Abrothrix) longipilisjrancei Thomas.
Akodon (Abrothrix) sanborni Osgood.
Akodon (Abrothrix) /anoíU5 Thomas.
Cráneo (Fig. 152) grande y fuerte con molares sencillos (Fig. 153 B), simila-
res a los de A. Akodon, pero de primera lámina en el primer molar superior sin surco
frontal alguno. Las 1 subespecies geográficas pueden diferenciarse de acuerdo
con el cuadro siguiente:
'59
Fig. 15 1.
AkiiJon lonijipilis
( Waterhouse), en dos
vistas laterales.
Fig. 15 2.
Cráneo de AkoJon
lonjjipilis en vista
ventral v dorsa
1^0
Fig. 154.
Fig. ISS.
Akodon longipilis
lanosus Waterhouse,
/ista lateral. Se observan
las garras cavadoras.
Fig. 156.
162
i63
Fig. 1 5 ;
Vista aérea de
la cordillera de
Aisén. Valles con
densa vegetación que
favorecen la
propagación de
AkoJon.
Las diferencias entre Akodon y Abrothrix, si bien leves, son claramente definidas
.64
carácter común una cubierta vegetacional apreciablemente densa. Así viven en me-
dio de la estepa xerofitica que se extiende en la costa chilena al Sur de los 30° jat. S,
reborde de bosques de canelo (Drimvs winteri Forst.), peumo (Crvptocaryo alba (Mol.)
Loos.) V belloto (Beihcbmiedia miersii (Gav) Kosterm. ), que deslindan con matorra-
les mesofíticos, igualmente caracterizados por su densidad apreciable. Molle (Schinus
¡atifolius (Gilí.) Engl.), mitiquí ( PoJanthus mitiqui Lindl.), salvia ( Eupatorium salvia
Colla), litre (Litharea caustica (Mol.) H. et A.), boldo Peumus boldus Mol.) y quillay
(
1890 hlotiomjs Thomas (in Milne Ed- 19 '9 Geoxus Thomas. Ann. Mag. Nat.
wards). Miss. Cap. Horn. 6:24. Hist. 9(3):2o9.
Especie típica: Hesperomys (No- Ratones patagónicos de hábitos tuer-
tiomjs) edwardsii Thomas. temente cavícolas. Tamaño pequeño,
'65
con pelaje denso y apretado, cola corta, DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Chile, en
proporciones robustas, uñas fuertes. En los bosíjues húmedos desde Concepción
1943 Notiomys valdivianus valdivianus nes, área del estrecho y zonas circunve-
Osgood. Field. Zool. 30:151. cinas de Argentina.
166
SOTIOMYS VALDIVIANUS (PHILIPPI, 1858). "Ratón topo de la selva"
Subespecies chilenas:
N. V. valdivianus Philippi, 1858.
N. V. chiloensis Osgood, 1925.
N. V. buUocki Osgood, i943-
N. V. bicolor Osgood, i945-
N. V. michaeheni Matschie, 1898.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Philippi, 1858, describe Oxymycterus valdivianus (= Notiowjs v. valdivianus Philippi),
de Valdivia v hace ver su semejanza con Hesperomvs megalonjx Waterhouse = (
Philippi).
Alien, 1903, describe Oxjmjcterus microtis (Sinónimo Notiomjs valdivianus michaelseni
Matschie) de Santa Cruz (Argentina).
Trouessard, 1904, cita Notiomjs michaelseni ( = Notiomjs v. michaelseni Matschie).
Alien, 1905, se refiere a vestitus y michaelseni, agrupándolos en el género Akodon.
Thomas, 19 19, crea el género Geoxus con el tipo Oxjmjcterus valdivianus (= Notiomys
V. valdivianus Philippi), en el mismo género Geoxus dispone michaelseni Matschie.
Osgood, 1925, revisa el género Notiomjs, considera Geoxus y Chelemjs, como sinónimos.
Agrega Oxjmjcterus microtis en la sinonimia de Notiomjs michaelseni. Describe No-
tiomjs valdivianus araucanus (Sinónimo Notiomjs valdivianus valdivianus) y Notiomjs
valdivianus chiloensis.
Tate, 1932, presenta una historia taxonómica del género Notiomjs.
Gyidenstolpe, 1932, APTegA valdivianus valdivianus Philippi, valdivianus araucanus Osgood,
valdivianus chiloensis Osgood y michaelseni Matschie en el género Geoxus.
Osgood, 1943, describe Notiomjs valdivianus bullocki, Notiomjs valdivianus bicolor y reco-
noce además las siguientes subespecies para Chile: Notiomjs valdivianus valdivia-
nus Philippi, Notiomjs valdivianus chiloensis Osgood, Notiomjs valdivianus michael-
seni Matschie.
En el mismo trabajo dispone Notiomjs valdivianus araucanus Osgood en la sinonimia
de N. V. valdivianus Philippi.
167
Fig. 1 58. Notiomys valdivianus (Philippi), en vista lateral.
i68
laje, muy denso y aterciopelado, de acuerdo con los rasgos carac-
está constituido
terísticos que se repiten buenos cavadores; la implantación subvertical
en todos los
de los pelos representa, con especial claridad, esta situación de ajustamiento hacia
la existencia cavícola, al permitir el fácil deslizamiento de la lauchita, por las es-
trechas galerías, tanto en sentido rostral como caudal, sin oponer a los retrocesos
el obstáculo de pelos implantados oblicuamente sobre la piel. La escasa lorwitud
de los pelos colabora, por su parte, también a esta misma función. La densidad apre-
ciable del sedoso vellón viene a compensar, por otro lado, la brevedad de los ele-
mentos fibrosos que pueden cumplir así con sus funciones de termorregulación.
En la coloración de Notiomys valdivianus dominan pigmentos muy obscuros, casi
negros, que confieren al pelaje de toda su región dorsal un tono café-negruzco con
visos plomo-azulados, resultado de las bases apizarradas en los pelos.
La cara ventral del cuerpo suele aclararse en algunas de las razas geográficas
de esta especie, manteniéndose, en otras, con los mismos colores del dorso.
En el cráneo de Motiomjs valdivianus (Fig. 159) al igual como en las demás especies
chilenas del mismo género, saltan a la construcción relativamente débil
vista la
169
Fig. 1 60. Distribución geográfica en Chile de las
subespecies de Notiomjs valdivianus: bullocki,
valJivianui, chiloensis, bicolor, michaelseni.
170
Fig. Id 1.
I
Las diferencias estructurales diagnósticas para estas cinco subespecies son
muy levespero aparentemente bien constantes y no parecen representar ajusta-
mientos fluctuacionales, si bien es efectivo que la coloración en este roedor al igual —
como en tantos otros mamíferos de vida subterránea —
está sujeto a variaciones in-
dividuales bien amplias desde el momento en que la presión selectiva ambiente no
entra a actuar en la conservación de determinados tonos de pigmentación. Es asi
como sobreviven lado a lado ejemplares de valdivianus en fase grisácea con otros de
pelaje bruno. Como consecuencia se impone cierta cautela en el reconocimiento de
razas geográficas en éste, como en todo otro roedor cavícolo, sobre la exclusiva
base de su coloración.
Se desprende del resumen diagnóstico que la caracterización morfológica
de las cinco razas chilenas no es enteramente satisfactoria, ya que no da las bases
para reconocer prácticamente sin abundante material comparativo, la posición
taxonómica exacta de un Notiomjs valdivianus chileno, atendiendo solamente a su
morfología. En la actualidad y en espera de un análisis más preciso, habremos de
basar, en consecuencia, todo trabajo de determinación en esta especie sobre datos
zoogeográficos, asignándole su rango subespecífico de acuerdo con su localidad
de captura como expresa el mapa correspondiente.
Del mismo modo como todo otro roedor cricétido chileno representa también
valdivianus a un invasor secundario, venido del Norte. Sin embargo, ya se puede
reconocer en esta lauchita a una forma, cuyo devenir evolutivo ha cumplido tramos
de la mayor importancia en sudamérica, como revela la distribución actual de
todo el género, cuyos representantes no sobrepasan hacia el Norte el paralelo J7°S.
•7'
El cuadro siguiente resume las características hasta aquí reconocidas para las
Fig. 162.
Notiomys valdivianui, se
observa su silueta rechoncha
y cilindrica v su pelaje largo
V denso.
Fig. 164.
Cara palmar de Notiomys.
'73
La forma rechoncha y cilindrica del cuerpo mismo, está de acuerdo con su há-
la cola breve refuerzan este aspecto. Pero es el
bito cavador. El cuello corto y miem-
bro anterior el que revela, con mayor dramatismo, el grado tan avanzado que ha
alcanzado en este roedor la adaptación al régimen cavícola (Fig. 163). Ya su
escápula expresa esta situación ofrecer amplias y sólidas superficies para la in-
al
La superficie cóncava de los molares (Fig. 167), con sus vértices y crestas late-
rales de esmalte extraordinariamente filudas, permite aserrar eficientemente las
cubiertas quitinosas de sus presas, recordando las sierras molares de las insectí-
voras musarañas.
problemas muy particulares que plantea una alimentación animalívora,
Los
ricaen residuos quitinosos, para un roedor, se expresan muy claramente en el estó-
mago, revestido en su sector cardial por una tenaz cubierta de epitelio comificado,
que protege eficazmente a las paredes contra los traumas que pudiera inferirle la
quitina. Glándulas concentradas en una masa considerable vecina al píloro, des- .
cargan los fermentos gástricos, por una zona estrecha, hacia el lumen estomacal
(Fig. 168).
'74
Fig. I6f>
Incisivos de Notiomv v
Fig. 168.
En la vida subterránea del «ratón topo« dominan estímulos del tipo táctil y
olfatorio, en tanto que la luz y los sonidos desempeñan escasísima importancia para
la correlación sensorial entre organismo y medio.
176
En Notiomys, al igual como en la gran mayoría de los mamíferos, avanzada-
mente especializados a la cavación, saltan muy a la vista facetas de comportamiento
que revelan un extraordinario automatismo en sus respuestas, de ventajas biológi-
cas en un medio de vida tan uniforme y parejo como brinda la existencia en galerías
subterráneas. Valga de ejemplo típico su intento de escapar a la prisión utilizando
técnicas de cavación en todo tipo de medio, aunque sean continentes de vidrio o
mallas de alambre los muros de su jaula. Esta conducta ciega y totalmente infruc-
tuosa suele prolongarse hasta el total agotamiento del animalito que se ve forzado
a responder siempre de nuevo con la misma compulsión estereotípica de una cam-
panilla eléctrica cuyo timbre de contacto se ha pulsado.
Las relaciones entre Notiomys valdivianus y las actividades del hombre son
leves e indirectas. Tanto el oculto régimen de vida de la lauchita, como el número
más bien escaso en que aparece su población reducen todo contacto con el hombre
a un mínimo. Desafortunadamente va siendo desplazado este interesante roedor
con el avance de la colonización y del aprovechamiento de nuestros bosques austra-
les. Su talaje lleva consigo, como corolario inevitable, la erradicación del pequeño
Clave de subespecies
1844 Hesperomys meffalonyx Waterhouse.
Proc. Zool. Soc. London. 144.
1. Vientre de color tlanco .... 2
:
Vientre de color grisáceo . . . .
J
Localidad típica: lago Quintero, 2. Dorso de los pies gris claro . macronyx
Valparaíso. Dorso de los pies blanco . . alleni
La presente especie ha sido modifi- 3. Cola bicolor vestitus
cada en esta contribución del profesor Cola unicolor 4
Mann; es así que considera como subes- 4. Longitud total menor a 170 mm, dor-
pecies de megalonyx a dos ratones descri- so y vientre pardo negruzco delfini .
tos como especies distintas, tales como N. Mayor que 170 mm, dorso y vientre
delfini y N. macronyx. De acuerdo con grisáceos claros 5
la presente tesis, la composición de N. 5. Dorso gris oscuro . . . megalonyx
megalonyx estaría formada por seis Dorso gris pardusco .... microtis
D NOTIO.^YS MEGALONYX ,MEGALONYX D NOTIOMYS MEGALONXY MACRONYX
(WATERHOUSE) (THOMAS) (Mann, nov. comb.)
1847 Oxjmicterus scalops Gay. Hist. Chi- 1894 Acodan macronjx Thomas. Ann.
le. Zoo!. 1:108. Pl. 6, Figs. a-b.
Mag. Nat. Hist. 6(14): 362.
1872 Oxjmicterus niger Philippi. Zeitsch. Localidad típica: cercanías de San
Gesamm. Naturg. 6:445.
n.f.
Rafael, Mendoza (Argentina).
194Í Notiom/í megalonvx megalonys
Osgood. Field. Zool. 30:157. Fig. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Áreas chi-
22. Mendoza norte del
lenas colindantes con
Neuquén.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Chile, costa
de Valparaíso. D NOTIOMYS MEGALONYX MICROTIS
(PHILIPPI)
Subespecies chilenas:
N. m. megalonjx Waterhouse.
N. m. microtus Philippi.
N. m. macronjx Thomas.
N. m. vestitus Thomas.
N. m. alleni Osgood.
N. m. Jelfini Cabrera.
.78
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1844, describe Hesperomys megalonyx (Notiomys megalonyx megalonyx
Waterhouse), de Quintero-Chile Central.
Gav, 1842, describe Oxvmjcterus scalops (Sinónimo N. m. me^alovx Waterhouse), de Chi-
le Central.
(Sinónimo N. m. megalonjx Waterhouse).
Philippi, 1872, describe Oxjmycterus niger
Thomas, 89 propone el subgénero Notiomys en el género Hesperomf:.
i i
,
Osgood, 1943, reconoce para Chile las siguientes subespecies relacionadas con Notiomjs
megalonjx:
N. m. megalonjx Waterhouse.
N. megalonjx microtis Philippi.
N. m. macronjx Thomas.
N. macronjx vestitus Thomas.
N. macronjx alleni Osgood.
N. delfini Cabrera.
179
En el presente estudio se subordina macronjx con rango subespecífico a megalonjx.
Oxymycterus delfini Cabrera, conocido únicamente por el ejemplo tipo ahora
desaparecido, se agrupa tentativamente entre las subespecies de Notiomys mega-
lonjx.
180
"5 S
N
<
D¿
LU
Q
Z
O
u
<
ü
z
Fig. I 70
Cerebro de Notiomys mcíjulcnn
{Waterhouse), en vista dorsal in utu.
Fig. 1 7 I
182
Hg. i 7 i.
Subespecie chilena:
H. 1. ducillus Thomas, 1884.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Thomas, 1884, describe Hesperomjs (Calomjs) bimaculatus var. lepidus (Hesperomjs
lepidus ducilla Thomas), de Junín-Lima (Perú).
Thomas, 1901, describe Eligmodontia ducilla (Hesperomjs lepidus ducilla), del lago
Titicaca (Perú).
Thomas, 19 16, revisa el género Hesperomjs, en el que anota H. lepidus y H. ducilla.
'85
Fig. I 74. C raneo de Hesperomji lepidui Thomas.
tante frente a las lauchas del género Eligmodontia de cola con un largo equivalente a
más o menos la la longitud total. En el cráneo llaman la atención sus mola-
mitad de
res de superficie tuberculada, que recuerdan de cerca a los mismos elementos en
Oryzomjs {¥ig^. 174).
de los límites de Chile ocupa un amplio sector del Altiplano peruano y boliviano.
186
7Vv 70 68
Fig. 17 5.
Distribuckin geográfica de
Hesperomvs lepiJus.
De acuerdo a la información actual, D EUGMODOMTIA PUERULUS
no existirían razas geográficas, ya que PUERULUS (PHILIPPI)
hinipes, de Bolivia, se considera sinóni- 1902 Phjllotis hinipes Thomas. An. Mag.
mo de puerulus, según Pearson (I9í7)- Nat. Hist. 7(9): 225.
La raza tarapacensis Mann sería tam- 19 '9 Eligmodontia hirtipes jucunda Tho-
bién sinónima de puerulus, por cuanto mas. An. Mag. Nat. Hist. 9(4): 131.
los caracteres utilizados para recono- 1960 Eligmodontia puerulus puerulus Ca-
cerla tendrían poca consistencia. Sin brera. Rev. Mus. Arg. Cien. Nat. 4
embargo comparto la opinión de Ca- (2):482.
brera (1960), de que mientras no se haga
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Norte de
una comparación directa de material
Chile en el altiplano; áreas adyacentes
adecuado con topotipos de tarapacensis
de Perú, Bolivia y Argentina.
y puerulus no se puede refutar la validez
de tarapacensis.
D ELIGMODONTIA PUERULUS
TARAPACENSIS MANN
Clave de subespecies 1945 Eligmodontia puerulus tarapacensis
Mann. Biológica 2:75.
Franja dorsal obscura, cola blanca (Según Localidad típica: Puna de Tara-
Mann, 1945) puerulus pacá, Tarapacá-Chile.
Subespecies chilenas:
£. p. puerulus (Philippi, 1866).
E. p. tarapacensis Mann, 194^.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Cuvier, 1837, propone el género EligmoJontia basado en £. typus, de Buenos Aires.
Philippi, 1896, describe Hesperomjs puerulus, de San Pedro de Atacama-Antofagasta.
Philippi, 1900, se refiere a /Wuípueru/uí Philippi.
Osgood, 1943, se refiere a Eligmodontia puerulus Philippi.
Mann, i94í, describe la subespecie tarapacensis y propone a hinipes Thomas (Perú)
como subespecie de puerulus. Reconoce para Chile puerulus Philippi y tarapacen-
sis Mann.
Pearson, 1951, ofrece breves datos etológicos referentes a hirtipes del altiplano pe-
ruano.
CARACTERES DISTINTIVOS (Figs. 176, 177): Pequeño roedor, con no más de 105
mm de longitud total. Su cola larga rebasa cabeza y cuerpo. Pelaje muy tupido y
sedoso (Fig. 178). Planta de los pies con un solo cojinete, dispuesto transversal-
mente en la base digital v cubierto de pelos. Dorso anteado-arenoso. Cara ventral
blanco puro. Molares tuberculados.
Fig. 17 7.
Antofagasta, en Chile. Las dos razas geográficas chilenas ocupan, una el altiplano
de Antofagasta ( E. p. puerulus Philippi), en tanto que la otra vive en Tarapacá ( E.
plano septentrional por un lado, y en las pampas patagónicas del extremo austral
por el otro, parece indicar una estrecha relación espacial entre su evolución filoge-
nética particular y cordón andino, como substrato geográfico propicio, que
el
y,p«.|....)...,..H.)„..|....).....,...,......,„,„...,,
Fig. 1 79.
Ambiente característico
en el altiplano chileno
de EligmoJí'iu .1
pucrult!
190
Fig. 180
Detalle palmar
de la mano de
Elijjmodontiü
pueruluí.
Fig. 1 8 1
Tracto gastrointestina
de Eligmondontia puerulus
'9'
representan las especializaciones dinámicas de Eli^moJontia puerulus una etapa
temprana en un camino de evolución que fuera recorrido hasta sus más perfectas
posibilidades por aquellos otros roedores de historia filogenética más larga y
con ello mayormente definida.
En la alimentación de esta especie cobra especial importancia la fracción
integrada por insectos v otros invertebrados. Este régimen onmivoro, basado en
una dieta rica y fácilmente asimilable, se traduce en definidas Condiciones morfoló-
gicas del tubo digestivo, que ya hicimos ver y analizamos en otro trabajo (Mann
1945) (Fig. 181). Es de destacar que el segmento colico-cecal dedicado al desdo-
blamiento fermentativo y con ello destinado a la celulosa, alcanza pequeño desa-
rrollo, medido frente a la situación en especies del cercano género Phjllotis, con ali-
mentación herbívora y granívora.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Cuvier, 1837, propone el género Eligmodontia sobre la base de £. typus, de Buenos
Aires.
192
Waterhouse, iS^-j, describe Mus elegans, de Bahía Blanca (Argentina).
Burmeister, 1879, se refiere a Hesperornys elegans Waterhouse, de Río Chubut
(Argentina).
Thomas, 898, se refiere a Eii^moJonna elegans, de Río Chubut, Patagonia.
1
Alien, 90 Idescribe £. morgani, capturada a 50 millas al sudeste del lago Buenos Aires.
,
Alien, 1905, se refiere a £. typus Cuvier (E. elegans Waterhouse y a £. morgani Alien).
Thomas, 9^9, estima que elegans y worgani son sinónimos.
1
Osgood, 194J, indica el primer hallazgo de la especie en Chile y mantiene que morgoni
y elegans merecen reconocimiento subespecífico. Define la forma chilena como
Eligmodontia elegans morgani Alien.
'93
el texto original, luego no eliminaremos Clave de subespecies
nada, sin embargo debemos comunicar
las siguientes modificaciones nomencla- 1. Cola de longitud mayor que cabeza
turales ocurridas. tronco vaccarum
Cola de longitud menor que cabeza
1 Phjllotis osgoodi Mann es una subespe-
tronco 2
cie del boreal Phjllotis Jarwini.
2. Pelaje dorsal con flancos anaranja-
2. PhjHoás ürenahus chilensis Mann es dos 4
sinónimo de Phjllotis osgoodi, v de Pelaje dorsal sin ílancos anaranja-
acuerdo a Cabrera el nombre os^oodi dos }
debe prevalecer sobre chilensis por i. Dorscj pardo ocráceo con visos ne-
precedencia de página. Las razones Juhescens
gros
que utiliza Pearson para preferir Dorso pardo sin visos negros .
menclatura.
4. Vientre gris sucio .... osyoodi
Vientre no gris sucio 5
?. Phjllotis woljfhugeli Mann es sinóni-
5. Dorso pardo ocre con vientre de tono
mo de Phjllotis Jarwini vaccarum.
cremoso 6
4. Phjllotis arenarias Thomas es sinóni-
Dorso pardo amarillento con vientre
mo de Phjllotis darwini rupestris.
blanco rupestris
Clave de especies
D PHYLLOTIS DARWINI DARWINI
1. Un mechón de pelos largos amari-
(WATERHOUSE)
llentos delante de cada pabellón
auricular boliviensis 1858 Mus melanonotus Philippi y Land-
No como el anterior 2 beck. Arch. Nat. 241 i ):78.
1900 Mus dichrous Philippi. An. Mus. Nac.
2. Pabellones auriculares grandes ma- Fig. 2.
14: 14. Pl. 3.
yores a 2o mm darwini
1900 Mus megalotis Philippi. An. Mus.
Pabellones auriculares pequeños me-
Nac. 14: 'í- Pl- 3- Fig. 3.
nores a 2o mm micropus
1900 Mus mollis Philippi. An. Mus. Nac.
814:23. Pl. 7. Fig. 1.
1900 Mus illapelinus Philippi. An. Mus.
PHYLOTIS DARWINI ( WATFRHOUSF) Nac. 14:28. Pl. 9. Fig. i.
Localidad típica: Coquimbo (Chile). 1900 Mus campestris Philippi. An. Mus.
La presente se encuentra distribui- Nac. 14:38. Pl. 16. Fig. I.
da ampliamente en Chile, Perú, Bolivia, 1900 Mus melanotis Philippi. An. Mus.
Ecuador, Argentina. La especie darwinii Nac. 14:39. Pl- '6. Fig. 3.
está compuesta por 10 subespecies de las 1900 Mus platjtarsus Philippi. An. Mus.
cuales seis habitan en territorio de Chile. Nac. 14:47. Pl- '9- Fig. 4.
'94
I900 Mus griseoflavus Philippi. An. Mus. 1960 Pbvllotis daniini os^oodi Cabrera.
Nac. 14:55. Pl. 24. Fig. (preocu- . Rev. Mus. Arg. 4(2 ):487.
pado por Mus griseojlavus Water-
house). DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Altiplano
1943 Phyllotis Jorwini darwini Osgood. del sudoeste de Bolivia v puna de Tarapacá
Field. Zool. : }o. Fig. 28. en Chile.
1943 PhjUotis dorwini boedeckeri Osgood. 1 896 Hesperomjs lanatus Philippi. Aa Mus.
Field. Zool. 30:202. Nac. 1 3: '9- Pl- 7. Fig. 2.
'95
D PHYLLOTIS DARWINI XANTHOPYGUS Localidad típica: Santa Cruz (Argen-
(WATERHOUSE) tina).
SUBESPECIES CHILENAS:
Ph. d. darwini Waterhouse, 1837.
Ph. d. rupeítrií Gervais, 1841.
Ph. d. vaccarum Thomas, i 9 i 2.
Waterhouse).
Waterhouse, 1839, se refiere a Mus darwini y Mus xanthopjgus.
Gervais, 1841, describe Mus rupestris, de Cobija-Antofagasta (P.d. rupestns Gervais).
Gay, 847, se refiere a las figuras de Mus rupestris Gervai.
1
d. rupestris).
Trouessart, 1897, anota las siguientes formas chilenas de Phyllotis darwini: darwini
Waterhouse ( ^ P. d. darwini), xanthopjfjus ( ^ P. d. xanthopj¡jus) v Akodon rupes-
tris ( =^P. d. rupestris).
Philippi, 1900, describe los siguientes múridos sinónimos de P. darwini: Mus dichrous,
de Paine-O'Higgins; ( P. d. darwini); Mus megalotis, de Santiago (= P. d. darwini);
Mus mollis, de Santiago (= P. d. darwini); Mus illapelinus, de Illapel (= P. d. dar-
wini); Mus de Paine-O'Higgins (= P. d. darwini); Mus campestris, de Choapa-
seíjethi,
196
Thomas, 1912, describe P. d. vaccarum, de Las Vacas-Cordillera de Mendoza (Argentina).
Thomas, 1926, se reMere a xantbopj^us ( ^^P. d. xantbopjfjus).
P.
doiso y la zona ventral del cue'rpo, en especímenes adultos. Pecho y abdomen apare-
cen siempre muv claros, blancos, amarillentos u ocráceos, en una amplísima varia-
bilidad individual, que no parece guardar definidas relaciones con la diferenciación
subespecítica de esta laucha. Ocasionalmente se hacen presente manchas blanco-
amarillentas en la zona axilar.
mayor parte del territorio chileno, ocupándolo desde la frontera septentrional has-
ta el estrecho de Magallanes.
Por fuera de Chile se encuentra igualmente en áreas muy amplias de Argentina,
Bolivia y Perú.
'97
Fig. 182
Cráneo de Phvllons
darwini Waterhouse ),
(
50
.v^^"
.^<^
49 ^íí^^
.<>^
.6-^"'
48
.V>^
47
1Q°C , 12 16 20 . 22 24
Fig. 18?a. Longitud porcentual caudal en relación a la longitud total en (unción de la temperatura
en Phrllotí'..
Fig. 18 5b. Distribución geográfica en Chile de las subespecies de Pbvlloii^ Jdnwni. rupc\tn\.
198
'99
El área distribucional de las subespecies en P. darwini se desprende del mapa esque-
mático correspondiente, y su caracterización diagnóstica se resume en lo que sigue:
1945 )t en tanto que lorma típica del centro de Chile, consume alrededor de
dariyini, la
un tercio de alimento animal y dos tercios de nutrientes vegetales en su dieta normal.
midez igualmente llamativa. Escuchar y mirar cumplen con las funciones de mayor
importancia en su constelación sensorial, como lo atestiguan los enormes ojos y
gríindes pabellones auditivos, reforzados en su acción por voluminosas cajas de
resonancia craneana.
wini, cuya distribución actual pone de relieve sus dotes de invasor que recuerdan las
posibilidades extremas enarboladas por las ratas asiáticas, han alcanzado gran
desarrollo los centros cerebrales superiores como revela sobre todo un amplio manto
de corteza neopalial.
203
PHYLLOTIS ARENAfíJUS THOMAS. 1902. "Lauchcin de arenales"
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Thomas, 1902, describe P. arenarius (= P. a. urenur/uí Thomas), de Uvuni (Solivia).
Fig. 19 1.
204
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: El tipo de la especie fue capturado en los alrededores
de Potosí, sobre el altiplano boliviano. Los ejemplares chilenos provienen todos
de la vecindad de Parinacota-Tarapacá. Osgood (1943), hace referencia muv breve,
en una nota al pie, de consideraciones zoogeográficas, de la presencia de esta especie
en Putre-Tarapacá.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Mann, 1945, describe P. osgoodi, de Parinacota (altiplano de Tarapacá).
Mann, i
950, cita P. osgoodi en una lista de mamíferos de Tarapacá.
CARACTERES DISTINTIVOS: Laucha de mediano tamaño, con una cola muy larga,
que sobrepasa el 53% de la longitud total. Dorso negro-ocráceo, zonas ventrales gris
sucias. Pabellones auriculares grandes, pero menores a 20 mm, medidos desde su
escotadura.
205
V no parece prudente intentar la detinición de parentesco con otras especies. So-
lamente el análisis integral de todas las especies del genero hará posible asignar a
cada uno de "los nombres propuestos su justo valor taxonómico. Las proporciones
generales de este roedor pudieran indicar relaciones con P. darwini, P. woljfsohni Tho-
mas o P. osilae Alien.
De la vida de P. osgoodi nada sabemos, y sólo merece destacarse el desarrollo que
han tomado el ciego y colon en su tubo digestivo, que parecen espejar importancia
el
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
vestres de Chile.
la superior que cuentan con un nítido parastilo semejante al que aparece en Aulis-
comvs (véase pág. 211).
fecha provienen todos de la vecindad de Lo Valdés, en el Cajón del Rio Maipo, entre
1 .800 y 2.000 metros de altura, cordillera de Santiago.
tampoco problema ya que hemos demostrado en otra parte (Mann, 1944) que esta
el
206
Fig. \92.
Cráneos ဠPhvllotis woljjhugelí
Mann. Arriba detalle del área molar.
zuel'ia trinervis Bert. (guindillo), Epbedra andina Poepp. ex C.A. Mev. (pingo-pingo),
Porlieria chilensis Johnst. (guayacán), CoHiguaja odorífera Mol. (colliguay) v otros
arbustos integran grueso de la cubierta vegetacional en este medio de vida,
el (|ue se
extiende entre unos 1.800 hasta 3.000 metros de altura.
207
Su alimentación se basa en trutos de algunos de los arbustos que le brindan pro-
tección ( Valenzuelia ). El tracto intestinal concuerda en sus rasgos generales con el
de P. darvvini, embargo, por una mavor longitud del intes-
del cual se distinguen, sin
tino delgado y un asa cólica paralela derecha particularmente abierta. Estas parti-
cularidades parecen indicar un régimen alimenticio rico en substancias nutritivas
de digestión gástrica.
bohviensis
11
boliviensis
n
rear-
Proc. Zool. Soc. London 19. ^
1 1 • /^ i-r r> 1 -7 1 ^
son. Univ. Laiit. Fub. Zool. 56:
Localidad típica: Sur de Potosí
452.
(Bolivia).
Subespecie chilena:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1846, describe Hesperomys boliviensis ( = P. (A.) b. boliviensis Water-
house), de Potosí (Bolivia).
Troussart, i 897, agrega boliviensis al género Phjllotis.
Thomas, 1898, se refiere a P. boliviensis.
208
OsijooJ, 1
947, se refiere a P. (A. ) holn icmis al analizar el subgénero Auliwomjs.
Mann, i
949, se refiere al papel ecohigico que desempeña P. (A.) boliviensis en Tara-
pacá.
Mann, 1950, cita P. ( A. ) b. boliviensis en una lista de mamíferos de Tarapacá.
Mann, 1951, analiza el papel ecológico cjue desempeña P. (A.) b. boliviensis en la Alta
Puna boliviana.
Pearson, i9í', ofrece datos referentes a etología v ecología de P. (A.) boliviensn jla-
C/lR/lCr£R£5 DISTINTIVOS (Figs. 19?, "94): Laucha robusta, de cola algo más
corta que cabeza y cuerpo. Pabellones auriculares muy grandes, mayores de 20 mm
de largo medidos desde su base. Palmas y plantas negruzcas. Un manchón de pelos
amarillos por delante de cada oreja. En el segundo molar superior se hace notar un
parastilo pequeño pero nítido (Fig. 1 96).
Fig. 19 5.
Phvllotis boliviensis
(Waterhouse).
Fig. 194.
Phvllotis boliviensi<.
en vista lateral.
2og
Fig. 1 95. Ambiente de Phyllotis bohviensis en el altiplano chileno.
(véase pág. 316) reaccionan aquí también ambos participantes frente a los gritos
de alarma de cualquiera de ellos.
Su actividad se desarrolla preferentemente durante el día v en especial en los
períodos de sol.
En la alimentación interviene una dieta muy variada, que incluye los más dife-
rentes productos vegetales. Pearson (1951) describe aun su capacidad de comer
liqúenes. A nivel del tubo digestivo se traduce esta dieta rica en celulosa en un ciego
largo y circunvolucionado, al que continúa un colon de cerradas flexuras.
SUBESPECIES CHILENAS:
P. ( L. ) m. mic ropuí ( Waterhouse, 1837).
P. (i-) micropus Jumipes Osgood, 194?.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1837, describe Mus micropus ( = P- ( L. ) m. micropus), capturado en la
m. micropus).
Trouessart, 1897, cita Akodon micropus Waterhouse ( ^ P. ( L) m. micropus).
Lahille, 1 899, se refiere brevemente a Akodon micropus ( = P. ( L. ) m. micropus).
Alien, 1905, ofrece descripción v figuras de Phjilotis micropus (= P. ( L. ) m. micropus).
Osgood, 19 15, se refiere a Phjilotis micropus (= P. ( L. ) m. micropus).
Thomas, 19 16, se refiere al mismo roedor, disponiéndolo en el género Euneomys, sub-
género Auliscomys.
Gyldenstolpe, 1932, c\t3i Auliscomjs m. micropus Waterhouse (= P. ( L. ) m. micropus).
Ellernian, 1941, se refiere a PhvUotis ( Auliscomjs) micropus (= P. ( L. ) m. micropus).
Osgood, 1943, describe Phjilotis (Auliscomjs) micropus Jumipes, de la isla de Chiloé.
Reconoce a su lado a P. ( A. ) micropus micropus Waterhouse.
Osgood, 1947. crea el subgénero LoxoJorjtomys en el género Phjilotis, designando como
especie tipo a micropus Waterhouse.
good, 1943)-
¿'3
Figs. 198-200.
Ambiente de vida de
Phylloiis micropus.
¡"iS. Selva valdiviana;
199. Estepa patagónica;
2 00. Montañas andinas
en Patagonia.
214
p con comparar, en efecto, temperatura v humedad en los extremos ambientales que
habita, para trazar un vividocuadro de esta realidad.
El amplio espectro ecokigico que ocupa micropus trae consigo la necesidad de
resolver los problemas etológicos que plantea tanto la comunidad de vidas de la selva
lluviosa como de la estepa patagónica.
Parece posible reconocer cierta preferencia biológica de este roedor por el
ambiente estepario de la pampa patagónica, donde aparece en poblaciones nume-
rosas, que contrasta frente a sus escasos individuos en ambiente boscoso del lluvioso
sur de Chile. En estas regiones suele capturársele solamente con ocasión de las «pla-
gas de ratones« que aparecen a la vera del florecimiento de la quila (Chusquea).
(Véase también pág. 130).
SUBESPECIES CHILENAS:
I. t. tarsalis (Philippi, 1900).
/. t. longicaudatus Philippi, 1900.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Philippi, 1900, describe Mus tarsalis ( = I. t. tarsalis Philippi), de la Unión-Valdi-
2'5
via y Reithrodon longicaudatus ( = I. tarsalis longicaudatus Philippi), de Melin-
ka-Guaitecas.
Thomas, 19 '9, crea el género Irenomjs con la especie tipo longicaudatus Philippi,
basando su descripción en ejemplares obtenidos en Beatriz-Lago Nahuelhuapi (Ar-
gentina).
Gyidenstolpe, 1932, cita Irenomjs longicaudatus Philippi ( = I. tarsalis longicau-
datus Philippi) y L. mochae Philippi (= Akodon oliváceas mochae Philippi).
Osgood, i943> reconoce /. t. tarsalis Philippi del continente v /. tarsalis lon¡jicaudatus
Philippi, de Chiloé v las islas Guaitecas.
216
Fig. 2ni.
Cráneo de Irenomy^
tursülis (Philippi),
217
iÜ
"^/^ longicauda-
% tus
218
BIOLOülA: En nicho ecoUigico preciso ocupado por Irenomys corresponde al es-
el
trato de troncos v de ramas en la selva lluviosa del sur de Chile. En este medio de vida,
escaso en luz, írio y extraordinariamente húmedo, convive esta laucha, trepadora
V nocturna, con una comunidad de seres dominada por vegetales y rica en invertebra-
dos pero extraordinariamente pobre en vertebrados. El marsupial Dromiciops austra-
Ih V el gato montes f^octifelis ijui^na Mol. son aquí los únicos mamíferos que lo acom-
pañan en su secreta v arbórea existencia.
La función social de Irenomjs no parece desempeñar una función ecológica de
mavor significado, v más bien deberemos ver en sus escasos individuos, relictos po-
co importantes para la comunidad que integran.
Para el observador pasa enteramente inadvertido este múrido, que sólo acci-
dentalmente penetra a trampas dispuestas sobre el suelo del bosque. Esta situación,
que es la normal, se ve sin embargo totalmente invertida durante los breves meses de
"plaga de ratas«, que marcan la cúspide en los disturbios que trae en su cortejo el cí-
Ya en otra parte (véase pág. i jo) nos hemos referido a este notable fenómeno en el
que también toma parte Irenomvs tarsalis, cuvas poblaciones se agigantan bajo su influjo.
En la lucha contra el frío característico del ambiente ocupado por Irenomvs de-
sempeña un papel muv importante su pelaje particularmente denso, que reviste aun
a los pabellones auriculares v a la cola.
En casi todas las facetas de construcción anatómica en esta laucha es posible re-
conocer un avanzado ajustamiento hacia las funciones de trepar, que dominan su
dinímica. La larga cola, con discretas posibilidades de prehensión, y las manos y
los pies anchos y fuertes revelan exteriormente las capacidades de trepación. Los hue-
sos largos, pero provistos de fuertes crestas para la inserción muscular, confirman esta
condición.
El alimento de Irenomjs parece ser esencialmente vegetal, pero también suele
capturar pequeños invertebrados, que complementan su dieta.
Al igual como en la mayor parte de los mamíferos habitantes de bosques espesos
se observa también en Irenomjs una evidente lentitud de reacción. Entre los senti-
dos domina la visión, basada en ojos enormes, y la olfacción, de particular importancia
en el medio boscoso.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Thomas, 1898, describe Chinchillula sahamae, de Esperanza-Monte Sajama (Boli-
via).
Mann, 194S, describe el hallazgo de Ch. sahamae en territorio chileno: Parinacota- Pu-
na de Tarapacá. Ofrece datos referentes a su anatomía.
Mann, 19S0, anota Ch. sahamae en una lista de mamíferos de Tarapacá.
Pearson, 19S1, se refiere a Ch. sahamae en el altiplano del Perú. Ofrece datos etológicos.
Mann, 1957, incluye Ch. sahamae en una clave para la determinación de las especies de
mamíferos silvestres de Chile.
219
CARACTERES DISTINTH'OS ( Fig. 20 j): Roedor de apreciable tamaño, con una
longitud total de 24,5 a 28 cm. Pabellones auriculares v ojos grandes. Cola menor a la
mitad de la longitud total.
El pelaje, muy largo v sedoso, ofrece una llamativa coloración que consulta un dor-
so pardo-negruzco, vientre blanco v franjas negras sobre las blancas caderas.
En el cráneo se reconoce cierta semejanza de sus proporciones generales con Phy-
llotis.Los grandes molares, de corona muy alta y prismática, presentan estructura sen-
cilla, con láminas que siguen una dirección perpendicular al eje longitudinal del dien-
te.
presencia del ectoparásito Euschongastia phjllotis Wharton tanto en Ch. iohamue como en
PhjHotis dürwini, según lo ha constatado Pearson ( 195 i ).
Fig. 203
Chincbíllulü sahamae Thomas, en
vista lateral
La vegetación tan especializada de estas alturas comprende gramíneas en champas
de los géneros Poa, Festuca y Stipa, v pequeños arbustos de tola ( Baccharis tola Phil.,
B. santelicis Phil., Fabiana densa Remv, F. áenuJata Miers).
Con sus manos y sus pies muy voluminosos trepa este roedor por las piedras apo-
yándose en sus gruesos cojinetes palmares v plantares que le ofrecen favorable su-
perficie de contacto con el sustrato. Esta adaptación al trepar sobre rocas, sigue un
sendero evolutivo similar a aquel que ha conducido a los miembros de Abrocoma y La-
gidium, cuva perfección, mucho más refinada, no ha podido lograrse en este roedor
cricétido, de historia filogenética mucho más breve que la de aquellos histricomorfos
antiquísimos.
De acuerdo con la papilla que suele encontrarse en el estómago de Cbincbillula,
se alimenta exclusivamente de vegetales, entre los que se cuentan tanto gramíneas
como compuestas. En el la atención un estómago muy grande
tubo digestivo llaman
— que puede contener según Pearson (1951), hasta 2 gramos de vegetales 1
y, sobre —
todo, un segmento cólico del intestino que se observa replegado en dos asas muy ce-
rradas, cuyo desarrollo extraordinario no parece encontrar paralelo en múrido chi-
leno alguno.
También el hígado merece especial mención por una división en lóbulos que sobre-
pasa el límite propio al género PhiUotis, aportando con ello también un síntoma de-
mostrativo de su historia evolutiva, larga y especializada.
El pelaje largo, denso, sedoso y de colorido muy agradable ha atraído la atención
de la población residente, que captura el roedor para venderlo a buen precio en las ciu-
dades vecinas; peligro que se cierne sobre esta especie tanto en Chile como en Perú.
Viene al caso transcribir aquí de nuevo un llamado que \i hiciéramos en 1945 ante
esta situación: será entonces de rigor establecer cuanto antes un severo control sobre
la caza de este roedor para evitar su exterminio, que resultaría tan vergonzoso
y perju-
dicial para nuestro país como la ha sido ya la pérdida de la chinchilla, que hubiera sig-
ficado una fuente de entradas importante con una explotación consciente.
SUBFSPECIFS CHILENAS:
R. p. cuniculoides Waterhouse, 1837.
HISFORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Olfers, 1818, describe Mus Phjsodes (— R. pbvsodes Olfers).
Desmarest, 1819, describe Mus auritus de pampas al sur de Buenos Aires (sinónimo de
R. phjsodes Olfers).
Waterhouse, 1837, crea el género Reithrodon y describe Reithrodon cuniculoides ( = R-
p. cuniculoides Waterhouse), de Santa Cruz-Patagonia (Argentina).
p. pachycephalus Philippi).
Gyldenstolpe, 1932, cita R. c. cuniculoides Waterhouse a cuya sinonimia agrega tenta-
tivamente Mus pachycephalus Philippi (= R. p. pachycephalus Philippi).
Osgood, 1943, reconoce para Chile: R. auritus cuniculoides Waterhouse (= R. p. cunicu-
loides Waterhouse) v R. auritus pachycephalus Philippi ( = R. p. pachycephalus
giones ventrales.
temente escotada.
Las dos subespecies actualmente reconocidas se diferencian por el tono de su co-
loración, más obscuro en pachjcepbalus Philippi.
223
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Reithrodon physoJes ocupa un vasto territorio en
Sudamérica, que coincide con las pampas esteparias de Argentina, Chile y Uruguay.
Las dos razas geográficas representadas en Chile tienen su centro de dispersión en Ar-
gentina; cuniculoides se encuentra así en la pampa argentina, desde la provincia de
Santa Cruz hasta el estrecho de Magallanes; avanza hacia el cordón andino en cuya in-
mediata vecindad viene a ser reemplazada por pacbjcephalus. Esta segunda raza se dis-
tribuye por Tierra del Fuego y Patagonia occidental. En Chile se le encuentra sobre
Tierra del Fuego, al norte de Punta Arenas en Rio Verde (seno Skyring) y en el para-
lelo 45°S, en Coihaique y Nirehuao.
BIOLOGÍA: Todas las especies del género Reithrodon demuestran preferencia defi-
nida por ambiente de estepas pastosas. Labran cortas galerías que desembocan al
exterior en varios orificios seguidos por pasillos horizontales. En la vecindad de estas
guaridas se observan senderitos bien traficados entre las champas de gramíneas y
montoncitos de crotines, que suelen depositarse sobre los pastos. Ocasionalmente, cuan-
do existen rocas o troncos caídos en medio de la estepa, los utilizan estos roedores co-
mo refugios favorables y construyen aun, a su abrigo y sin labrar entonces cuevas pro-
pias, delicados nidos, para cuya elaboración recurren a pastos y lanas de oveja en zonas
de intensa ganadería (Tierra del Fuego).
Su periodo de actividad no parece guardar mayor relación con un ritmo diurno-
nocturno, ajustándose solamente a las condiciones meteorológicas momentáneas,
de tal manera que se les observa en plena recolección de forrajes tanto en el día como
en la noche, siempre que el clima se presente favorable.
En el invierno, v cuando una gruesa capa de nieve tapiza las pampas que habitan,
224
mantienen su actividad recorriendo el suelo entre las champas de gramíneas, donde
construyen con paredes cóncavas, verdaderos caminos abovedados bajo la nieve.
La silueta corporal rechoncha, la cola corta y las palmas manuales amplias, reve-
lan en este roedor discretas capacidades de cavación y perfiles favorables para el es-
currirse sobre el terreno en medio de los montoncitos de pastos.
La cubierta de pelos que se desarrolla sobre la superficie plantar parece guardar
relación con el substrato arenoso sobre cuva inestable masa facilita la traslación, del
mismo modo como opera también en Eli^modontia (véase pág. 19 )•
se '
embargo como esto no está resuelto, con- Dorso pardo canela, vientre pardo
servaremos el planteamiento original de amarillento. Cola equivale a 34% de
Mann (Fig. 206a). la longitud total chinchilloides
EUNEOmS CHINCHILLOIDES
(WATERHOUSE) a EUNEOMYS CHINCHILLOIDES
CHINCHILLOIDES (WATERHOUSE)
1839 Reithrodon chinchilloides Waterhouse.
Zool. Voy. Beagle. Mamm. :72. 1916 Euneomjs ultimus Thomas. An. Mag.
Pl. 27-34. Fig- 20. Nat. Hist. 8(17): 185.
225
1943 Euneomjs chinchilloides chinchilloides DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Biise orien-
Osgood. Field Zool. 30:214. Fig. talde los Andes del distrito de Ultima
31. Esperanza 5 °-48°.I
SUBESPECIES CHILENAS:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO
226
Ospood, 1943, reconoce para Chile: £. ch. chincbilloides Waterhouse, £. chincbilloides
ultimus Thomas (sinónimo E. ch. chinchilloides Waterhouse), Euneomys petersoni
Alien ( = E. chinchilloides petersoni Alien). Agrega dabbenei Thomas a la sinoni-
mia de petersoni.
Mann, 1944, describe Euneomys noei, de Lo Valdés-cordillera de Santiago ( = E. chinchi-
lloides noei Mann). Ofrece datos anatómicos y ecológicos.
dilleras sumergidas.
bre todo una íntima correlación entre Euneomjs y PhjUotis. Ambas unidades taxonó-
micas parecen estarasí enlazadas filogenéticamente en manera más o menos estre-
cha.Nos sentimos inclinados a admitir que los dos géneros derivaron a partir de una
misma forma ancestral, siguiendo luego por senderos de especialización propios
227
i V divergentes. Phjllotis, por un lado, alcanza sus modalidades características a tra-
vés de una evolución hacia una discreta omnivoria, traslación tursora v trepadora
V, sobre todo, gran agilidad psíc^uica con capacidades de fácil ajustamiento Irente a
situaciones novedosas. Euneomjs, en cambio, se encamina en modo muv directo v
avanzado por una ruta de definida especialización que la lleva a la herbivoría con to-
das sus consecuencias, en cuyo séquito resalta una constelación psíquica dominada
por lentas reacciones automáticas y escasa capacidad de adaptación a problemas
desconocidos. Esta modalidad de comportamiento apagado conduce, a su vez, a un
régimen de vida eminentemente sedentario v opuesto a la vagilidad, condición que
favorece, por su parte, la aislación genética v fragmentación insular de las poblacio-
nes locales, como atestiguan nítidas diferenciaciones de orden subespecífico. Fn
Chile es posible distinguir así tres razas geográficas, cuvas diferencias morfológicas
han conducido a varios autores a atribuirles rango de especies propiamente tales
(Osgood I94Í, Alien 1905, Thomas 1916, Mann 1944).
BIOLOGÍA: A despecho del enorme espacio geográfico que ocupa Euneomys en Chi-
le, que abarca desde 33° hasta 5í°S se encuentran estos roedores siempre en nichos
229
1
^
Fig. 2 06b.
Distribución territorial
andina de Euneomvi
chinchiHoides, desde las
comunidades de sabanas hasta
las comunidades de estepas.
.^^
30= ^0= 50° LAT. S
Fig. 207.
Cráneos de Euneomví
en vista dorsal v
ventral, maxilar
aparte.
Fig. 208.
Fetos de Euneonivs (derecha) v
Phvllotis (izquierda).
231
Fig. 2 09.
Zona de El Volcán, ambiente
de Euneomy^.
•'l-.^iMpr^íMS^'
Fig. 2 10.
232
La proteccifin térmica en el medio eminentemente Irio que ocupa Euneomw
corre por cuenta del abundanti^^imo vellón. La silueta corporal tan propia, rechon-
cha, corta y ancha, disminuye a su vez las superficies de irradiación calórica.
Toda la morfología dinámica de Euneomjs corresponde a un mamífero andador,
con discretas posibilidades de cav ación v de trepación en rocas. Esta condición se re-
vela, desde luego, en el esqueleto de los miembros, cuyos elementos son macizos rela-
tivamente cortos y anchos. Sus creptas de inserción muscular aparecen más bien débiles
contrastando con la situación propia a los grandes cavadores. Por otra parte, resalta
su diferencia frente a los huesos finísimos y alargados de los corredores por excelen-
cia como Phjllotis.
Un predominio muy marcado del intestino grueso sobre el delgado, con un ciego
que alcanza c¡ 68% de la longitud total del segmento "delgado", facilita el desdobla-
miento fermentativo de alimentos ricos en celulosa. La cerrada flexura cólica para-
lela derecha de Euneomjs contribuye eficazmente a la digestión de este material
nutricio al retardar el paso del contenido intestinal y facilitar con ello el análisis me-
tabólico.
ceco-cólica a un ínfimo apéndice del enorme intestino delgado, relación exigida por
la alimentación láctea. Durante el desarrollo subsecuente cambia esta proporción
233
más en favor del intestino grueso, ajustándose al problema que plantea la celu-
V más,
losa Resalta el paralelismo entre esta evolución de estructura v (unción
ingerida.
y aquella homologa que se realiza en el compuesto est()mago de los rumiantes, cuyos
segmentos destinados al desdt)blamiento fermentativo también alcanzan progresiva
perfección V volumen tras la época de lantancia" (Fig. 211).
Fig. 2 1 I
Tracto digestivo de
Euneomys. Arriba de
neonato, abajo de adulto.
FAMILIA CAVIIDAE
234
Son nocturnos, se refugian en aguje- GENFRO GALEA MEYEN
ros del suelo, troncos durante el día. No
1833 Galea Meyen. Nov. Ac. Acad.
son tímidos, por lo que son susceptibles
Leop. Carol. 8 i
3 2( i 6): 597.
de una completa domesticación. Hay
Especie típica: Galea musteloides
formas umbrófilas, de montañas o llanu-
Meyen.
ras. Son esencialmente fitófagos y suma-
5-12.
1878 Cavia longipilis Fitzinger. Sitzeungsb.
Ak. Wis. Wien. 80:421. 19 1 I Kerodon auceps Thomas. An Mag.
CUV es un animal doméstico autóc-
El Nat. Hist. 8(8):255.
tono de América y ampliamente repar-
tido. En Chile existía domesticado des- 19 19 Galea comes Thomas. Am. Mag.
de tiempos precolombinos. La localidad Nat. Hist. 9(4): i
34.
235
GALEA UUSTELOIDES MtYFN, 1832. "Cuy"
SUBESPECIE CHILENA:
G. m. mu5tt-/<'iJe.v Tates, 19 H-
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
demás roedores, en el ambiente que ocupa este cuy, por los molares altamente carac-
terísticos, que cuentan, con excepción del más posterior, con dos hojuelas ovaladas
de silueta groseramente cardioidea.
236
Fig. 2 12.
Cráneo de Colea
musteloides, en vistas
lateral v ventral; el
maxilar está desplazado.
237
Sobre la base de nuestras observaciones v atendiendo a la extraordinaria timidez de
este cuy,que dificulta su hallazgo, creemos justificado presumir su existencia en un
amplísimo sector de Tarapacá.
Las galerías, poco profundas, cuentan con amplias cámaras dormitorio, densa-
mente tapizadas de gramíneas.
.
a través de una vida cavicola que le brinda protección térmica suficiente, tanto más
necesaria cuanto que su pelaje es bien ralo en comparación a las cubiertas de los de-
más mamíferos en el mismo ambiente.
Como ajustamiento de conducta, que favorece al cuy en su lucha contra el frío,
y
por demás rico en celulosa. Sus fuertes incisivos, de escasa pigmentación, le per-
miten roer con facilidad las cortezas y las hojas de los arbustos de tola (LepiJo-
phjllum, Baccharis, etc.), así como las silíceas lanzas de los pajonales (Stipa, Fes-
tuca, etc. ).
Sus molares, con complejo molino de esmalte, son puestos en acciein por un pode-
roso músculo masetero, cuyas fibras siguen un trayecto anteroposterior muy pro-
nunciado en demanda de la apófisis angular fuertemente alargado de la mandíbula
inferior. Actuando en colaboración con los miisculos pterigoideos internos, parti-
cularmente fuertes, se traduce la acción de estos músculos maseteros en deslizamien-
tos anteroposteriores, que logran desmenuzar a los vegetales más coriáceos en una
finísima papilla. La articulación maxilomandibular misma, construida en pro-
fundo canal anteroposterior, atestigua por su parte la importancia funcional que
alcanza el deslizamiento rostro-caudal a este nivel.
y grandes
vesículas seminales, permiten presumir que la época de su procreación
coincide con el verano en la Puna. Pearson ( 195 ) ha demostrado que en el altiplano
i
del Perú nacen las crías de este cuy en diciembre, constatando que la relación numé-
rica de machos a hembras era de 1 4 a 2 i
En la coducta de Galea en las dos colonias observadas sobre territorio chileno,
llama grandemente la atención su extrema timidez y agudísimas capacidades sen-
soriales que les permiten detectar la presencia del cazador a gran distancia.
Las relaciones entre Galea musteloides y la población de aimaraes y quechuas
de su habitat, hoy día no se hace ya aparente. Sin embargo hemos tenido ocasión de
observar restos de cuyes de esta especie, depositados en tumbas aborígenes, con
deformaciones craneanas debidas a defectos de calcificación, como suelen apa-
recer en especímenes cautivos. Cabe presumir, entonces, que los aborígenes mante-
nían antaño a este cuy en cautividad.
239
Un estudio experimental de los resultados que brinda la crianza de Galea musteloiáes
como animal de laboratorio encierra, a nuestro juicio, interesantes posibilidades
de éxito.
HISTORIA DÉ SU CONOCIMIENTO:
Geoffroy I. y D'Orbigny, 1833, describen a Cavia australis capturado en las vecin-
dades de Río Negro, en el norte de la Patagonía argentina.
Bennett, 18 35, separa a esta especie del género Cavia y la incluye bajo Kerodon.
240
Baird, 1855, señala a Cavia australis para territorio chileno.
Kraglievich, 1907, reconoce en KeroJon australis un representante del género /Wjcroca-
via, descrito sobre la base de restos fósiles por Gervais y Ameghino.
Osgood, 1943, indica la captura de Cavia ( Microcavia) australis a pocas millas de distan-
241
Fig. 2 14. Distribución geográfica en Chile de
Microiavia australis (GeotTroy y D'Orbigny ).
242
Fn atenci<)n a que los cuves presentan, como grupo, condiciones particularmente
ajustadas a la existencia en ambientes de relativa sequedad v cubierta vegetacional
abierta v aun rala, salta a la vista que laestepa patagónica de Aisén y Magallanes ofre-
ce condiciones muv favorables para la subsistencia de .ilicrocavia australis.
La rica diversidad de vegetales ofrece variado alimento al pequeño cuy, que se
ve favorecido igualmente por la protección que le brindan los densos arbustos de Baccha-
ris, Bcrbt'ri\ v Chiliotrichium.
ble para el roedor cavicolo de acti\ idad diurna, como lo es Microca\ ia australis, que
cuenta con la protección de sus cuevas para las horas y las épocas de más bajas tempe-
raturas.
cuerpo rechoncho y premunido de firmes miembros del cuy en referencia, lo
Fl
señala como cavador activo, sin embargo, alcanza velocidades de carrera bien alta
al desplazarse de refugio en refugio entre los arbustos que le valen de protección.
Según relatos de la población local suelen acudir estos pequeños cuyes a la pro-
muros o pircas de piedras que franquean los campos cultivados, pero
tección de altos
por su número más bien reducido, no alcanza importancia como roedores perju-
diciales para las cosechas.
FAMILIA CHINCHILLIDAE
243
V Chile. Vn Chile se encuentra represen- entre 565 a 649 mm, tinta dorsal
tado por dos especies. De acuerdo a Ca- rojiza o nogal curier/
brera (1960), Lü^idium woljjsohni, pues- Dorso gris hollín, longitud total os-
ta como subespecie de L. viscacia, debe cila entre 795 a 800. Cinta dorsal cor-
considerarse una especie diferente. El ta e inconspicua viseaeia ....
Dr. Mann en su trabajo sigue el criterio
de Osgood, considerándola una raza geo-
grática de iiscacia. D LAGIDIUM VISCACIA VISCACIA
CMOLINA)
Clave de especies 1848 La¿jotis cnniger (]av. Hist. Chil.
Longitud mavor de 850 mm, orejas cortas Zool. 1:92. Pl. $-í).
244
.
I
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Montañas Rioja V San Juan, y área colindante con
del norte de Chile desde Antofagasta a Ta- Chile.'
rapacá; áreas vecinas de Perú v Bolivia.
SUBSPECIES CHILENAS:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
245
Lahille, 1906, analiza la viícacit) ijíccjcíj.
Thomas, 1919, usa la combinación La^idium viseada.
Thomas, 1920, describe Lagidium Jomatinae (sinónimo de Lagidium viscacia Jama-
tinae ).
Thomas, 192 i, describe a Lagidium boxi (sinónimo de Lagidium viseada boxi).
Thomas, 1926, describe a Lagidium sarae (sinónimo de Lagidium viseada sarae).
Osgood, 1943, reconoce para Chile la siguiente subespecie de viseada: Lagidium
viseada viscaeia, L. v. euvieri, L. v. Jamatinae, L. v. boxi, L. v. sarae, L. v. boeli, L. v.
woiffsohni.
Mann, 1945, analiza aspectos de anatomía, etología y ecología de Lagidium viseada
euvieri, en Tarapacá.
Pearson, 1948, describe el hábito de vida de Lagidium peruanus (igual Lagidium
viseada euvieri ) , en Perú.
Cabe tener presente, sin embargo, que la sucesión de colores así esbozada está
sujeta, a su vez, a las condiciones de ambientes, cuya influencia directa o indirecta
246
Fig. 2 I S
logra desviar la gama de tonos hacia el amarillo, con sequía v temperatura elevada.
y hacia el negro, poractuación contraria del frío y de la humedad. Este enlace en-
la
tre la constelación ecológica y los colores en las vizcachas conduce a un segundo es-
calafón, ya no ontogenético sino zoogeográfico, que contempla un predominio ma-
nifiesto dephaeomelanina amarillenta en las regiones cálidas septentrionales,
contrastado de eumelaninas negruzcas en los ambientes australes fríos y lluviosos.
La superposición de variantes ecológicas a las distintas etapas de coloración
en el desarrollo individual ha contribuido a aumentar la contusión taxoncimica \ a-
riante en este grupo.
247
CO^JSIDERACIOf-JES FILOGENETICAS: el género La^idmm representa a una de
las ramas especializadas que tomaron su origen en el antiquísimo conjunto de
roedores histricomorfos primitivos afro-sudamericanos. En el largo trayecto evo-
lutivo de estas vizcachas han intervenido luego dos grupos de fenómenos que me-
recen una nítida distinción. Por un lado cupo así profunda influencia, en el mo-
delado de sus rasgos característicos, a los primeros acontecimientos filogenéticos,
muv tempranos, que resultaron en la diferenciación de la familia Chinchillidae,
V en su subdivisión ulterior en vizcachas Lagidium, chinchillas — Chinchilla v vizca-
chas de la Pampa — Lcigostomus. Tras estos primeros
fundamentales pasos, se
v
hizo notar, en un segundo término y en épocas relativamente recientes, un moderno
tencimeno de insasión de nuevos ambientes por los individuos del género La^idium,
248
con consecuencias selectivas de gran interés que pasamos a analizar: Es sabido,
en efecto, que las vizcachas de las sierras han contraído lazos indisolubles con los
ambientes de rocas y pedrerios, cuvas condiciones particulares "seleccionaron" es-
pecilicamente las mutaciones más adecuadas a sus demandas ecológicas, en el con-
junto de mutantes aparecidos durante el devenir evolutivo de LagiJium. Llama
ahora la atención que estos parajes desolados en su mayor parte que forman
los muros cordilleranos de los Andes, en Sudamérica, estuvieron cubiertos hasta
hace unos 20.000 años por masas de nieve y de hielo que ocultaron sus relieves du-
rante el reinado de la última glaciación. Bajo tales condiciones lograron habitar las
vizcachas solamente al pie de los Andes, ocupando probablemente aqui una enorme
faja ininterrumpida desde el paralelo o°S hasta la latitud 50°S, tanto al este como
i
al oeste del Muro Cordillerano. Con el retroceso de los hielos, a fines de la época
glacial, se abrieron luego nuevos ambientes favorables para la colonización con viz-
cachas que penetraron en pos de las nieves, profundamente hacia el corazcin cordi-
llerano, habitando paulatinamente los más altos v aislados picachos de la montaña
despojada, finalmente, de su mortaja de hielo. A la medida en que se operaban esos
fen<)menos de redistribución y avance de las vizcachas siguió escalando tras ellas
todo el resto de la vida del plan que fue hallando condiciones compatibles con su
existencia sobre los contrafuertes andinos chilenos, poblando finalmente con
plantas y animales el muro 4. 500 metros de altura, límite que al-
oeste hasta unos
canza a la actualidad. fenómeno de avance altitudinal de las vizcachas
Este doble
seguidas por el avance de la comunidad de vida del plan, han conducido a la relega-
ción de colonias de LagiJium en picachos y cordones montañosos totalmente aislados
unos del otro, ofreciendo condiciones muv favorables para una evolucicin rápida
V efectiva de subespecies geográficas, cuyo mecanismo de origen recuerda así
estrechamente a la historia evolutiva de las razas en los lagartos chilenos del género
/./o/uemuí Hellmich, 1950)-
(
Fig. 2 18.
Lagidum viscaciü.
detalle de la cabeza.
249
La aislación de tipo insular de poblaciones en La^idium liscacio sobre diversos
sectores de los Andes chilenos, se expresa por su diferenciación en 6 grupos recono-
cidos, que representan probablemente a verdaderas unidades genéticas, portado-
ras de mutaciones propias, específicamente ajustadas a la constelación ecológica
selectiva. El evidente ennegrecimiento del pelaje de estas subespecies, que se reco-
noce desde Norte a Sur, proporciona un elemento de juicio que parece comprobar
este hecho. Demostraremos más adelante que también su dentición diferencia-
da revela incuestionables rasgos adaptativos al medio particular de vida. La reduc-
ción de los pabellones auriculares, de la cola y de los miembros, que se opera en el Sur
de su área de distribución concuerda, finalmente, también con las reglas genera-
les que gobiernan los ajustamientos de subespecies en relación al medio ambiente.
Los caracteres distintivos descritos para estas seis subespecies geográficas son
enteramente superficiales, y no permiten el reconocimiento taxonómico de estas
formas, de tal modo que no. resulta posible clasificar con precisión una piel de vizca-
cha chilena sin datos de la localidad de su captura. Prescindimos por ello de dar
las condiciones de color y de proporciones corporales que se consideran diagnósti-
cas para las seis subespecies en espera de algún análisis profundizado en este proble-
ma.
eia, que frecuenta igualmente a los riscos en la cordillera de la Costa, cuyas cumbres
habita.
Las vizcachas seleccionan para su morada tanto paredes verticales de roca des-
nuda, como los despeñaderos de mediano declive, donde se acumulan bolones
o lajas pétreas (Fig. 219). En las rocas, despejadas por la erosión, que coronan el ápi-
ce mismo de los cerros, se les observa igualmente. Los duros y coriáceos vegetales
que dan vida en las alturas señaladas de nuestra cordillera, a los parajes habitadps
por vizcachas, proporcionan el alimento suficiente para estos parcos organismos.
La presencia de agua no es imprescindible para su existencia a pesar de las observa-
ciones locales de otros autores (Pearson 1948) que parecían indicarlo. En este me-
dio de condiciones duras y aun inclemente, desempeña nuestra vizcacha una fun-
ción social de efectos palpables por la destrucción de los vegetales dominantes que
realiza como un herbívoro de mavor tamaño en su comunidad de vida. Vale de presa
a su vez, a mamíferos carnívoros cordilleranos, gatos y zorros, que suelen apode-
rarse, si bien difícilmente, de algún ejemplar.
250
Fig. 2 I 4
Rocjuerios en laderas,
ambiente típico de
Lüjjidium viscaciü.
I
las alpacas.
El recambio parcial y repartido por todo el año de los pelos viejos por la nueva
generación del pelaje que ya hemos mencionado más arriba aporta, por su lado, una
ventaja de gran importancia en la lucha contra el frío al presentar una deflexión
significativa de la cubierta corporal en un momento determinado como el que pre-
sentan en las pelechas de ordinario.
25'
Al considerar la perfección en estos avanzados ajustes te rmor regulado res,
llama la atención que las vizcachas parecen carecer de los instintos que conducen al
Fig. 2 20. Organización muscular de Lagidium viseada. Se aprecian las extremidades posteriores
extraordinariamente desarrolladas.
252
la región interescapular de la vizcacha tomando mayor incremento recién en la cum-
bre de la flexura dorso lumbar lo que no indica la escasa importancia que le incum-
be aquí a los miembros anteriores en la locomoción. Es sabido que en las especies de
andar cuadrupedal resaltan justamente las espinas interescapulares por su longi-
tud destinada a facilitar la inserción de los músculos romboides y largos de cuello.
Una de las funciones más importantes de la columna vertebral de la vizcacha, cual
es la de elevar la parte anterior del cuerpo durante el salto, que
el predo- se reduce en
minio que han alcanzado todas aquellas eminencias óseas destinadas a recibir las
inserciones de los músculos respectivos. A este fin corresponden las larguísimas
apófisis espinosas lumbares, sobre las que asienta el músculo multífido, las meta-
póPisis dorso-lumbares de gran desarrollo, en las que habrán de finalizar los tendo-
nes de diversos músculos extensores y las enormes diapófisis de la región lumbar,
que dan inserción al músculo largo del dorso. En estos últimos nace también el volu-
minoso músculo lumbar, de alto interés en la dinámica de la vizcacha por la función
particular de sus fibras, cuya contracción arquea la columna vertebral y hace posi-
ble así la propulsión del tren posterior, con las manos en apoyo, movimiento caracte-
rístico para el salto de las liebres y que también puede observarse en la vizcacha.
Con el cuadrado lumbar colabora todavía el músculo psoas, flexor del muslo y de la
columna dorsal. Su origen en la cara inferior de las vértebras lumbares motiva aquí
el desarrollo de una poderosa cresta mediana. El sacro se halla sobremontado por
253
prácticamente otro tipo de movimiento, se desplazan nuestras vizcachas sólo en
ocasiones por saltos regulares, como los de esa forma, debiendo movilizarse, en cam-
bio, con mucha frecuencia, y debido al ambiente accidentado, por marcha cuadru-
pedal y aun por trepación. Bajo esas circunstancias se generan necesariamente
distorsiones unilaterales de la pelvis, las que no conoce el canguro v que deben ser
anuladas en las vizcachas justamente a nivel de la sínfisis púbica. El brazo dorsal
del isquión particularmente alargado, ofrece una óptima palanca, que hace muy
efectiva la acción de los músculos extensores del muslo, que impulsan al cuerpo en
Fémur y tibia alcanzan una notable longitud y van provistos de gruesas apófisis
para la inserción muscular.
Manos y pies dan estabilidad a los riesgosos saltos con la elástica cubierta de
sus palmas y plantas, que asemejan gruesas capas de caucho capaces de adherirse en
las rocas más lisas y resbalosas.
Festuca sp.; Calamagrostis sp; Senecio sp. ; Distichia sp.; Parastrephia sp.; Pynopbyllum
Gentiana sp., y Werneria sp.
Al lado de esta dieta corriente suele cebarse la vizcacha también en los alfalfares
( Medicado sativa L. ) de cordilleras cercanas a sus roquerios.
254 •
I
Los crotines de nuestra vizcacha son relativamente pequeños, alcanzando
unos 1 5 mm de largo, y se encuentran dispuestos por montoncitos de 6 a 12, que corres-
ponden cada uno a una evacuación.
Llama la atención que las vizcachas beben sólo ocasionalmente muy pequeñas
cantidades de agua, bastándose por lo general con lamer nieves y hielos o, en su defec-
to, con la humedad contenida en los vegetales que ingiere. Estas demandas hídricas
tan reducidas saltan tanto más a la vista, cuanto que el ambiente se caracteriza por
una notable sequedad del aire, ávido de agua y evaporación.
Tanto los machos como las hembras alcanzan su madurez sexual entre los 7 meses
y 1 año de vida, coincidiendo con un desarrollo corporal de más o menos 1 kg de
peso.
El estado de celo se revela por una mayor actividad de ambos sexos y la emisión de
suaves gritos y chillidos por parte del macho.
Las bellas investigaciones de Pearson (1949) han puesto de relieve que el feto,
generalmente único, se desarrolla a partir de un óvulo proveniente del ovario dere-
cho, anidándose en el cuerno uterino derecho también.
cíficas delmedio de vida. La audición aguda, que cuenta con grandes pabellones auri-
culares y voluminosas bullas timpánicas, no reacciona a los ruidos fuertes. Ni los true-
nos, ni el golpear de las rocas despeñadas, ni tampoco la voz humana provocan
reacciones apreciables en las vizcachas. El más leve susurro del pasto seco, en cam-
bio, o los silbidos suaves, pero de tono alto, como los que emite el mismo animal, des-
piertan de inmediato su más viva atención o desencadenan reflejos de huida.
255
eos-dinámicos extraordinariamente eficientes, para captar durante el trayecto mis-
mo del salto, los estímulos ópticos que han de determinar el modo de aterrizaje.
La deambulación por las cuevas y galerías se basa, por su lado, en la perfección
del sentido táctil, que cuenta con vibrisas de fabulosa longitud. Tan agudo resulta el
tacto a favor de esos órganos, que la vizcacha logra realizar, aun en plena obscuridad,
sus riesgosos saltos.
El nivel psíquico de la vizcacha es indudablemente bajo, y se mantiene a la misma
altura que de la mayor parte de los roedores histricomorfos primitivos.
es propia
Entre los enemigos de la vizcacha ocupan el primer lugar los gatos monteses
( Lynchailurus y Orechailurus ). cuva ágil velocidad entraña un peligro verdadero.
Los zorros andinos (Pseudalopex), en cambio, no logran hacer presa por lo general en
estos roedores tan rápidos como alertos.
Silbidos de penetrante sonido ponen en estado de alarma a la colonia cuando uno
de sus individuos detecta un peligro. Llama la atención que las vicuñas y aun peque-
ños roedores que conviven con la vizcacha (Pearson 1948) responden igualmente a
estas voces con reacciones de huida.
La actual situación estrictamente cordillerana de la vizcacha aleja su radio de ac-
ción de las esferas humanas en la mayor parte de nuestro territorio. Solamente en
Tarapacá establece contacto directo con los pobladores sobre el muro cordillerano y
en las altiplanicies de la Puna. En esas condiciones suele causar pequeños daños en
los alfalfares indígenas.
La carne de estos roedores proporciona un plato exquisito, si bien poco apeteci-
do por las poblaciones locales.
La pelecha continuada de su pelaje se opone afortunadamente a un aprovecha-
miento industrial, salvando así a las vizcachas de la deplorable suerte que siguieron
sus parientes, las chinchillas, menos afortunadas.
256
CHINCHILLA BREVICAUDATA DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Andes del
WATFRHOUSt sur del Perú v regiones adyacentes de
Chile.
1848 Chinchilla brevicauJato Waterhou-
se. Nat. Hist. Mammal. 2:241. Lo- CHINCHILLA LANÍGERA (MOLINA)
calidad típica: Perú Andes de
1782 .Wus Laniger Molina. Sagg. St. Nat.
Perú, Chile, Bolivia y Argentina.
Chile: 3°'-
Se encuentra subdividida en dos
nominal Localidad típica: Coquimbo, Chi-
subespecies, de las cuales la
le.
existiría en nuestro territorio, la boli-
18 14 Cricetus chinchilla Fischer. Zoog-
viana, extralimital del sur de Bolivia y
nosis 3:55.
norte argentino.
1934 Chinchilla \clligerü Prell. Zool. Ans.
1 08: I 00.
SUBESPECIES CHILENAS:
C. c. boliviana Brass, 191 1.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Lichtenstein, 1829, describe a Perionjs chinchilla sin definir su localidad; pro-
bablemente basado en ejemplares peruanos.
Bennett, 1829, describe a Chinchilla lanigera.
Gray, 1830, cita a Chinchilla ¡anigera, de Coquimbo.
Yarrell, 1830, aporta breves notas referentes a Chinchilla.
Waterhouse, 1844, rebautiza a Perionjs chinchilla, de Lichtenstein, como Chin-
chilla brevicaudata.
Tullberg, 1829, analiza en unos trabajos muy completos la anatomía de Chinchi-
lla lanigera.
257
CARACTERES DISTINTIVOS: Roedor con el tamaño de un cuy doméstico bien
desarrollado o aún más grande, con orejas amplias y una cola provista de pelos muy
largos, implantados en bandera.
El de afamada suavidad, es extraordinariamente denso. Cada raíz pilosa
pelaje,
mechón de pelos.
da origen, en efecto, a todo un
Predomina un color gris, que puede variar, entre límites bien amplios, fluctuan-
do desde el gris-bruno, hasta el gris-azulado. Esta situación lleva aparejadas im-
portantes consecuencias económicas en atención a que el cuero de las chinchillas
se ciñe, en su valor comercial, al tono preciso de su coloración, acrecentándose con
el predominio de eumelaninas negras. Esta variabilidad que se reconoce actual-
Fig. 221
Cráneo de Chinchilla chinchilla
veligera Prell, vistas dorsal y ventra
258
Rntofagasla
Fig. 222.
Distribución geográfica de Chinchilla ch. veligera.
Vaiparals
pánica, bullas auditivas que se extienden aun sobre la superficie dorsal de la cabeza
ósea. Los dientes recuerdan muy estrechamente a los mismos elementos en el género
afín Lagidium.
259
La primera de estas subespecies vendria a corresponder a la chinchilla boli-
viana de los peleteros, probablemente sinónima de la chinchilla real, cuyas caracte-
rísticas diagnósticas más importantes están representadas por un cuerpo rechon-
cho, cola corta, pabellones auriculares más bien breves y un pelaje particularmente
largo, con tonos brunos. De acuerdo con Osgood 1941 y '943), cabe a esta forma la
(
BIOLOGÍA: La calidad del nicho ecológico ocupado por estas dos razas distintas,
es también enteramente diversa. La forma andina se desplaya así bajo las mismas
condiciones que caracterizan la existencia de la vizcacha Lagidium a cuyo análisis
ecológico referimos (pág. 261).
260
p -incapaces de enfrentar situaciones novedosas — como lo son las chinchillas cos-
tinas.
Llama la atención que también las cualidades psíquicas de ambas razas geo-
gráficasconcuerdan con el habitat, como demuestra la tranquila indolencia de la
forma de frías alturas en contraste al ágil dinamismo de nuestra chinchilla costina.
Los fetos, en número de i a 4, ocupan tanto la rama derecha como la izquierda del
útero, en contraposición a Lagidium normalmente en el cuerno derecho.
Las relaciones entre las chinchillas y las actividades humanas son por demás
conocidas y coronan con un ejemplo extremadamente drástico la ya larga lista de
especies animales erradicadas por la avaricia humana.
261
FAMILIA CAPROMYDAE
Esta familia está integrada por varios gé- a MYOCASTOR COYPUS COYPUS
neros de roedores, solamente dos géneros (MOLINA)
monotípicos se encuentran en Sudamé-
1782 Castor Huidobrius (nomen illegi-
rica. Uno de ellos es septentrional y el timun) Molina, Sag. St. Nat. Chili.
otro de la subregión patagónica. Los
:287.
otros géneros son propios de las Antillas.
1842 Guillinomjys chilensis Lesson. (cam-
Son animales fuertes de tamaño
mediano, cola larga, cabeza subtriangular, bio de nombre de castor Huidobrius
pequeños. Pelaje
Molina). Nouv. Tabl. Reg. Anim.
orejas cortas, ojos
largo, duro, vibrisas muy cerdosas. Pre-
Mann. i 26.
sentan hábitos acuáticos y son vegeta- 1867 Mjopotamus cojpu alhomaculatus Fit-
SUBESPECIES^CHILENAS:
M. c. cojpus Molina, 1782.
M. c. melanops Osgood, i943-
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Molina, 1782, describe a Mus cojpus de los ríos chilenos.
Kerr, i 792, crea el género Mjocastor para Mus cojpus.
Tullberg, 1899, aporta datos muy elaborados sobre la anatomía esquelética y vis-
tante uniforme por todo el cuerpo. Su color es café-acanelado, con extremos de varia-
263
Fig. 22 3
Figs. 224 y 225. Cráneo y mandíbulas de /W/ücdstor co/pus en vistas ventral: 2 24, v dorsal: 2 2 5.
laciones evidentes que enlazan la coloración y los factores ecológicos del medio am-
biente. Las condiciones de humedad atmosférica
de temperatura se traducen asi
y
de acuerdo con las reglas de pigmentación en aclaramiento pigmentario de ejempla-
res expuestos a altas temperaturas y aire seco, contrapuesto al obscurecimiento gene-
ral, que es el producto de temperaturas bajas, en un medio eminentemente húmedo.
te. Fuera de Chile se le encuentra también en Argentina, Uruguay, Bolivia y sur del
Brasil.
264
CONSIDERACIONES FILOGENETICAS: La antiquísima historia filogenética del
género AUocastor, cuenta con pruebas que demuestran su pre-
paleontológicas
sencia, como grupo bien definido, hace ya más de un millón de años en el Pleistoce-
no sudamericano. Durante la época inmediata anterior, el Mioceno, y en el transcurso
de S a 6 millones de años, se ha operado la diferenciación de este género, a partir de los
Capromjidos primitivos, cuyo devenir se ve coronado por dos ramas contemporá-
neas, perfectamente individualizadas, con un grupo de formas terrestres por un lado
(Capromjs, Geocapwmys, Procapromjs y Plag iodontia) y el género Mjocastor acuáti-
co, por el otro.
El cuadro distribucional contemporáneo de los coipos define, con enfática pre-
cisión, al periodo de su dispersión por Sudamérica como una época anterior a la ele-
vación de los Andes actuales, cuya barrera no admite el paso de organismos anfibio-
ticos a tra\ és de sus dominios.
de los dos grupos, responden con muchos visos de realidad a construcciones gené-
ticamente definidas. Este mismo criterio es aplicable, también, a las diferencias
de pigmentación, que distinguen a los coipos del centro de Chile frente a sus parien-
tes australes, en especial de la isla de Chiloé. Nuestras experiencias de cruzamiento
entre ambas poblaciones han demostrado la fijeza del color obscuro, que se presen-
ta con caracteres de dominancia en los descendientes, a pesar de ser mantenidos
en el medio ecológicos propio a la fama centro-chilena. Debemos aceptar, en con-
secuencia, la distinción de dos subespecies de Mjocastor cojpus en nuestro territorio,
como postula Osgood (1943), quien designa como Mjocastor cojpus cojpus Molina a
los ejemplares del Centro, aplicando a individuos más obscuros de Chiloé el nombre de
Mjocüstor cojpus melanops Osgood.
BIOLOGÍA: Nuestro coipo habita las aguas dulces del plano, buscando con marca-
da preferencia el abrigo que le brindan totoras y espesuras de Scirpus (batro) u
otros vegetales. Nunca se entrega a ríos torrentosos y no logra avanzar, por esta razón,
hacía el interior de las montañas. Establece su morada, en cambio, tanto en los lagos
265
Fig. 226.
Atyocastor coypus.
Fig. 2 27.
Lago sureño. Ambiente de
Mjfocastor cojrpus.
266
rras en los barrancos más solitarios y en las riberas con densa cubierta vegetal que
circundan al medio acuático del coipo.
La vida, que transcurre en gran parte bajo el agua, plantea serios problemas de
termorregulación, resueltos a través de un pelaje extraordinariamente denso, cuyo
vellón abraza y engloba a un muro de aire aislador, que no franquea el paso al frió
V líquido elemento, ni aun tras largas horas de inmersión. Como un ajuste regula-
dor adecuado a la temperatura ambiental, se nos aparece el cambiante espesor de
la cubierta pilosa, siempre más larga y más espesa cuanto más austral es, y con ello
trices. La notable desproporción que distingue a las masas del tren posterior y del
tren anterior traduce esta situación fisiológica en el plano anatómico. La reducción
de los miembros anteriores no ha avanzado, sin embargo, más allá de cierto grado
relativo, por su importancia manifiesta durante la cavación de los refugios, que
realizan con la colaboración de los enormes incisivos. Una cresta deltoidea podero-
presentan las amplias superficies de inserción requeridas por los grupos muscula-
res directamente implicados en el cavar.
La dieta alimenticia del coipo se basa en toda clase de elementos vegetales que
encuentra en su habitat. Bajo las condiciones del cautiverio acepta granos, verduras,
tubérculos ricos en almidón y zanahorias que ingiere en grandes cantidades.
Desmenuza su forraje a favor de los enormes incisivos primero, para triturarlo
después concienzudamente en el molino de los amplios molares, con coronas pro-
La lactancia se cumple, para las crías de alguna edad, durante la natación, gra-
267
cias a las tetillas en situación dorsal, que trae a la memoria los pezones laterodorsales
de vizcachas y chinchillas.
las
roedor emerge de las aguas. De este modo se traza un paralelo entre la organización
del coipo con formas tan diferentes, pero siempre acuáticas, como lo son los sapos o
el hipopótamo.
bita el coipo.
El agudo mecanismo auditivo de este roedor cuenta con un pabellón auricular
relativamente grande, para un mamífero acuático. Una amplia caja de resonancia
refuerza los estímulos, presentándose bajo el aspecto de una )>bulla« completa-
mente hueca y desprovista, por lo tanto, de las trabéculas óseas que tabican la
misma estructura en los cercanos parientes de la familia Octodontidae.
reacciones reflejas desencadenadas por estímulos auditivos son decisivas
Las
para conducta acertada del coipo, que cuenta para la ejecución de las conexiones
la
aun al hombre desarmado. Una rica gama de voces diferenciada hace las veces de
señalización de alarma en su vida colonial.
La desenfrenada persecusión que ha terminado con la mayor parte de las po-
blaciones del coipo en Chile, antaño muy extensa, ha conducido a la destrucción,
enteramente innecesaria, de un recurso natural valiosísimo, cuya administración
268
.
FAMILIA OCTODONTIDAE
Roedores caracterizados por que sus Clave de especies
muelas presentan repliegues que le dan
1 Ultimo molar con profunda identa-
a sus dientes masticatorios la forma de
ción en el borde interno ¡unatus .
18 jj Dendrobius Meyen. Nov. Acta Ac. 1867 Octodon degus var. alba Fitzinger.
Leop. Caro!. : 16:60 1.
Sitzungber. K. Ak. Wiss. Wien. 56:
DISTRIBUCIO!^ GEOGRÁFICA: Chile, des- 131.
de Atacama hasta Nuble probablemen- 1927 Octodon degus clivorum Thomas. An.
te, en que parece ser escasísimo. Mag. Nat. Hist. i9(9):í56.
Está formado por tres especies. El
profesor Mann cuestiona la especie
lunatus y sugiere que podría ser una DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: En Chile,
raza de hridgesi, criterio no compar- desde la 111 Región de Atacama hasta las
269
OCTODON DbGUS (MOLINA, 1782), "Degu"
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Molina, 1782, describe Sciurus degus, de Santiago.
Poeppig, 1829, desconociendo el trabajo de Molina, describe a Myoxus getulus, de
Santiago.
Bennett, 1832, describe Octodon cumingü, en Valparaíso.
Meyen, 1833, establece elgénero DenJrofc; uí para Sciurus de Molina.
Martin, 1836, analiza en un trabajo de dos páginas algunos resultados de la di-
sección de un Octodon cumingii.
Bridgs, I 843, describe hábitos de vida de Octodon cumingii.
Gay, 847, indica a Octodon cumingii en la fauna chilena.
I
género Octodon.
Thomas, 1927, describe Octodon clivorum, basado en ejemplares de Puente Alto,
subespecie propia de regiones de alturas.
Mann, 940, analiza la anatomía de Octodon degus.
1
OTROS NOMBRES VULGARES: degú, bori, ratón de las tapias, ratón de cola en
trompeta, ratón de las cercas.
270
Fig. 228. Octodon c/e^us (Molina) en vista lateral.
Fig
Cráneo de Octodon degí
en vista dorsal v ventra
271
Su área de vida abarca, en efecto, desde la zona de Vallenar (III Región de Ata-
cama) hasta el limite norte de los bosques en los alrededores de Chillan (i7° lat.
S). En todo este vasto territorio se le encuentra tanto en la franja costera como en
el valle longitudinal y aun sobre el muro andino hasta unos 1.800 metros de altura.
tados a este ambiente, encadenándolo a él, con esos lazos biológicos indisolubles,
272
^
ve completada por caminillos epiterráneos que reúnen, en trayecto muy derecho,
puntos de especial importancia en la vecindad del sector ocupado por la colonia.
El continuo traqueteo de cientos de piececillos sobre estos caminos no tarda en des-
gastarlos hasta darles la apariencia de verdaderas canaletas muy visibles. Amplias
cámaras de anidación y de dormitorio irregularmente dispuestos bajo tierra, com-
plementan el laberinto de las galerías.
En cada colonia habitan desde muy pequeño número de individuos hasta varios
cientos de ejemplares, cuya existencia diurna se hace por demás evidente al obser-
vador, por las continuas carreras y agudas voces de estos ágiles v vivaces ratoncitos,
que ponen una nota alegre y dinámica en las estepas centro-chilenas, tan parcas
en las manifestaciones vitales.
En su comunidad logran ejercer, cada vez que aparecen en grandes números, un
importante papel ecológico al destruir vegetación dominante, ya a través de un
la
talaje directo como forraje, ya al desarraigar sus raices durante la cavación de sus
cuevas.
Incisivos firmes y sólidas manos cumplen las tareas de cavación, en las que
labora el tren posterior de gruesa musculatura, que logra afianzar por sí solo a
todo el cuerpo durante el cavar, en el que ocupan ambas manos a la vez. Los grupos
se
musculares, encaminados a mantener tronco rígido y elevado sobre la pelvis,
el
273
de los pies bien alargados magníficos instrumentos de propulsión. La cola, encur-
vada dorsalmente y provista de un final apical de pelos, desempeña, por su parte,
las funciones de balancin durante el correr, que amortiguan los excesivos impulsos
y las gotas de rocío que ingiere al talar gramíneas a primeras horas de la mañana.
En el extremo septentrional de su área de dispersión en la región de Atacama — —
cuyas condiciones desérticas son ya bien evidentes, busca el agua indispensable
atacando los jugosos tejidos de las cactáceas que abundan en ese medio de vida. En
cautividad, acostumbra a beber el agua en cantidades bien apreciables.
Ya en el primer año de vida alcanza su madurez sexual, que se revela en el macho
por el descenso de asas del epidídimo hacia el escroto. Los testículos, en cambio,
permanecen en una posición intrabdominal.
Con la primavera (octubre) aparecen en primeros síntomas las colonias los
de la ambos sexos, que
actividad reproductiva, por una manifiesta excitabilidad de
se entregan a violentas luchas a dientes y golpes de mano. Los machos más podero-
sos tratan entonces de eliminar sus competidores menos fuertes en la manera más
brutal, matándolos o castrándolos a dentelladas.
Tres o cuatro embriones se desarrollan en cada cuerno uterino. Las crías nacen
en un estado de desarrollo muy avanzado, con ojos abiertos, cubierta pilosa com-
pleta y capacidad de ramonear aun pasto tierno a los pocos días de su nacimiento.
274
También alcanza la audición un avanzado desarrollo, con grandes pabellones
auriculares y abombadas cajas de resonancia timpánicas.
El resto de los mecanismos sensóricos ocupa, en cambio, un papel secundario
los Desde luego, cabe recordar que este pequeño roedor for-
intereses humanos.
maba parte importante en la dieta de los araucanos y, en tiempos de escasez, tam-
bién de los conquistadores españoles. Su exquisita y blanca carne hacen de él, en
efecto, un bocado apetitoso.
En la actualidad cobra, sin embargo, trascendencia a través de los daños
que logra infringir en las sementeras y en los viñedos. Suelen observarse ocasio-
nalmente consecuencias por su invasión en números muy grandes. Afortunada-
mente, son bien raros estos casos extremos.
La captura del degu no es fácil por su extraordinaria desconfianza frente a
toda clase de trampas. Lazos de acero, armados en la entrada de sus cuevas, con-
ducen a los resultados más favorables.
275
OCTODON BRIDGESI WATFRHOUSF, 1844. «Degu de los matorrales"
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1844, describe Octodon bridgesi.
Thomas, 1927, designa el lectotipo de Octodon bridgesi, de la región de Curicó.
Yapes, 1930, cita Octodon bridgesi en un trabajo sobre Octodóntidos chilenos.
Osgood, 1943, señala a Octodon bridgesi y * Octodon lunatus, al que describe como
especie nueva, como un tipo proveniente de Olmué.
bien localizada, y comprende dos zonas, actualmente del todo aisladas. Por un
lado se le ha capturado así en los Andes de VI Región y provincias Colchagua y
la
Curicó. Por otro lado, vive en los contrafuertes de la cordillera costera del
centro de nuestro pais (Papudo, Zapallar, Olmué).
En cada una de estas dos áreas andinas y costeras— se han designado dos —
poblaciones con una denominación propia que, en caso de justificarse, merece-
rían solamente el rango de »subespecie geográfica", en acuerdo con la historia
filogenética del género Octodon en Chile, que hemos esbozado más arriba pag- (
272) V según la cual representan estos dos grupos del de^u, ramas seleccionadas
por un ambiente de denso matorral en terreno declive.
Fig. 30.
,276
alcanzan una decena, cabe considerar con cierta cautela la constancia de este
síntoma diagnóstico, que en caso de verificarse posteriormente, pudiera quizás
dar la base para diferenciar ambas poblaciones con el carácter de «subespecies geo-
gráficas" .
1903 Octodontomvs Palmer. Science. 17: '844 Octodon gliroides Gervais y D'Or-
873. bigny. Bull. Soc. Philom:2 2.
277
Zool. Soc. London i : i i j. Pl. 8 y 9. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA: Andes del
Figs. 8-12. sudoeste de Solivia, zonas vecinas de
19 1 3 Octodontomjs gliroides Thomas. An. Argentina. En Chile, Andes de Tarapacá,
Mag. Nat. Hist. 8 ( i i ): 1 43. Champaja v Caritaya.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
D'Orbigny y Gervais, 844, describen Octodon gliroides de ios Andes de La Paz-Bolivia.
1
Waterhouse, 1848, cita Octodon gliroides, extractando datos del trabajo original
de D'Orbigny y Gervais.
Thomas, 1902, crea el género Neoctodon con la especie N. simonsi de Potosí Solivia
( = Octodontomjs gliroides).
Palmer, 1903, invalida la designación Neoctodon Thomas, ya ocupada para un género
de Coleópteros, y propone en su reemplazo Octodontomjs.
Thomas, 1913, reconoce a su Octodontomjs simonsi como sinónimo de Octodon gli-
roides. Gervais y D'Orbigny, quien pasa a ser designado como Octodontomjs gli-
roides.
CARACTERES DISTINTIVOS (Fig. 231): Octodóntido con el tamaño de una rata ca-
sera de grandes pabellones auriculares, larga cola terminada en pincel y
(Rattus),
pelaje francamente bicolor, grisáceo en el dorso, blanquecino en el vientre. Plantas
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA
(Fig. 232): Sospechamos que este hermosísi-
mo mamífero en Chile por una amplia zona de los Andes tarapaque-
se distribuye
ños, entre 2.000 y 4.000 metros de altura. Hasta aquí hemos constatado su presencia,
sin embargo, solamente en los alrededores del pequeño oasis de Champaja (Mann,
I
945 ) y en roqueríos vecinos al tranque de Caritaya.
278
Fig. 2 5 1
Octodontomys
gliroides
(D'Orbigny v
Gervais) en vista
latero ventral.
^K
Fig. 2J2.
Distribución geográfica de Octodontomys
gliroides.
utilidad para una existencia en ambientes rocosos de cordillera. Tanto es asi
que este género presenta un número de facetas morfológicas que lo acercan hacia
Abrocoma, de hábitos y preferencias ecológicas semejantes. El pelaje sedoso, las
palmas y plantas cubiertas de finas pero bien desarrolladas granulaciones, y la
zona craneana facial alargada, representan tres de estos aspectos en la organiza-
ción de Octodontomjs que recuerdan a los ratones chinchillas y cuyo significado, en
un plano filogenético, parece corresponder más bien a homologías de convergencia.
BIOLOGÍA: Fl soco habita en Chile, al igual como en el flanco oriental de los Andes,
una zona de altura en los alrededores de los 3.000 metros que cuenta con cactáceas
como vegetales dominantes, sobre los terrenos rocosos de aquellos niveles. Entre las
cactáceas altas, columniformes, integradas sobre todo por Browningia canJelaris B. et
R. V Cereus atacomensis Phil., se desarrolla una rala cubierta de plantas bajas que
incluyen cactáceas cespitosas, como Pilocereus y Opuntia, acompañadas por arbustos
V hierbas, entre las que merecen especial mención, según Fuenzalida v Pisano ( 1950):
Poijachjrus tarapacanus Phil., Viguiera gayaría Phil., Piquería pinifoiia Phil., Psila bo-
280
Un clima muv riguroso de enormes fluctuaciones — tanto diurnas como esta-
cionales — tiende una efectiva barrera a la invasión de este medio de vida por los ha-
bitantes de niveles más bajos. Los organismos del altiplano mismo de la Puna no
logran tampoco encontrar cabida en el "muro cordillerano", en atención a los
bruscos declives del terreno que no concuerdan con sus ajustamientos especiti-
cos hacia la existencia sobre amplias mesetas.
F.ntre los bolones de piedras v las columnas de los cactos cava el soco sus breves
galerías, de lasque emerge, en pleno dia y con mansedumbre notable en parajes
solitarios, para buscar el substento talando la escasa vegetación de su habitat.
El pelaje largo v sedoso, cumple evidentemente funciones de protección térmi-
ca, seleccionadas por el clima riguroso.
La trepación por rocas y pedruscos se facilita con la construcción especializada
de lasmanos y de los pies, cuyas superficies cuentan con amplios cojinetes de ape-
gamiento recubierto por una piel finamente granulosa similar a la de Abrocoma
(véase pág. Ji7). Las capacidades de cavación son poco desarrolladas, pero los
facultan, sin embargo, para horadar galerías entre las rocas y las raíces de las cac-
táceas que lo albergan.
El robusto pincel caudal de cerdas cumple, de acuerdo con nuestra opinión, va
referida en otra parte (Mann 1945), al igual como en Octodon, la doble función
de remo en el salto y la de atraer la atención de los enemigos sobre este apéndice cor-
poral que puede quedar retenido entre las garras o colmillos del captor sin perjui-
cio del que se libera de la piel agarrada por autotomía, con regene-
ratoncito,
ración ulterior bien completa del segmento cutáneo perdido.
Es de mencionar que la larga cola suele apegarse al substrato durante el trepar
al igual como acontece en Abrocoma v a diferencia de Octodon que la porta siempre
GENERO SPALACOPUS
WACI FR '^34 Poe¡jba¡jomys Cuvier. Ann. Se. Nat.
281
USPALACOPUS CYAr^JUS (MOLINA) D SPALACOPUS CYANUS CYAJ^US
(MOLINA)
1782 Mus cjanus Molina. Sagg. St. Nat.
Chile, :30o. 1829 Bathjer¡jus maritimus Poeppig. Fro-
riep. Notiz. 23:279 (n.h.).
i8j2 Spalacopus poepp¡¡jii Wagler. Isis.
Localidad típica: Chile central, res-
tricta a Valparaíso (Osgood, i943)-
1832:1219.
Nombre vulgar: cururo, cholulo. 1835 Psammomjs noctiva^^us Poeppig. Soch.
Natury 1(1): 25 2.
Subespecies chilenas:
5. c. cKúnuí Molina, 1782.
S. c. mauyinuí Osgood, i943-
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Molina, 782, describe Mus cjanus, de Chile.
I
282
Poeppig, i8}5, señala Psammomjs nocüvagus, refiriéndose a cururos observados en
arenales del litoral septentrional.
Poeppig, I 8 35, asigna su Psammomys noctivagus al género Psammonctes.
Waterhouse, 848, describe y da figura de Spalacopus poeppigii.
i
Thomas, 1925, describe Spalacopus tabanus sobre la base de un ejemplar del "sur de
Chile", sin localidad precisa.
Mann, 940, aporta datos referentes a la anatomía de Spalacopus cjaneus.
i
Osgood, 943, reconoce para Chile a Spalacopus cjanus cjanus Molina y Spalacopus cjanus
I
283
Fig. 2 55. Cráneo de Spalacopus cvunus Molina)
( vista lateral, dorsal y ventral; maxilar desplazado.
Esta notable fidelidad tipo primario, que presenta el cururo, pudiera inter-
al
baja en esta especie. Sin embargo, se opone a tal interpretación la aparición de mu-
lantes con coloración aberrante y aun con detalles craneanos como el tamaño —
dentario —que se desvían de la norma general. Tales mutaciones estructurales
afectan siempre, a construcciones no sujetas a la selección
como condición común,
específica, que de una vida subterránea. Un color más o menos bruno o
se deriva
molares más o menos voluminosos, no influyen, en efecto, mayormente sobre la
marcha de las manifestaciones vitales en este roedor, a cubierto de la visión de ene-
migos y provistos de un alimento blando que no exige pesados esfuerzos de molienda.
Debemos responsabilizar, entonces, a una selección ambiente muy pareja, de
la uniforme organización en los cururos repartidos a lo largo de nueve grados de
latitud.
284
Se ha descrito, sobre la base de l ejemplares, una raza geográfica individualiza-
da de esta especie Spalacopus cjanus maulinus Osgood, que habita las zonas de Quiri-
hue en la VII Región de Maule, fundada en sutiles distingos craneanos, representa-
dos por una región interorbital particularmente estrecha, una cresta lamboidea
incur\ada rostralmente, tubos alveolares de los incisivos que alcanzan hasta el tercer
molar en vez de solamente al segundo como acontece en Spalacopus cjanus cjanus;
incisivos menos proodontos y molares más débiles y angostos. Atendiendo a la
285
En la vecindad de sus colonias se aprestan ágiles aguiluchos en el dia y buhos
arrastrar tierra alguna, en los orificios que ocupan los niveles más bajos del terreno.
En atención a que las labores del cururo se realizan en una zona de estepas con intensas
lluvias de invierno y terrenos fácilmente erosionables, cabe importancia a este
problema, que merece una investigación detallada.
El pelaje breve, pero suave y blando del cururo se dispone en la implantación
subvertical tan frecuente en los mamíferos ajustados a una existencia cavícola, y
que facilita los deslizamientos en dirección caudal por las estrechas rendijas de
las cuevas.
Todo conjunto de las construcciones relacionadas con la dinámica de Spalaco-
el
pus obedecen a una avanzada adaptación hacia el cavar. La silueta corporal asal-
chichonada, con cola corta y pabellones auriculares pequeños, revela esta situa-
ción a primera vista. Las enormes manos armadas de poderosas garras (Fig. 2j6)
y, srbre todo, el formidable aparato dentario incisivo, proporcionan las herra-
mientas más importantes para la realización de esta tarea. Llama especialmente la
atención el desarrollo que alcanza el músculo temporal, cuya acción cierra las
mandíbulas que desempeña con ellas una función clave durante la cavación por
y
los incisivos.
La masa de sus fibras se aloja en la amplia fosa temporal, cuya extensión com-
pensa las órbitas reducidas en que asientan los pequeños globos oculares de este
Fig. 2 56
Mano de Spalacopus
c^anus, arriba vista
lateral, abajo vista ventral
(palmar). Se observa el
286
sistema de cinceles incisivos mueve a asombro en ejemplares cautivos, que tala-
287
GFNFRO ACOhlAEMYS Pelaje poco lanoso, cola unicolor, \tifiim-
Subespecies chilenas:
/I. J^Juícuí Waterhouse, 1848.
A.
J. porteri
Thomas, 1917-
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1848, describe Schizodon fuscus, del Valle de las Cuevas (2.000 metros de
altura), en sector argentino vecino al volcán Peteroa.
288
Ameghino, 89 i, crea el género Aconaemvs para esta especie.
i
gráfica Aconaemjs Juscus porteri Thomas fue descrita sobre la base de un ejemplar
que provenía con mucha probabilidad de las cordilleras al este de Osomo Llaima). (
289
Fig. 257.
Cráneo de Aconaemy^
Juscus ( Waterhouse),
vistas dorsal y ventral.
Fig. 2 38
Bosques dt-
Araucaria araucana.
ambiente de Aconaemv.
Ju.u.
290
de sus colonias recuerda, muy de cerca, a los terrenos minados por Spalacopus. Como
éste, acumula igualmente un montículo de tierra eyectada en la entrada de sus
galerías.
Fn nuestro país se reconoce una íntima correlación entre Aconaemjs v los bos-
ques del Piñón, Araucaria, cuyos piñones le brindan alimento preferido. Su zona
de vida ocupa de acuerdo con la distribución de esas coniferas, regiones de altura,
oculta durante los meses de invierno, bajo una espesa capa de nieve. Entre la ma-
raña de poco profundas de esos bosques de coniferas, ralamente expuesta,
raíces
profundisa tunduco sus cuevas.
el
La vida cavícola de este roedor le permite afrontar con éxito las bajas tempe-
raturas de su ambiente. Un serio problema parecen constituir, en cambio, las aguas
de deshielo primaveral, que logran ahuyentarlo de sus cuevas, obligándolo a emi-
grar.
muy largas, que sobrepasan la longitud digital, alcanzando, en conse-
Sus uñas
cuencia, un mayor desarrollo que en Spalacopus, desempeñan el papel más impor-
tante en la cavación, en la que colaboran igualmente los incisivos, impulsados por
un grupo de músculos maséteros bien desarrollados.
Su alimentación se basa en raíces y, principalmente, en la semilla de la conifera
Araucaria. En sus galerías subterráneas instala bodegones espaciosos, rellenos
de estos piñones, cuya reserva le permite subsistir durante el invierno, cuyas nieves
V hielos sellan sus agujeros de salida con una valla impasable por meses.
La naturaleza relictual de Aconaemjs lo señala como una forma particularmen-
te interesante desde el punto de vista biológico, haciéndolo acreedor a recibir las
mejores medidas conservacionistas y de protección.
Los recolectores de piñones suelen excavar sus cuevas para saquear los ricos
depósitos de estas semillas.
FAMILIA CTENOMYDAE
291
1 8 26 Orycteromjs Blainville. Bull. Soc. ClAVE DE SUBESPECIES
Philom. :62.
Cola corta (84 a 96 mm). Pie pequeño
1916 Haptomjs Thomas. An. Mag. Nat.
(42 a 46 i"m). Pelaje amarillento, más
Hist. 8(i8):305.
obscuro en el dorso del cuerpo v cola
El género se encuentra dividido en fulvus
dos subgéneros y su distribución es la
misma de la familia. Está compuesto por Cola más larga ( i i i mm). Pie mayor
26 especies, cuatro de las cuales habitan (5S mm). Pelaje amarillento claro
el territorio chileno. uniforme robustus
Clave de especies
provincia de Antofagasta.
1860 Ccenomjsfulvus Philippi. Reise Wiis-
te. Atac. : I
57. Pl. i.
292
CTtNOMYS FULVUS PHILIPPI, 1860. «Tuco-tuco de la pampa del Tamarugal«
Subespecies chilenas:
C.J.Julvus Philippi, 1 860.
C.J. robustas Ph'úippi, 1896.
tWSTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
iPhilippi, 1896, describe Ctenowjs robustas, de la pampa del Tamarugal, en la cerca-
nía del oasis de Pica (hoy Ctenomysjulvus robustus).
En el trabajo describe Ctenomys palliJus, de Breas-Desierto de Atacama (hov
sinónimo de Ctenornys Julvus Julvus) Ctenomjs ternix de Aguas Calientes
; De- —
sierto de Atacama (hoy sinónimo de Ctenomjs Julvus fulvus), y Ctenornys chilensis,
cuya i'ocalidad figura como- cordillera de Linares, pero corresponde con mucha
prohaiiilidad y de acuerdo con la autorizada opinión de Osgood ( 194}), a Desierto
de Atacama (hoy sinónimo de Ctenomysjulvus Julvus).
Osgood, Í19 43, reconoce como espacies propias Ctenornys robustus Philippi y Ctenomys
Julvus Pl lilippi, en cuya sinonimia agrega Ctenomys atacamensis Philippi, Ctenomys
pallidus F 'hilippi, Ctenomys ternix Philippi, Ctenomys chilensis Philippi.
Mann, 1944, describe aspectos ecológicos y etológicos de Ctenomys robustus (— Cte-
nomys Julvt is robustus j).
En este tr. ibajo se CHansidera a Ctenomys robustus y Ctenomysjulvus como subespecies
de una misma t íspecie: Ctenomysjulvus.
llones auricular» es peque&<»B -y las enormes garras en manos y pies, marcan aspec-
tos estructurales que pennÜten reconocer de inmediato a todo integrante del género
Ctenomys. El gran tamaño y au coloración muy clara, uniformemente amarillenta,
ofrecen elementos distintivos frente al tuco-tuco de Atacama Ctenomvs Juhus Julvus,
de color más oscuro, en especial sobre la cabeza, v un tamaño más pequeño (28 a
3S cm).
El pelaje de Cte.nomys Juhus j«fruítu5 es de poca densidad y pelos más bien firmes.
Su color muy uniforme, puede describirse con mayor exactitud al compararlo
con arena amarilla, ce mo que integra los desiertos de Tarapacá.
En el cráneo (Fig- 240) de notible rotustez, llaman la atención gruesas crestas
óseas e infladas bullas auditivas.
293
Fig. 2 39.
Ctenomys fulvus
Philippi, cabeza
en vista latero frontal
(arriba) y fronto-
ventral (abajo).
Bajo este concepto aparece esta especie con dos razas geográficas, que ocupan
sectores hoy día totalmente aislados el uno del otro. Ctenomjs Julvus Julvus Philippi,
se encuentra, en efecto, en oasis del Desierto de Atacama-provincia de Antofagasta,
entre 2.000 y 3.000 metros de altura; en tanto que Ctenomjs fulvus robustas Philippi,
ocupa una zona de vida extraordinariamente reducida que comprende solamente los
alrededores del oasis de Pica, en Tarapacá. Todos los ejemplares modernos, tanto
aquellos capturados por la expedición del Museo de Chicago (Osgood, 1943), como
los especimenes colectados por nosotros (Mann, 1945), fueron obtenidos en el
oasis de Canchones, cuyo verdor interrumpe las planicies desérticas extendidas
entre los pueblos de Noria y Pica (Figs. 241-243). El individuo tipo sobre el cual des-
cribiera Philippi a Ctenomjs robustas carece de indicación precisa de localidad,
pero proviene probablemente también del mismo oasis de Canchones.
294
Fig. 240. Cráneo de Ctenonys/u/vuj rofcustus Philippi, vista ventral (izquierda) y dorsal (derecha)
295
Figs. 241-24Í.
Ambiente de vida de
Ctenomjsfulvus.
241 y 242. Pampa del
Tamarugal, Prossopis
tamarucjo y 24 5. Canchones.
'J^t
296
En complejo problema marca luego \iu\ aspecto de especial interés el hecho
este
de que inmensa mayoría de aquellas unidades taxonómicas, se excluyen mutua-
la
mente en el terreno geográfico, de tal modo que representan, a todas luces, pobla-
ciones vicariantes en el espacio. Esta situación tan particular, que parece haber
pasado inadvertida hasta aquí en su signlHcado Hiogenético, plantea la más
seria interrogante con respecto a la supuesta calidad de "especies", asignada a
cada una de esos grupos, cuyo rango verdadero vendría a corresponder más bien, de
acuerdo con su repartición geográfica, a subespecies que se reemplazan unas a otras
en ambientes localizados diferentes.
La existencia de Cienomys Julvus robustas, como población aislada por centena-
res de kilómetros de desierto infranqueable para estos mamíferos, lo señala
como un conjunto relictual, aislado actualmente a consecuencias del avance pro-
gresivo del desierto. La estrecha similitud de esta subespecie con Ctenomys Julvus Jul-
vus, muy afín, parece indicar una separación tocogenética relativamente reciente
entre ambas razas geográficas; revelándose con ello que las condiciones desérticas
actuales de los terrenos entre Pampa del Tamarugal v Oasis del Desierto de Atacama,
deben datar de épocas no muy lejanas.
Por otro lado se hace, embargo, evidente que en cada una de las colonias
sin
con características propias —y
como consecuencia biológica más importante de
su aislación especial —
se reducen las relaciones tocogenéticas, reproductivas, es-
trictamente a los individuos de su población. Como resultado inmediato de esta cir-
cunstancia se crean condiciones en extremo favorables para una diferencia-
ción genética, rápida y espectacular, de cada grupo, por el conocido mecanismo de
eliminación de caracteres alíelos en poblaciones aisladas y poco numerosas. Es
muv posible, entonces, que en la actualidad hava progresado este fenómeno de di-
ferenciación a tal extremo que haga del todo impracticables futuros enlaces repro-
ductivos entre las distintas poblaciones que habrían alcanzado con ello el rango de
verdaderas genuinas especies, cuyo mutaciones específicas tiende
caudal de
y
una barrera psicológica o de otra índole funcional, para todo intento de procrea-
ción con individuos de poblaciones vecinas. En este caso estaría justilicado la acep-
ción taxonómica en boga, que reconoce un número tan elevado de especies en el
género Ctenomys. Salta a la vista que una solución definitiva de este importante pro-
blema solamente podrá alcanzarse a través de experimentación genética, difícil y
demorosa, cuyos frutos habrá que esperar para un futuro algo lejano, de tal modo que
en el intertanto se impone la necesidad de mantener provisoriamente la nomencla-
tura actualmente en uso, que adoptaremos en consecuencia en el presente estudio.
BIOLOGÍA: Ctenomys Julvus ocupa en su zona de vida un nicho ecológico muy pro-
pio, construido por él mismo y representado por sus galerías subterráneas.
Elige a este fin terrenos secos y bien drenados, que abundan, por lo demás, en
su desértico ambiente. Las galerías siguen v persiguen siempre el desarrollo espa-
cial de la vegetación que integra su dieta y cuyas raíces y bulbos son cosechados por
más allá de su acción directa, desempeñando aun un papel significativo en los te-
;
-'97
nómenos erosiónales, de tanta importancia en el medio desértico, poco estable, co-
mo lo es la pampa del Tamaruga! y en cuyos dominios se asienta el oasis de Cancho-
nes.
En acuerdo con la función social del tuco-tuco, así esbozada, cabe asignarle el
rango de verdadero "dominante" en su medio ecológico, atendiendo especialmen-
te a los desequilibrios bióticos a que lleva su labor cavadora.
Las colonias de Ctenomjs se revelan al exterior en la presencia de los amplios bo-
querones que dan entrada a las galerías. Un montoncito de tierra suelta rodea, en
las cuevas habitadas, el contorno opuesto a la dirección del viento de cada aguje-
ro.
La criba de cuevas se instala, por lo general, en medio de una cubierta bien densa
de sorrona (Tessaria ahsinthioiJes Hook. et Arn.), chilcas v^'Bücc/iaris de varias espe-
cies) y, ocasionalmente, también bajo la arboleda de tamarugos ( Prosopis tatnaru¡jos
Phil.).
Enemigos naturales para Ctenomjs Julvus faltan del todo en el oasis de Canchones,
cuya reducida extensión y, con ello, pequeña reserva de posibilidades de expan-
sión y de forraje, viene a constituir el factor limitante de mayor significado para
la población de este tuco-tuco.
La temperatura constante y bien elevada que impera en las galerías de este
tuco-tuco de Tarapacá se traduce en su cubierta pilosa poco densa, cuya función
termorreguladora es consecuentemente de escasa importancia.
El modo género Ctenomjs, ha modelado, por
de existencia subterráneo que lleva el
Ya los dientes (Fig. 240) mismos revelan en su construcción la influencia a que han
respondido. Los largos incisivos, muy anchos y de especial firmeza colaboran, en
efecto, de un modo la cavación, actuando como cinceles que remue-
importante, en
ven la tierra. desempeño efectivo de estas formidables palas incisivas,
Hacia el
298
Fl desarrollo particularmente avanzado de los grupos musculares que son de
importancia en el cavar, ha modelado, por su parte, el esqueleto de los miembros
anteriores, imprimiéndoles un sello incontundible. Fl grueso músculo infraespi-
noso, rotor hacia afuera del húmero, se implanta en una ancha fosa del hueso esca-
pular. La espina misma de este omóplato se halla engrosada a su vez, ofreciendo
amplio asiento en su labio inferior al músculo deltoideo que levanta el brazo, lle-
vándolo accesoriamente hacia adelante, y hacia atrás. Este elemento muscular, de
primordial y decisiva importancia en el cavar, es también responsable de la clavi-
cula muy ancha y gruesa en este Ctenomjs.
Sobre el húmero, ancho y a la vez breve, alcanzan un notable incremento las cres-
tas y tuberosidades óseas que dan asiento a músculos con efecto en el cavar. Así se
constata un troquin saliente y espeso, sobre el cual se implanta el ancho subesca-
pular, que aduce al brazo, retándolo simultáneamente hacia adentro en pronación.
También el troquiter es de proporciones extraordinarias para recibir la inser-
ción de los músculos rotadores, supraespinoso, infraespinoso y redondo menor. La
cresta deltoidea, muy larga v saliente, aporta un brazo de palanca de sobresalien-
te efectividad para la acción del músculo correspondiente. Todavía son de notar las
rugosidades de inserción para el pectoral mayor, así como la gruesa epitróclea hu-
meral en que finalizan los tendones del pronador redondo y de diversos flexores an-
tebraquiales. En el cubito resalta la superficie de inserción del tríceps sobre la ancha
apófisis Todas las crestas musculares, tanto en este hueso como en
olecraneana.
el radio vecino, son también particularmente desarrolladas.
La pala manual presenta luego una serie de sorpresas estructurales que resul-
tan en un efectivo aumento de su superficie de acción. Así encontramos, al lado de
cinco largos dedos armados con garras potentes, una verdadera falange supernu-
meraria, construida a base de una cojinete palmar movible por la acción de múscu-
los propios, que asientan en un eje cartilaginoso. Un segundo artificio de organi-
zación se nos presenta en los cepillos de tiesas cerdas implantados sobre los bordes
manuales, particularmente adecuados para la remoción de arenas sueltas.
A pesar de que los miembros posteriores no actúan de modo
tan directo en el ca-
var, se reconoce también en ellos la influencia de este modo dinámico. Sus funcio-
nes más importantes dicen relación con las tareas de mantener el cuerpo sólida-
mente afianzado, en tanto que los miembros anteriores se desempeñan cavando.
Se hace muy evidente que en estos momentos se apoya todo el cuerpo exclusivamen-
te en el tren posterior, que debe soportar y neutralizar entonces las impetuosas pre-
siones generadas en la columna vertebral como consecuencia del pesado trabajo
que ejecutan las manos. Salta a la vista que los mecanismos funcionales implicados
en esta tarea son sugestivamente similares a aquéllos que se ponen en juego en los
mamíferos bípedos para lograr la posición erecta del tronco. No es de extrañar,
en consecuencia, que una elevada proporción de los buenos cavadores y entre ellos
nuestro Ctenomjs, se yerguen también con gran facilidad sobre sus extremidades
posteriores para ampliar su campo de visión.
En el tren posterior del tuco-tuco se retratan estas capacidades funcionales en
una estructuración ósea tosca, de sobrada firmeza, moldeada en palancas aptas
para la actuación de una musculatura especializada. Así se observa que han toma-
do especial incremento todas aquellas construcciones morfo-funcionales que per-
miten una brusca extensión del muslo y, simultáneamente, una elevación del cuerpo
sobre el eje cotiloideo.
299
En efecto, resalta en la pelvis el íleon triangular, ajustado al grosor del múscu-
lo glúteo medio cjue asienta en su cara superior, asi como el músculo ilíaco implan-
tado en la inferior. Como una consecuencia de esta construcción se desplaza la super-
ficie de inserción del poderoso músculo erector de las espinas, que endereza la
columna vertebral, hacia la cara interna del hueso ilíaco, ya ocupado por la
superficie articular con el sacro, que a su vez hubo de desplazarse caudalmente.
La fortísima triple superficie ilíaca destinada a implantación muscular es un brazo
de palanca corto, particularmente adecuado, por lo tanto, para la transmisión de
movimientos lentos, pero poderosos. El vértice anterior del íleon, extraordinaria-
mente evertido, se dispone en la dirección precisa de las fibras del músculo oblicuo
interno, que convergen hacia este punto de inserción desde un abdomen particular-
mente ancho, concordando con situaciones paralelas que se cumplen en los pri-
mados —
el hombre inclusive —
según las investigaciones de Waterman ( 1929).
En el grueso brazo dorsal, que habrá de dar inserción a gran nú-
isquión resalta el
aleja de este modo del fémur, aumentando su brazo de palanca y, por lo tanto, su po-
tencia.
La misma dirección vertical es propia también del pubis, sobre
el que toma inser-
ción de la cabeza femoral en la primera lase de extensión del muslo por muy violen-
to que se ejecute este movimiento.
La disposición simplificada que siguen las crestas de esmaltes, en los dientes ex-
clusivamente destinados a funciones digestivas (los mGlares)^ indica fielmente la
al igual como los incisivos, a las avanzadas habilidades para cavar, que caracteri-
za a Ctenomys.
Un estómago senciTI©' y„ muy especialmente, un ciego y un colon relativamen-
300
te siiunples, ponen de relieve que el alimento es ricO' en substancias nutritivas de fá-
NuestrG«s datos referentes a. la reproducción' de esta especie con vida tan oculta,
son, por dlemás escasos, y se reducen al hallazgo de una hembra grávida en noviem-
bre, que portaba dos fetos, implántados^cada uno.en un cuerno uterino.
El nido que constituye Gtenamjs paratcl cuidado dte sus crias, alcanza unos 20 cm
de diámetro y se dispone Iktteralmente a. alguno de los conductos más profundos de
su red de galerías.
La existencia eminentemente subterránea! de estos roedores impone tareas
en extremo especializada» sobce líos BELecanisnaos neurosensoriales. La orientación
en el seno de cuevas totaJmenite desprovistas de estímulos luminosos crea el más se-
rio problema para la vida de relación de estos raedores. En tanto que en los octodón-
tidos, de vida epiterránea,, son ojos y oídos los órgaraos sensoriales con predominio
funcional; encontramos em el tuco-tuco, en cambio, la offación y audición enor-
memente incrementadlas. Los ojos, sin mayor importancia para la vida cavícola, su-
frieron una notable «educción, cediendo parte de su espacio orbital al voluminoso-
fasciculo orbitario det imúsculo masetero.
La aguda olfacción, por su parte, carga con las tareas de localización del alimen-
to. Para proteger ahora a las delicadas mucosas ríñales de la tierra y de la arena que
se desprende al cavar, entra a actuar una ingeniosa tapa cutánea-cartilagino-
sa, apropiada para cerrar completamente los ollares, como hemos demostrado en
otra parte (Mann, 1945). Este mecanismo, de evidente importancia, opera de modo
totalmente reflejo sincrónicamente con el cavar, y se desencadena así aun diurante
los ensayos infructuosos que realiza el animalito cautivo, para evadirse a través de
las rejas que lo encierran.
No es de negar que la acción vital de este roedor resulta cierta y en muy pequeño
grado perjudicial para los intereses humanos, pero no es menos cierto que Ctenomjs
Julvus representa una especie relictual, aislada en una posición del más grande
interés biológico, que merece consideraciones especialísimas. La dictación de rí-
301
gidas medidas que se aseguren la conservación de este valioso material, cuyo estudio
genético podrá despejar importantes incógnitas de filogenias y evolución, se impo-
ne consecuentemente.
Por fortuna, se pone a cubierto el mismo tuco-tuco con su existencia subterrá-
nea, de todo intento de rápida destrucción, pero no cabe duda tampoco que los días
de esta colonia están contados a menos que se efectúe una razonada intervención.
1 j 1 1 -t--.- j
\
Bolivia al sur del lago I iticaca v partes ad-
tnbuidas por puna de Argentina, Chile,
la . 11 . j r-i.}
,
•,
iP
•
I 1
yacentes del norte de Chile.
Perú y Solivia. En la cordillera de Tarapa-
cá se distribuye la forma nominal.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Wagner, 848, describe Ctenomjs opimus.
1
Osgood, 1942, indica esta especie para Chile basándose en un ejemplar capturado en
Choquelimpie.
Mann, 945, analiza algunos aspectos de vida del Ctenomjs opimus, en Tarapacá.
1
302
Fig. 244.
Ambiente de Ctenornys
opimuí Wagner.
Altiplano de Tarapacá.
1m
Fig. 245.
Ambiente de Ctenomvs
opimus en la puna de
Tarapacá,
Parinacota. Se
observa foso excavado
para captura.
303
En las vecinas altiplanicies de Bolivia que rodean al monte Sahama, abunda igual-
mente esta especie (Thomas, 1900), que representa a una de las formas de vida carac-
terísticas para la Puna.
304
D CTENOMYS MAGELLANICUS DICK¡ 1943 Ctenomjs magellanicusjueginus Philip-
OSGOOD pi-Osgood. Field. Zool. 30:1 19.
SUBESPECIES CHILENAS:
C. m. magellanicus Bennett, 1835.
C. m.Jiíe^inuí Philippi, 1880.
C. m. osgoodi Alien, 1903.
C. m. dicki Osgood, 1943.
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Bennett, 183J, describe Ctenomjs magellanicus (hoy Ctenomjs magellanicus magellanicus,
de bahía San Gregorio, cercana a la desembocadura atlántica del estrecho de Maga-
llanes.
Philippi, 1880, describe a Ctenomjs Jueginus (hoy Ctenomjs magellanicus Jueginus, de
Tierra del Fuego).
Nehring, 1900, describe Ctenomjs neglectus, de Patagonia (sinónimo de Ctenomjs mage-
llanicus magellanicus).
Alien, 1903, describe Ctenomjs robustus, del río Mayer-Patagonia (hoy Ctenomjs magella-
nicus osgoodi).
Alien, 1905, analiza Ctenomjs magellanicus (hoy Ctenomjs magellanicus magellanicus), de
Patagonia, v substituye con la designación de "oí^oot/ic su Ctenomjs robustus (va
305
ocupado por Philippi por una especie de Tarapacá). Incluye a Ctenornys neglectus de
Nehring en la sinonimia de Ctenornys magellanicus.
Osgood, 1943, describe Ctenomjs magellanicus dicki, de la isla Riesco-Magallanes, y re-
conoce para Chile las siguientes subespecies de Ctenomjs mageHanicus:
Ctenornys mageHanicus mageHanicus Bennett.
Ctenomjs mageHanicusJueginus Philippi.
Ctenomjs mageHanicus osgoodi Alien.
Ctenomjs mageHanicus dicki Osgood.
En el mismo trabajo incluye a Ctenomjs Jodax Thomas y Ctenomjs talarum fodax Pus-
coni, de la Patagonia Argentina, bajo la sinonimia de Ctenomjs mageHanicus osgoodi.
306
en el pasado nos hablan todavía terrenos cubiertos por pequeñas ondulaciones, que
latitudes. Durante el invierno y cuando una capa de nieve recubre el terreno, se hace
aún más efectiva la aislación térmica de las galerías.
ponan y destruyen con sus millares los orificios de entrada a las galerías subterráneas
de los roedores. Con ello ha desaparecido ya del todo el problema que planteaban
los terrenos cribados por sus cuevas para caballos y jinetes.
Cabe recordar que los aborígenes patagónicos cazaban y comían este tuco-tuco
aun a mediados del siglo pasado, como se desprende de las observaciones hechas por
el capitán King, en un trabajo de Bennett 1841), y que afirma: »el pequeño animalito
(
es muy tímido, se alimenta de pastos y es comido por los indios patagónicos" (en in-
glés en el original).
307
CTENOMYS MAULINUS PHILIPPl D CTENOMYS MAULINUS MAULINUS
PHILIPPI
1872 Ctenomjs maulinus Philippi. Zeitsch.
Ges. Natur. N.F. 6:442. 1943 Ctenomys maulinus maulinus Osgood.
Localidad típica: Laguna de Maule, Field. Zool. 30: 24. 1
Talca.
Distribuido por el área del Maule y
SUBESPECIES CHILENAS:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Philippi, 1872, describe a Ctenomjs maulinus, de las lagunas del Maule, pro\ incia de
Talca.
Osgood, 1943, aporta medidas y descripción de cuatro ejemplares capturados en la
vecindad de la Laguna del Maule y le asigna calidad de subespecie típica. En el mis-
mo trabajo describe Ctenomys maulinus brunneus, de Río Colorado, provincia de Cau-
tín.
308
Fig. 246.
Cráneo de Ctenomvs
maulinus Philippi,
vista lateral, dorsal
y
ventral; el maxilar está
desplazado.
309
septentrional. Mayor probabilidad de parentesco existe, en cambo, con el grupo de
Ctenomjs magellanicus, como ya lo hace notar Osgood (1943). Resulta de interés que
el mismo autor define una nítida separación entre Ctenomjs maulinus del Oeste Andino,
V Ctenomjs mendocinus en la misma latitud, pero al este del muro cordillerano.
Es bien posible que hallazgo de Ctenomjs entre Cautín y Magallanes, permita
el
nas en la inmediata vecindad de los parajes de estepas que prefiere este tuco-tuco.
De sus costumbres nada se sabe, y sólo podemos señalar que puede observarse con
alguna frecuencia, asomado durante el día, a los agujeros que conducen a su red de
galerías (según datos de don Roland Pfeil).
FAMILIA AEKOCOMIDAE
Son roedores del tamaño de una rata, que tribuidas por las cordilleras de Chile,
se caracterizan por su pelaje denso, largo Argentina y sureste de Bolivia.
y fino que recuerda a las chinchillas. La
cabeza y orejas son mayores que en las
GENERO AEKOCaMA
chinchillas, lo que les confiere un aspecto
WATERHOUSE
ratonil. La cola es cilindrica, corta, sin ,
terminar en pincel como en los octodón- 1837 Abrocoma Waterhouse. Proc. Zool.
tidos y en algunos ctenómidos. Extremi- Soc. London. :3o.
dades cortas, con cuatro dígitos las an- Especie típica: Abrocoma bennetti
teriores cinco las posteriores. Palmas Waterhouse.
y
1842 Habrocoma Wayner. Arch. Naturg.
y plantas escasamente desarrolladas.
Son animales tímidos, rupestres, aun- 8(.):í.
que en algunas regiones habitan bosques, Distribución, la misma de la fami-
pero siempre en regiones altas y secas. lia. Dos especies, ambas represen-
Las madrigueras están construidas en tadas en Chile.
310
Cola corta, menor de 140 mm, orejas pe- 1H42 Hübrocoma helvino Wayner. Arch.
queñas cinérea Naturg. 8( I
): I.
SUBESPECIES CHILENAS:
HISTORIA DE SU CONOCIMIENTO:
Waterhouse, 1837, describe Abrocoma bennetti sobre ejemplares capturados por Dar-
win durante la expedición del Beagle, en valles del flanco cordillerano cerca de los
Andes.
TuUberg, 1899, aporta datos sobre la configuración extema y el tubo digestivo de
Habrocoma bennetti.
Wolffsohn, 19 9, describe Abrocoma murraji, de Vallenar-Atacama.
I
3"
Fig. 247.
Ahroiowd hennetti
Waterhouse, juvenil en
vista latero frontal.
Fig. 248.
312
OTROS NOMBRES VULGARES: chinchillón, ratón de los árboles, bori, guarén: proba-
blemente aplicado por error por la población local.
SUBESPECIES CHILENAS:
A. b. bennetti Waterhouse.
A. b. murraji Wolffsohn.
CARACTERES DISTINTIVOS (Figs. 247, 248): Roedor del tamaño de una rata domésti-
ca, cuya cola es un poco más corta que la cabeza y el cuerpo reunidos; en las manos se
desarrollan solamente cuatro dedos; planta y palmas de pies y de manos cubiertas de
granulaciones características.
En la grandes pabellones auriculares
silueta del ratón chinchilla saltan a la vista los
que lo distingue de otros roedores chilenos similares, con los que suele convivir (Octo-
don degus, Octodon bridgesi).
El pelaje, muy sedoso y blando, es de color café-grisáceo uniformemente reparti-
do por el cuerpo, con excepción de la región ventral, más clara. En los ejemplares
jóvenes prevalecen los tonos brunos, que dan paso a pigmentos grises en el pelaje
definitivo del adulto.
Las dos subespecies geográficas, reconocidas en Chile, se distinguen, por su parte,
esencialmente a través de la calidad del pelaje, así como en su coloración, presentán-
dose largo y gris perlado en la forma septentrional ( Abrocoma bennetti murraji Wolff-
sohn) V más corto y más caté en la cara centro-chilena (Abrocoma bennetti bennetti
Waterhouse).
El cráneo (Fig. 249) de esta especie es reconocible de inmediato, en su dotación
de molares con figuras de esmalte distintas para la mandíbula superior y la inferior,
modalidad de construcción sin paralelos entre los demás roedores chilenos.
3'3
Fig. 249. Cráneo de Abrocoma bennetti, vista lateral, ventral y dorsal; mandíbula desplazada,
en vista lateral, dorsal v ventral.
3'4
en Sudamérica, y muy especialmente en Chile, con una multitud de nichos ecológicos
distintos y desocupados, enfrentándose, consecuentemente, con una situación entera-
mente semejante a la que gobernara la extraordinaria dispersión evolutiva de los mar-
supiales australianos. La presión selectiva especializada de cadauno de los diferentes
ambientes ocupados pudo conducir rápidamente al mosaico de subdivisión genéti-
ca en que se nos presenta hoy día el grupo de estos roedores octodontoideos. En con-
secuencia, y sobre la base de consideraciones morfológicas, paleontológicas y filogené-
ticas, creemos acertado reforzar una vez más nuestra opinión, ya expresada con
3>5
Fig. 2 SO.
316
embargo, algunas modalidades de construcción ajustadas a estas funciones tan diferen-
tes. Paratrepación sobre los ramajes se vale así el ratón chinchilla, por un lado, de
la
deltoideo, que cuenta con una cresta de inserción humeral particularmente alta y
saliente. La acción abductora se ve favorecida por la dirección muy oblicua que toma
un grueso fascículo de fibras implantando sobre el acromión escapular fuertemente
alargado.
La función propulsora del tren posterior durante el trepar, se hace efectiva a favor
de voluminosas masas musculares de los «extensores femorales".
Para la discreta cavación del ratón chinchilla, tienen gran importancia los cartílagos
postmínimo y praepollex, que ensanchan la pala manual como en muchos otros roedo-
res de hábitos semejantes.
estos aplastamientos.
317
Abrocoma sigue un régimen alimenticio estrictamente vegetal, en cuya composi-
ción entra a formar parte una gran variedad de especies. Manifiesta preferencia se
observa, sin embargo, para las cortezas de un número de arbustos entre ios cuales
descuellan: el maqui ( Aristotelia chilensis Stuntz), chilcas del género Baccharis en varias
especies, el mitiqui, Podanthus mitiqui Lindl., espinillo ( Adesmia arbóreo Bert. ) y la pe-
gajosa Eupatorium salvia Colla. Estos matorrales alimenticios, duros, son objeto de
la más perfecta molienda entre las accidentadas crestas de esmalte de los molares.
La musculatura motora de la masticación cuenta con un enorme masetero que preva-
lece fuertemente en grosor y extensión sobre el músculo temporal. Su función cobra
la más grande importancia gracias a la orientación anteroposterior de sus fibras, que
se traduce en movimientos de deslizamiento horizontales de especial eficiencia en la
trituración de las fibras celulósicas. Hacia el logro de este efecto de molienda contri-
buyen en Abrocoma especialmente, como hemos demostrado en otra parte (Mann,
1940), otros dos factores como son la presencia de un fascículo posterosuperior del
músculo masetero, que toma su origen en la región posterior del arco cigomático, y
la inserción muy caudal e inferior de toda la masa muscular sobre la apófisis angular
lla a favor de un ciego enorme y enrollado en una espiral, que soluciona, por un lado,
el problema de su acomodación en la cavidad abdominal, para retardar, por el otro,
el tránsito de los alimentos por su seno en beneficio de un análisis anabólico más re-
cabado.
Al cotejar el grado de desarrollo que alcanza el ciego en Abracoma y en otros octo-
dóntidos se pone de relieve la más perfecta correspondencia entre el tamaño y con ello
la capacidad funcional de este segmento intestinal y la calidad del alimento de cada
una de las formas analizadas. A la medida en que se enriquece así la dieta en material
celulósico se constata siempre un ciego de mayor volumen y longitud. En los octodón-
tidos chilenos es posible reconocer
así un escalafón de complicación anatómica ascen-
dente que conduce desde Spalacopus hacia Octodon, Ctenomjs y, finalmente, Abrocoma.
En
el metabolismo hídrico de los ratones chinchillas, llama grandemente la aten-
de pelos. Sin embargo, no dejan su cubil antes de unas 3 semanas, lo que viene a ser
una diferencia notable con respecto a la actividad de los neonatos del género Octodon
(el degu) que cavan y se desempeñan como sus mayores ya al segundo dia de ha-
ber nacido.
3i8
Las crías cuentan, para su largo período de lactancia, con tres pares de tetillas
maternas, situadas respectivamente en las zonas axilar, ílanco-dorsal e inguinal.
Abrocoma basa su vida de relación en las esferas sensoriales auditiva, táctil y visual.
Sus enormes pabellones auriculares y bullas auditivas, largas vibrisas y ojos voluminosos
traducen esta situación funcional en En el cerebro
los aparatos sensoriales periférícos.
mismo concuerdan con esta constelación sensórica, los amplios
cuerpos geniculados
externos y grandes tubérculos cuadrigéminos anteriores, responsables de fenómenos
reflejos de la esfera visual, el enorme trigémino táctil-facial y los gruesos tubérculos
cuadrigéminos posteriores, que regulan las reacciones reflejas basadas en estímulos
auditivos.
Un gran número de aves de rapiña, así como de mamíferos carnívoros, hace presa
en los lentos e indefensos ratones chinchillas.
En las zonas en que conviven estos roedores con poblaciones de sus vivaces y ágiles
parientes del género Octodon, reaccionan frente a los gritos de alerta y de alarma que
éstos emiten, ya inmovilizándose con una reacción de disimulo, ya huyendo hacia sus
cuevas, cuando éstas se encuentran cercanas.
cuentos, a razón de pocos centavos cada uno, especialmente hacia Alemania, en tiem-
pos de preguerra.
3'9
hace objeto de persecucifin. De ningún modo se justifica su caza dado el intimo valor
económico de cada ejemplar que debe dar su vida por pocos centavos.
La recolección del ratón chinchilla con Mnes científicos es bien ditícil por su des-
confianza automática hacia las trampas de toda especie. Lazos de aceros, tendidos frente
a sus cuevas, o, mejor aún, la excavación con palos v chuzos de sus galerias, proporcio-
nan resultados más halagüeños.
DISTRIBUCIÓN GEOGHiFICA: Hasta aquí ha sido hallada esta especie en Chile en una
sola ocasión (Mann, 1945), ^n 'os alrededores del pueblo de Parinacota sobre la alta
puna de Tarapacá. La misma especie habita las regiones vecinas de la Puna en territorio
boliviano, peruano y argentino, cuyas condiciones ecológicas son muy semejantes a
aquellas que imperan en el altiplano chileno.
320
Fig. 25 1.
tivas diferentemente orientadas con que operaron, sobre esa primera y primitiva forma
de Abrocoma, los ambientes de la Alta Puna y del matorral centro-chileno, respectiva-
mente. Esta interpretación se ve reforzada por la calidad particular, de los distingos
entre ambos grupos, que corresponde íntegramente a evidentes ajustes morfo-ecoló-
gicos, como son la disminución de las superficies de irradiación calórica en Abrocoma
cinérea (patas cortas, pabellones auriculares pequeños, cola corta, cuerpo rechoncho)
321
mentación rica en celulosa. Arbustos de los géneros Senecio y Parastrephia, propor-
cionan parte importante de su dieta.
En el mes de abril hemos cazado una hembra lactante con dos crías de escasos días
de edad, hallazgo que parece indicar un atraso notable en la fecha de parición de este
roedor comparativamente a Abrocoma bennetti, en perfecto ajustamiento hacia las con-
diciones climáticas de su habitat inclemente.
Dada la medidas de protección,
actual escasez del chinchillón cabe aplicar urgentes
con exterminio de este roedor, cuyos cueritos de
estricta veda total, para evitar el
muy escaso valor intrínseco son vendidos a incautos turistas del norte de Chile, como
chinchillas verdaderas. Ocasionalmente aun, se les agrega la cola de una vizcacha neo-
nata para reforzar este engaño.
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Í7Í, )io. jii. )1J. ji), 314. Jlj Mus, 124, 125
agilis Philippi, 56, lj8. 163
Íi6, )19, 3!o, i!l, }23 Akodon (Abrothrix) lanosus Thomas, Akodon longipilis nubilus Thomas. 157.
Abrocoma bennetti bennetti Water '59 158. i<>2. 163
house. ¡11, J13. )1S Akodon (Abrothrix) longipilis Water Akodon longipilis sanborni (Osgood).
Abrocoma bennetti murravi Wollísobn house, 158, 161, 164 157. 158, 1*2, ibs
!' I. S'i. }I5. i>9 Akodon (Abrothrix) longipilis apta Akodon longipilis sutíusus Thomas, 157.
Abrocoma cinérea Thomas, 3 Jo, )Ji Osgood. I 56. l$9. 161 I (8. 162. 163
Abrocoma cinérea cinérea Thomas, 320 Akodon (Abrothrix) longipilis castaneus (Akodon) michaelscni Matschie. Hes
Abrocoma cuvieri Waterhouse. 3 1 1 Osgood, 1
J6. I
J9. 161 peromvs. ifc6, 167
Abrocoma chinchilla (Osgood», 311 Akodon (Abrothrix) longipil's francei Akodon micropus Waterhouse. 2 2 1
Abrocoma laniger Prell. 3" Osgood, 157, 159, *! Akodon olivaceus (Waterhouse). 133.
Abrocoma murravi Wolffsohn, 3 ' 1 Akodon (Abrothrix) longipilis hirta M5. 13b, 137, 139, 140, 141. 144,
Abrothrixbrachiotis Thomas, 155 Osgood, 157, 158, 159, 161 145, 14b, 150, 15)
Abrothrixhirta bina Thomas, 159 Akodon (Abrothrix) longipilis lanosus Akodon olivaceus beatus Thomas, 1
34,
Abrothrix hirta moerens Thomas, 1
(9 Thomas, i$9, 161 1)5
Abrothrix hirta nubila Thomas, 157 Akodon (Abrothrix) longipilis longipilis Akodon olivaceus brachiotis (Water-
i$8, 159 Waterhouse, 158, 159, 161 house), 134, 135, 139
Abrothrix hirta sufFusa Thomas, 159 Akodon (Abrothrix) longipilis moerens Akodon olivaceus mochae Philippi, 1
34,
(Abrothrix lanosus ^Thomas, Akodon
I
Thomas, .59 I
)5, 139, íi*
1Í9 Akodon (Abrothrix) longipilis nubila Akodon olivaceus olivaceus ( Water-
I Abrothrix) longipilis apta Osgood Osgood, IJ7, 159, 161 house), 133, 134, 137, 139
Akodon, 156, 159, 161 Akodon (Abrothrix) longipilis sanborni Akodon olivaceus pencanus (Philippi),
(Abrothrix) longipilis castaneus Osgood Osgood, 1S9 1)4, 1)5. 1)9
Akodon, IJ*, 159, 161 Akodon (Abrothrix) longipilis suffusa Akodon megalonix (Waterhouse!, ib7
(Abrothrix) longipilis francei Osgood, Thomas, 157, '58, 159 Akodon rupestris Trouessart, 197
Akodon, I $7, 1Í9, >*' Akodon (Abrothrix) sanborni Osgood, Akodon sanborni (Osgood), 15b
(Abrothrix) longipilis hirta Osgood '$7, 159, *! Akodon suffusus Thomas, 157, 158
Akodon, IÍ7, 158, IÍ9, i6> Akodon albiventer Thomas, 153 Akodon suffusus moerens (Thomas),
(Abr.chrix) longipilis lanosus Thomas Akodon amoenus Thomas, l$4 '59
Akodon, 159, 161 Akodon andinus Philippi, 139, 148, 149, Akodon valdivianus (Philippi), ib7
(Abrothrix) longipilis longipilis Water. 150, 151, 152. 1S4, "55 Akodon xanthorhinus (Waterhouse),
Akodon, ij8, 159, 161 Akodon andinus andinus Philippi, 148, 144, 145. '4*
(Abrothrix) sanborni Osgood, Akodon 149, 15Í Akodon xanthorhinus canescens Water-
1Í9 Akodon andinus dolichonyx Philippi, house, 144, '45. '4*, 147
(Abrothrix) longipilis nubila Osgood 148, 149, ij 1, 152, 153 Akodon xanthorhinus xanthorhinus
Akodon, 157, "59, *' Akodon arenicola, 35 1 (Waterhouse), 144, 145, 146, 147
(Abrothrix) longipilis sanborni Osgood Akodon beatus Thomas, 134, 135 Akodon xanthorhinus xanthorhinus
59 Akodon berlepschii Thomas. i$3, ($4, (Waterhouse). 144, 145, 146, 147
(Abrothrix) longipilis suffusa Thomas 15Í alba Filzinger, Octodon degus, 2b9
Akodon, I $7. '$8, 159 Akodon boliviense Meven, 133 alba Loos, Cryptocaria, 141, ibj. 184,
(Abrothrix) longipilis (Waterhouse) Akodon (Bolomys) berlepschii Thomas, ¡77, )io
Akodon, i j8, 161, 164 >5J. "54. 155 albiventer Thomas, Akodon, i
5 3
(Abrothrix) sanborni Osgood, Akodon Akodon canescens Thomas, 145 albomaculatus Filzinger, Mvopotamus
157, "$9, >*' Akodon (Chelemys) vestitus Thomas, covpus, 2b 2, 2b 3
(Abrothrix) longipilis moerens Thomas 178, 179 alleni Osgood, Notiomys, 182, 183
Akodon. 159 Akodon francei Thomas, 157, 158 alleni Osgood, Notiomys macronyx,
(Abrothrix) xanthorhinus Thomas. Hes- Akodon gossei Thomas. 148. 149 79
peromys, 144 Akodon hirtus Thomas. 157. 158 alleni Osgood, Notiomvs megalonix
absinthioides Hook, Tessaria, J97, 3°° Akodon hirta nubila, 159 '78, 179
Acodon macronvx Thomas, 178. 179 Akodon jucundus Thomas, 148. 149 alleni Osgood, Notiomys vestitus, 178
Acacia caven Molina, 139, 132, 200. Akodon lanosus Thomas. i$fe alsus Thomas, Eureomys micropus, 2 1
270 Akodon longipilis (Waterhouse), 156, amblvrrhinchus Philippi, Mus, 124. 125
Aconaemvs fuscus (Waterhouse). 288, 160, 162 amoenus Thomas, Akodon, 154
289, 290 Amorphochilus schnablii Peters. 58. 59,
Akodon longipilis aptus Osgood, 15b.
Aconaemvs tuscus fuscus Waterhouse. i;8, 162, 163 bo, bi, 62, 63, 64, bj
288. 289 Amorphochilus schnablii osgoodi Alien,
Akodon longipilis castaneus Osgood.
Aconaemvs fuscus porteri Thomas, 288, 58
ij6. lj8, 162, 163
289 Anarthrophyllum andicolum Philippi,
Aconaemys porteri Thomas, 288. 289 Akodon longipilis francei Thomas, 157, 229
acutus Meven, Skvtanthus, 260 158, 162, 163
.Anarthrophyllum cumingii Philippi. 229
Adesmia arbórea Bert., 277 Akodon longipilis hirtus Thomas, 157, Anarthrophyllum elegans Philippi. 229
Adesmia capitellata Hauman. 229 ¡$8, 162. 16) andina Poepp. Ephedra, 207. 229
Adesmia hystrix Philippi, 108 Akodon longipilis lanosus Thomas, 157, andinus Philippi. Akodon, 139, 148.
adorifera Molina, Colliguaya, 207 158, 162, 163 149. lio, 151, 152, 154, ijs
333
andinus Philippi. Akodi)n andinUN. 148 Baccharis magellanica Lam, 147. 229. brachiotis ( Waterhouse I, Akodon oliva-
14'*. 151. 15Í J06 ceus, 134, 135, 1 39
andinus Philippi, Mus. 14IÍ. 149 brachiotis Waterhouse, Mus, 134,
Baccharis marginalis D t , 62 135,
antárctica Oersi, Noth<iphagus. i
47 1)8
Baccharispetiolata D,C , 62
aperCuvier, Poephagomvs, 382 Baccharis santelicis Philippi, brachvlarsus Philippi, Mus, 156, 158
108, 191,
apta Osgood, (Abrothrixl longipilis
22 1 brasilensis Geoffrov, Nvctin.imus, 95,
I (6, I{9, 161 96
Baccharis tola Philippi, 108, 191, 221
aptus Osgood. Akodon l.mgipili'., 156 brasilensis H.eoffrov), Tadarida, 95, 96,
BalbisiapeduncularisD D<m, 26o
1(8. ¡67. 16)
97. 99. 100, '°'
Bathvergus maritimus Poeppig, 282
araucana Molina, Araucaria, !oo, mo brevicaudata Waterhouse, Chinchilla,
beatus Thomas, Akodon, 1)4, 1)5
araucanus Osgood, Notiomvs valdinanus 356, 357
bealus Thomas, Akodon olivaceus, 1
¡4.
166, 167 brevicaudata Waterhouse, Chinchilla
I
>í
araucanus Philippi, Mus (Rhipidomvs) brevicaudata, 357
124, 1J5 benaris, Mormopterus, 105 brevicaudatus Philippi, Mus, 1
34, 1
35
arbórea Bert, Adesmia, 277 Beilschmiedia miersii Kosterm, 141, bridgesi Waterhouse, (Jctodon, 270,
Araucaria araucana Molina, 200, 290 165, 184, 277 271. 275. 376, 31 3, i77
arenarius Thomas, Phvllotis, 194. i<)S bennetli Waterhouse, Habracoma, )! 1
Browningia candelaris B 280
y R..
204, JOJ bennelti Waterhouse, Abrocoma, 211,
brunneus Osgood, Ctenomys maulinus.
arenarius Thomas, Phvllotis arenarius 37), iio, 311, 312, 315, 314, 315,
308. 309
204 3 16, 319, 320, 32 1, 332 bullocki Osgood, Notiomvs valdivianus,
arenicola,Akodon, i}{ bennetti Waterhouse, Abrocoma hen 166, 167, 169, 170, I 72
arescens Osgood, Miotis chiloensis, *>*> netti, 31 I, S'í, )!$ Buteo polvosoma. 273
67. 68, 71 Berberis empetrifolia lam,, 147, 229,
Aristotelia chilensis Stuntz, 277 306 cacaliodes Don. Trixis. 280
atacamensis Lataste, Mvotis chiloensis (Calomvs) bimaculatus lepidus Tho-
Berberis microphylla Forst, 329. 306 v
66, 67, 68, 69, 7 I
mas. Hesperomvs, 185
berlepschii Thomas, Akodon, 153, 154.
atacatnensis Philippi, Cereus, 38o Calomvs) coppingeri Thomas, Hespe-
155 I
86
bodeckeri Philippi, Mus, 195, 196 canescens Waterhouse, Akodon, 145
Aulapha varia Peters, 86 boedeckeri Philippi, Phvllotis darvsini canescens Waterhouse, Akodon xanthor-
aterSchinz, Psammorvctes, 283 95, 196. 197, 300, 201 hinus, 144, 145, 146, 147
atratus Philippi, Mus, 1
J4, US boeli, Lagidium viscacia, 246 capitellata Hauman, Adesmia, 229
auceps Thomas, Kerodon, 2J5 holdus Molina, Peumus, 141, 165, 184 capito Philippi, Mus, 195, 196
Auliscomys bolibiensis boliviensis Water 377 capuchinus Philippi, Vespertilio, 74
house, 208 boliviana Brass, Chinchilla chinchilla castaneus Osgood, Akodon (Abrothrix)
(Auliscomys) boliviensis boliviensis 257, 26o, 261 longipitis, I 56, 161
Waterhouse, Phvllotis, 209 boliviense Mcyen, Akodon, 1
3 3
castaneus Osgood, Akodon longipilis,
(Auliscomys) boliviensis (Waterhouse), boliviensis Pearson, Phyllotis boliviensis 156, ¡{8, 163, 163
Phillotis, 208, 209 208, 330 Castor nberL, 12.
(Auliscomys) boliviensis flavidior Tho boliviensis Waterhouse, Auliscomv Castor huidobrius Molina, 262
mas, Phyllotis, 209 boliviensis, 208 caurinus Thomas, Zaedvus pichiv, 116,
(Auliscomys) boliviensis, Funeomvs, boliviensis Waterhouse, Cavia, 235, 236 117, 120
208 boliviensis Waterhouse, Cavia musteloi caustica (Molina), Lithraea, 165, 184,
(Auliscomvs) micropus fumipes Osgood, des, 2 56 377
Phyllotis, 21 I, 3 13 boliviensis Waterhouse, Hesperomvs caven Molina, Acacia, 129, 132. 200,
(Auliscomvs) micropus micropus Water- 308 370
house, Phyllotis, 3 1 3 boliviensis Waterhouse, Phyllotis, 208 Cavia australis Geoffrov y D'Orbignv,
Auliscomys micropus micropus Water- 209, 210, 3(1 340, 241
house, 212 Waterhouse, Phyllotis (Aulis
boliviensis Cavia boliviensis Waterhouse, 2 3S, 236
auritus Desmarest, Mus, 22 1
comys), 308, 309 Cavia cobaya Pallas, 335
australis Geoffrov y D'Orbigny, Cavia, boliviensis Waterhouse, Phyllotis (Aulis Cavia cutleri Bennett. 3 35
240. 241 comys) boliviensis, 309 Cavia longipilis Filzinger, 235
australis Philippi, Didelphis, 26, 38 boliviensis Wedd, Psila, 38o Cavia musteloides boliviensis Water
australis Philippi, Dromiciops, 11, (Bolomys) berlepschii Thomas, Akodon house, 236
3$,
36, 37, 3) 1$). 154. iJÍ Cavia porcellus(Linnaeus), 235
bonariensis Lesson v Garnot, Lasíurus Caviella australis joannia Thomas, 240
australis (Philippi), Dromiciops autralis.
borealis, 86, 94 Caviella australis nigriana Thomas, 240
35. i'
bonariensis Lesson y Garnot, Vespertilio, Cephaliolis taeniotis Refinesque, 95
australis (GeofTroy y D'Orbigny), Micro- 86 Cepus minimus Molina, 2 34
cavia, 340, 343
borealis (MüUer), Lasiurus, 85, 86, 87,
Cereus atacamensis Philippi, 280
australis (GeofTroy y D'Orbigny), Micro- 89, 90, 91, 94
ciliatus Fischer, Dasvpus, 1 16, 117
cavia australis, 240, 241 boxi Thomas, Lagidium, 344, 246
cinérea D'Orbigny, Edostoma, 40, 41
australis, Kerodon, 341 boxi Thomas, Lagidium viscacia, 244,
Austrocedruschilensis (D. Don), 147 24S, 246, 3JO cinérea Thomas, Abrocoma, 320, 321
Azara petiolaris Don, 165 bracbiotis Thomas, Abrothrix, 135 cinérea Thomas, Abrocoma cinérea, 320
334
'
cinercus (Beauvois), Lasiurus. 87, 89, Ctenomys robustus l^ilippi, 292, 293, Chinchillula sahamae Thomas, 219, 220,
9". 9'. 9} 294, 304. JOJ 25'
cinnamomea Philippi. Hesperomys doli- Ctenomys talarum fodax Pusconi, 306 Chinchilla velligera Prell, 256, 257
chonyx, 148, 149 cumingii Bennett, Octodon, 269, 270 chinchilloides (Waterhouse), Euneomys,
clivorum Thomas, Octodon, Í70 cumingii Philippi, Anarthrophyllum, 225, 229, 230
clivorum Thomas, Octodon degus, J69 229 chinchilloides (Waterhouse), Euneomys
cobaya Pallas, Cavia, 13$ cuniculoides Waterhouse, Reithrodon, chinchilloides, 226, 227. 229, 230
coccineum Forst, Embothrium, 147 22 I chinchilloides Waterhouse, Reithrodon,
coleu Desv., Chusquea, 36 cuniculoides Waterhouse, Reithrodon 22$, 226
Colletiaspinosa Lam., 310 auritus, 22 2 chiloensis Osgood, Notiomys valdivia-
Colliguaya adorifera Molina, 207 cuniculoides Waterhouse, Reithrodon ñus, 166, 167, 169, 170, 172
comes Thomas, Galea, 135 cuniculoides, 222 chiloensis (Waterhouse), Myolis, 66,
commutatus Philippi, Mus, 1J4, "5 cuniculoides Waterhouse, Reithrodon 67, 68, 69, 70
compacta Philippi, Laretia, 33 1
physodes, 22 i chiloensis Waterhouse, Myotis chiloen-
connectens Osgood, Chelemys, 179 cutleri Bennett, Cavia, 23J sis, 66, 68, 71
connectens Osgood, Notiomys. 178, cuviery Bennett, Lagotis, 244, 245 chiloensis Waterhouse. Vespertilio, 66,
Ctenomys opimus nigriceps, 302 Chinchilla mayor Trouessart, 2 $7 Didclphvsaustralis Philippi, 26, 28
Ctenomys opimus opimus Wagner, 302 chinchilla Osgood. Chinchilla chinchilla. Didelphis elegans Waterhouse, 12
Ctenomys pemix Philippi, 292, 293 chinchilla Ratt . Abrocoma. 3 ' ' Didelphis murinaLinn. 12
33$
Didelphissoricina Philippi, I2 Euneomys chinchilloides chinchilloides Galea comes Thomas, 23$
difTiisum Forst, Chiliotrichium, 147. (Waterhouse). 226. 227, IJ9, 2}0 Galea musteloides Meven, 13$. 236.
JJ9, J06 Euneomvs chinchilloides noei Mann. 237. 239. 240
diminutivus Philippi. Mus, 124, iJJ 226, 227, •229, 230, 2JI Galea musteloides musteloides Meven.
dinelli Thomas, Myotis, 66 Euneomys chinchilloides petersoni '35. 236. 238. 2j9
dolichonyx Philippi, Akodon andinus, Alien, 22$. 226. 227, 229, 230 gayana Philippi, Vigueira, 280
148. 149, $', >5'. 153 Euneomvs chinchilloides ultimus Tho- gavi Lataste. Vespertilio. 66. 67
dolichonyx Philippi, Hesperomys, 148, mas, 22$, 227. 229 Geranoetus melanoleucus. 272
149 Euneomys dabbenei Thomas. 2 26 germaini Philippi. Mus, 1
34. '
35
d'orbigny Waterhouse, Desmodus, 41 Euneomvs micropus aisus Thomas. 21 1 getulus Poeppig, Mvoxus, 269. 270
d'orbigni Waterhouse. Desmodus rotun- Euneomys mordax Thomas. 22$ glaphvrus Philippi, Mus, 124, 12$
dus, 41, 4],4S.46. 54 Euneomys noei Mann, 22$, 226, 227 glirinus Philippi, Hesperomvs, 199
dorsalis Filzinger, Myopoumus coypus, Euneomys petersoni Alien, 226, 227 gliroides (Gervais y D'Orbignv), Octo-
}62, 26} Euneomys ultimus Thomas, 2 2$. 2 26 dontomvs, 277, 278. 279. 290
Drimys winteri Forst, 147, 165, 184. Eupatorium salvia Colla. 16$, 277 gliroidesOsgood. Dromiciops australis.
277 Euphractus marginatus Wagler, 16 I 25. '8, 31
Dromiciops australis australis (Philippi), Euphractus scxcinctus Linnaeus, 11$, gliroides Thomas, Dromiciops, 2$, 26
'í. } I 18 gossei Thomas, Akodon, 148, 149
Dromiciops australis gliroides Osgood, Euphractus sexcinctus tucumanus Ca
25, 28, 3" brera, 1 1
$ ofla (Waterhouse), Mu 19$,
Dromiciops gliroides Osgood, 25, 26 Euschongastia Phyllotis Wharton, 220 196
Dromisiopsis australis Philippi, 11, 25. exiguus Philippi, Mus, 123. 12$ guígna Molina, Nocrifelis, 2 19
26, 27, 33 GuillinomvschilensisLesson, 262
ducilla Thomas, Hesperomvs, i8j Fabiana denudata Miers, 108, 221
ducilla Thomas, Hligmodontia, 185 Fabiana desértica Reich, 191, 221
Habrocoma bennetli Waterhouse, 3 1 1
144
ecaudatus Schinz, Rhinolophus, 41 riammarum Thomas. Reithrodon cunicu
Hesperomvs (Akodon) michaeUen
Edostoma cinérea D'Orhignv, 40. 41 loides. 2 2 2
Matschie. 166, 167
elegans Waterhouse tligmodontia. 193 llavescens Shaw. Otaria, 45
Hesperomvs boliviensis Waterhouse
elegans Philippi, Anarthrophyllum, 229 Havidior Thomas, Phvllotis (Auliscomvs)
208
elegans Waterhouse. Didelphis. í 2 boliviensis, 209
Hesperomvs (Calomys) bimaculatus v
elegans Waterhouse, Hesperomvs, 193 fodax Pusconi, Ctenomvs talarum, 306
lipidus Thomas, 18$
elegans Waterhouse, Marmosa, 11, 12, fodax Thomas, Ctenomvs, 305. 3o6
Hesperomvs (Calomvs) coppinger
13. 14, 1$. *, "7, 19. 20, 2 1, 22. foncki Philippi. Mus, 134, 13$
Thomas, 124, 12$
23, 24. 27, 28. 152 fossor (Thomas), Notiomvs valdivianus,
Hesperomys dolichonyx Philippi, 148
elegans Waterhouse. Marmosa elegans. 166
149
12, 14, 15, 16 francei Osgood, Akodon (Abrothrix)
Hesperomvs dolichonvx cinnamomea
Eligmodontia ducilla Thomas, 18$ longipilis, i$7. 159, 161
Philippi, 148, 149
Eligmodontia elegans Waterhouse. 193 Irancei Thomas, Akodon, i$7, i$8
Hesperomvs ducilla Thomas, (8$
Eligmodontia elegans morgani Alien. írancei Thomas. Akodon longipilis. 157.
Hesperomvs elegans Waterhouse, 193
192, '93 I $8. 162. 163
Hesperomvs glirinus Philippi, 199
Eligmodontia hirtipes jucunda Thomas, Irantzii Peters. Atalapha, 86
Hesperomys (Habrothrix) micropus
188 frantzii Peters, Lasiurus, 86
Waterhouse, 2 1 2
Eligmodontia morgani Alien, 192, 193 tueguinus Philippi, Ctenomvs, 30$
Eligmodontia puerulus (Philippi), 187. íueguinus Philippi, Ctenomys magella- Hesperomvs lanatus Philippi, 19$
188, 189, 190. 192. 193 nicus, 30$, 306. 307
Hesperomys lepidus Thomas, 18$, 186
Eligmodontia puerulus puerulus (Philip- fulvescens Osgood, Phyllotis darwiní, Hesperomys lepidus ducillus Thomas,
18$
pi), 188, 189 195, 196, 197, 200. 201. 202
Eligmodontia puerulus tarapacensis fulvus Philippi. Ctenomys. 292. 293. Hesperomys megalonix Waterhouse,
Mann, 188, 189 294, 29$, 297. 301. 307, 308, 309 167, 177, 179
Eligmodontia typus Cuvier, 192, 193 tulvus Philippi, Ctenomvs fulvus, 292, Hesperomys (Notiomvs) edwardsii
Eligmodontia typus morgani Alien, 192 293, 294. 296, 300 Thomas, 16$
Eligmodontia typus typus Cuvier, 192 fumipes Osgood, Phyllotis (Auliscomvs) Hesperomvs ((;)rvzomvs| longicaudatus
Embothrium coccineum Forst. 147 micropus, 211, 212 (Bennett), 12$
empetriíolia Lam.. Berberis. 147, 229. fumipes Osgood, Phyllotis (Loxodon- Hesperomys puerulus Philippi, 187, 188
306 tomys) micropus, 2 12, 2 1
3 hirtaOsgood, Akodon (Abrothrix) Ion
Empetrum rubrum Vah!.. 147. 229. 30b tuscoater Philippi, Mus, i$6, i$8 gipilis, 1$7, l$8, l$9. 161
Ephedra andina Poepp.. 207. 229 fuscus Burmeister. Desmodus, 41 hirta Thomas. Abrothrix hirta. $9 1
ericoides Dunal, Fabiana, 108 fuscus (Waterhouse), Aconaemvs, 2 88, hirtipes Thomas, Phvllotis, 188
Euncomvs (Auliscomvs) boliviensis 289. 290 hirtus Thomas, Akodon, i$7. i$8
Waterhouse, 208 fuscus (Waterhouse), Aconaemvs fuscus, hirtus Thomas, Akodon longipilis, i$7,
Funeomvs chinchilloides Waterhouse, 288, 289 i{8, ¡62, 163
22$, 229. 230 fuscus Waterhouse. Schizodon. 288 Histiotus laephotis Thomas. 81.82
336
Histiolus macrotus (Poeppig), 7J. 76, landbecki Phiiippi. Mus (Oxvmvcterus). macronyx Thomas, Notiomvs, 180, 181,
80, 81. 8}. 84. »f
1)4, I
H 182,18)
Histiotus macrotus macrotus (Poeppig). laniger Prell, Abrocoma. ) 1 1
macronyx Thomas, Notiomys megalonix,
80 laniger (Molina), Chinchilla, 256 257 78, 179
Histiotus montanus (Phiiippi v Land- 2í8
macrotus Dobson, Vesperugo, 81,83
beck), 75. 74. 7J. 7*. 77. 7*. 81. 85 laniger Molina, Mus, 256,
2J7 macrotus (Poeppig), Histiotus,
Histiotus mnnianus magellanicus Phiiip- lanosus Thomas, Akodon, 156 7j. 76.
80, 8], 82, 85
pi. 74. 76, 77 lanosus Thomas, Akodon (Abrothrix) macrotus (Poeppig), Histiotus macrotus
Histiotus velatus Gervais. 8 1, 84 longipilis, I {9, 161 80
hortensis Recd, Didelphis. J
lanosus
1
Thomas, Oxymvcterus 157 magellanica Lam,
huidobrius Molina. Castor, ?fc2 •
' '
Baccharis, 147, 229,
158 •
306
hvstrix Phiiippi, Adesmia, 108 Laretia compacta Phiiippi, ) 2 1
magellanica Lam. Maytenus, 147
Lasiurus borealis (Müller), 85, 86,
87. magellanicus Bennett, Ctenomvs,
304.
igne Urb v Gilg, Mentzelia. J8o *9. 90. 9 1. 94
306, )o7. 308, 310
illapelinus Phiiippi, Mus, 194, 196 Lasiurus borealis bonariensis [ esson v magellanicus Bennett. Ctenomys magel
imbrícala R. y Pav Fabiana. 206, ! 29 Gamot. 86, 94
,
lanicus. 304, 30J, 306
infans Phiiippi, Mus, 144, 14$ Lasiurus borealis salinae Thomas, 85
magellanicus Bennett, Mus, 124, i2{
Irenomys longicaudatus Phiiippi, 2 16 Lasiurus borealis varius Poeppig, 85
magellanicus (Bennett), Orvzomvs lon-
Irenomys tarsalis (Phiiippi), 215, 216, Lasiurus cinereus (Beauvoir), 87, 89, gicaudatus, 124, 127. 128, i)o
217 9i,92,9j
magellanicus Phiiippi, Histiotus monta
Irenomys tarsalis longicaudatus Phiiippi, Lasiurus cinereus villosissimus GeoflFroy,
ñus, 74, 76, 77, 79
2 ij, J16, 2 17, 2 18 9', 9'
magellanicus Phiiippi, Vespertilio,
Lasiurus frantzii Peters, 86 74
Irenomys tarsalis tarsalis Phiiippi, 2ij, magellanicus Phiiippi, Vesperus,
- Lasiurus gragy Torres, 9 74
216, 217, 218 1
magellanicus Alien, Oryzomys, I2j
lasiurus Schreber. Vespertilio, 85
magellanicum Poir, Ribes, 147
joannia Thomas, Caviella australis, 240 Lasiurus varius Alien., 86
marginalis D.C. Baccharis, 6!
Jubaea spectabilis Molina, 141 latifolius Engl, Schinus, i6j, 184,
277 marginatus Wagler, Euphractus, 16 1
337
iVíicrocavia australis (Geuffrov v D'Or murrayi Wolffsohn, Abrocoma hcnnelli, Mus philippi Landbeck, 124. 125
i.igny), 240, 34J )H. }), i"5, 1'9 MusphysodesOlfers. 221
Microcavia australis australis ( Cieotírov Mus agilis Philippi. 124. 125 Mus platvtarsus Philippi, 194, 19(>
V D'Orbignv), 24°. ¡4' Mus amblyrrhynchus Philippi. 124. 125 Mus porcellus Linnaeus, 2 35
Microcavia tvpus Gei^ais v Ameghino, Mus andinus Philippi. 148, 149 Mus porcinus Philippi. 156. 158
240, 142 Mus atralus Philippi, 34, 135
1 Muspsilurus Philippi. 1
33
microphylla Forsl, Berberis, 229, joé Mus auritus Desmarest, 2 2 1
Mus puerulus Philippi, 188
micropus Watcrhouse, Akodon, 2 1 Mus brachiotis Waterhouse, 34, 1 1
35, Mus rcnggeri Waterhouse. 13), 13$
micropus Waterhouse, Auliscomys mi* 138 Mus (Rhipidomys) araucanus Philippi,
cropus, 2 1 2 Mus brachvtarsus Philippi, 156. 158 "4. "25
micropus Waterhouse, Hesperomvs Mus brevicaudatus Philippi, 34, 3$ 1 1 Mus ruficaudus Philippi, 34, 35 1 1
(Habrothrix). 2 1 ¡ Mus bimaculatus Waterhouse, 185 Mus rupestris Gervais. 195. 196
micropus Waterhouse. Mus. 2 1 1 Mus bodeckeri Philippi, 195, 196 Mus saltator Philippi. 123. 125
micropus (Waterhouse). Phyllotis, 211. Mus campestris Philippi, 194, 196 Mus segethi Philippi, 194. 196
21), 214 Mus canescens Waterhouse, 144 Mus tarsalis Philippi. 215
micropus Waterhouse, Phyllotis (Aulis Mus capito Philippi, 195, 196 Mus trichntis Philippi. 134. 135
comys) micropus, 212 Mus commutatus Philippi, 124, 125 Mus vinealis Philippi, 134. '35
micropus (Waterhouse), Phyllotis Muscoypus Molina, 262. 263 Mus xanthopygus Waterhouse. 196
(Loxodontomvs), 211, 212 Muscvanus Molina, 282, 283 Mus xanthorhinus (Waterhouse). '44
micropus (Waterhouse), Phyllotis Mus chonaticus Philippi. 134. 135 Mus zanthopus Philippi. '34. 135 I
(Loxodonlomys) micropus, 2 2 1 Musdarwini Waterhouse. 193. 194. 196 musteloides Meven. Galea. 235, 2 36,^
microtis Alien, Oxymycterus, 166. 167 Mus dichrous Philippi, 194, 196 237, 239. 240
microtis Philippi, Mus, 178, 179 Mus diminutivus Philippi, 124, 125 musteloides Meven. Galea musteloides,
microtis (Philippi), Notiomys, 182, Mus dolichonyx cinnamomea (Philippi), 235, 23*, 238, 239
183 '49 Myocastor coypus (Molina), 262, 263,
microtis (Philippi), Notiomvs megalo Mus dumetorum Philippi, 124, 125, 158 264, 265, 266
nix, 178, '79 Mus elegans, 193 Myocastor covpus coypus ( Molina), 262,
miersii Kosterm, Bielschmiedia. 141. Mus exiguus Philippi, 123, 125 263, 265
165, 184, 277 Musfoncki Philippi, 134, 135 Myocastor coypus melanops Osgood,
minimus Molina, Cepus, 235 Mus fuscoater Philippi. 156. 158 263, 265
minutus Desmarest, Dasypus, 116, 117 Mus germaini Philippi. 134. 135 Myopotamus covpus Molina), 263 (
minutus Ameghino, Zaedyus, 7 i 1 Mus glaphvrus Philippi. 124. 125 Mvopotamus coypus albomaculatus Fit-
miticjue Lendt, Podanthus, ib¡, 277 Mus griseoflavus (Waterhouse), 19S, <9*> zinger, 262, 263
mizurus Thomas, Oryzomys magellani- Mus illapelinus Philippi, 194, 196 Myopotamus covpus dorsalis Fiízinger,
cus. 124, 12$, 127 Mus infans Philippi. 144, 145 262, 263
mochae Philippi, Akodon otivaceus, 1
)4, Mus laniger Molina, 256, 257 Myotis chiloensis (Waterhouse», 66, 67,
')5. 1J9 Mus lepturus Philippi, 133, 1)5 68, 69, 70
mochae Philippi, Mus, 134, 13$ Mus lungibarbus Philippi, 134, 135 Myotis chiloensis arescens Osgood, 66,
modestior Thomas, Abrothrix sufTusus, Mus longicaudatus Bennett, 1 2 3 67, 68, 71
'$9 Mus Waterhouse, 156, 158
longipilis Myotis chiloensis atacamensis Lataste,
moerens Thomas, Abrothrix hirta, i$9 Mus macrocercus Philippi, 123, 125, 66, 67, 68, 69, 7 1
338
noei Mann, Euneomys chinchilloides, Octodon clivorum Thomas, 270 pallidus Philippi, Ctenomys, 292, 293
3J6, 217, 2¡9. 'J I
Octodon cumíngii Bennett, 269. 270 pallidus Wagner, Octodon, 2*9
Nothophigus antárctica Oerst., 147 Octodon cumingii Bennett v. peruana palustrisHarban, Mus, 2 3 1
des, 322 pachvcephalus Philippi, Reithrodon 195. '9*. '97. 200. 201. 202
Octodon bridgesi Waterhouse, 270, 271, phvsodcs, 221, 222 Phvllotis darwini vaccarum Thomas.
27$, 17*. 277, )1J pallidior, Marmosa elegans, $ '94. '9$. 19*. '97. 200. 201
119
Phyliotis darwini xanthopygus (Water raphanurus Osgood, Rincholestes, 11. Schinus latifolius Engl-, 165, 184. 277
house). 196. 197. 20", 202 J8. }9 Schizodon fuscus Waterhouse. 288
Phyliotis hirtipesThomas, 188 Reithrodon auritus cuniculoides Water schnablii Peters. Amorphochilus. 58,
Phyliotis (Lonxodonlomys) micropus house, 222 $9. 60, 6 i, 62, 63, 64, 6;
(Waterhouse), 211,212 Reithrodon chinchilloides Waterhouse, Sciurus degus Molina, 269. 270
Phyliotis (Lonxodontomys) micropus 225, 226 segethii Peters, Vesperus, 7 3
fumipes Osgood. 212, 2 1 j Reithrodon cuniculoides Waterhouse. segethi Philippi, Mus, 194, 196
Phyliotis ( Loxondontomys) micropus 22 I sexcinctus Linnaeus, Dasypus, i 1$
micropus (Waterhouse). 112 Reithrodon cuniculoides cuniculoides senilis Philippi, Mus (Oxymycterus),
Phyliotismicropus (Waterhouse). lii. Waterhouse, 222 I
J4. lU
21}. 214 Reithrodon cuniculoides flammarum sexcinctus Linnaeus. Euphractus, 115,
Phyliotis oreigenus Cabrera. 19$ Thomas, 222 1 18
Phyliotis oscilae Alien, 206 Reithrodon cuniculoides obscurus Alien, simonsi Thomas. Noctodon. 277, 278
Phyliotis osgoodi Mann, 194. 20$ 222 Skytanthus acutus Meyen, 26o
Phyliotis xanthopygus Grav. 196, 197 Reithrodon hatcheri Alien, 222 soricina Philippi, Didelphis, 1
phyliotis Wharlon, Euschongastia, 220 Reithrodon longicaudatus Philippi. 21$, soricina Philippi, Marmosa elegans. i2,
poepingii Lesson, Nvcticius. 8j, 86, 88 robustus Philippi, Ctenomys fulvus. sufFusa Thomas. Akodon (Abrothrix)
poeppiggii Filzinger, Plecotus, 80. 81 292. 29}, 294, 296, 298 longipilis. 1Í7. 158. 159
poeppigi Wagler, Spalacopus, 281, 282, rubrum Vahl , Fmpetrum, 147. 229. suffusus Thomas, Akodon. 1J7, 158
28} }06 suíFusus Thomas, Akodon longipilis, i$7,
Podanthus mitiqui Lindl. 16$, 377 ruOcaudus Philippi, Mus, 34, 3S 1 1 ¡{8. 162, 16)
Polyachyrus tarapacanus Philippi. 280 rufus Wied-, Desmodus, 40, 41
Polyiepis incana. }2i rugosus D'Orbigny. Molosus, 95 tabanus Thomas, Spalacopus, 282. 28}
porcellus ( Linnaeus), Cavia, 2)2 rupestris Gervais. Mus, 19$. '9* tabanus Thomas. Spalacopus cvanus, 283.
porcellus Linnaeus. Mus, 2)$ rupestris Gervais, Phyliotis darwini, 28s
porcinus Philippi, Mus, [$6, I0 "9$. i9<>. "97. 200. 201, 202 Tadarida brasiliensis (GeofTrov), 9$, 96,
Porlieriachilensis Johnst, 207 rotundus (Geoííroy), Phyllostoma, 41 97. 99. 100, 101
porteri Thomas, Aconaemys. 288, 289 rotundus (GeoíFroy), Desmarest rotun taeniotis Refinesque, Cephaliotis, 9í
porteri Thomas, Aconaemys fuscus, 288, dus. 41 tamarugo Philippi, Prossopis, 295, 297
189 rotundus (GeofTrov), Desmodus, 41, 4'. tarapacanus Philippi, Polvachyrus, 280
Proposischilensis Struntz, 26o tarapacensis Mann, Eligmodontia pueru-
Prossopis tamarugo Philippi, 295, 297 lus, 188. 189
Thomas Lustra, 262
provocax,
sahamae Thomas, Chinchillula, 219. 230, tarsalis (Philippi), Irenomvs. 21$, 216,
Psammomvs noctivagus Poeppig. 282.
2$1 217
28} tarsalis Philippi, Irenomvs tarsalis, 21$,
salinae Thomas, Lasiurus borealis, 8{
Psammoryctesater Schinz. 282 salvia Colla, Fupatorium, i6j. 277 2 i£, 2 17, 2 18
Psila boliviensis Weed. 280 tarsalis Philippi, Mus, 2
saltator Philippi, Mus, i2}, 12$ 1
$
psilurus Philippi, Mus, 13} Tessariaabsinthioides Hook, 297, joo
sanborni Osgood, Akodon (Abrothrix).
puerulus (Philippi). Fligmodontia, tola Philippi, Baccharis, 108, 191. 221
'$7, IÍ9, <6i
187, 188, 189. 190, 191. 192. 19} tontalis Thomas, Lagidium, 24$
sanborni Osgood, Akodon (Abrothrix)
puerulus (Philippi), Fligmodontia pue Trevoa Irinervis Miers, } 2 1
Longipilis, I
{9
rulus. 188. 189 trichotis Philippi. Mus. IJJ, 1J4
sanborni Osgood, Akodon longipilis.
puerulus Philippi, Hesperomys. 187,
i$7. "I8, 162, 163 trinervis Bert, Valcn¿uela. 15}, 207
188 trinervis Miers, Trevoa, 32
santelices Philippi, Baccharis, 108. 191. 1
340
typus Cuvier, Eligmodontia typus, 192 villosissimus Geoffroy, Lasiurus cine- vinealis Philippi, Mus, '34, '35
typus Gervais y Ameghino, Microcavia, reus, 91,92 viscacia (Molina), Lagidium, 244, 245,
240, 242 Vespertilio atacamensis Lataste, 66, 67 246, 247, 248, 249, 251, 252
ultimus Thomas, Euneomys, 225, 226 Vespertilio bonariensis Lesson y Garnot, viscacia (Molina), Lagidium viscacia,
167, 168, 169. 170, 171, "72. '73. Vespertilio montanus Philippi y Land-
wolffsohni Osgood, Lagidium viscacia,
174, 176, 177, 180, 184 beck, 73
24$, 24*. 2$o
valdivianus (Philippi), Notiomys valdi-
Vespertilio velatus Gervais, 8 i wolffsohni (Thomas), Lagidium, 244
vianus, 166, 167, 172
Vespertilio villosissimus Geoffroy, 91. wolffsohni Thomas, Phyllotis, 206
valdivianus Phylippi, Oxymycterus, 166,
93 wolffsohni Thomas, Viscacia, 244
167
Vesperugo macrotus Dobson, 81,83 xanthopygus Waterhouse, Mus, 196
Valenzuela trinervis Bert., 153. 207 xanthopygus Grav, Phyllotis, 196, 197
Vesperugo montanus Philippi, 74
varia Dobson, Atalaphá novebor xanthorhinus (Waterhouse), Akodon,
Vesperus montanus Philippi, 74
Vesperus magellanicus Philippi, 74 144, '4$. '4*
1 Peters, Atalaphá, 86 Vesperus segethii Peters, 73 xanthorhinus (Waterhouse), Akodon
js Poeppig, Lasiurus, 85, 96 vestitus Thomas, Chelemvs, 179 xanthorhinus, 144, 14$, 146, 147
varius Poeppig, Myticius, 8j vestitus Thomas, Notiomys. 182, 18) xanthorhinus (Waterhouse), Mus, 144
varius Poeppig, Nycticius, 86 vestitus Thomas, Akodon (Chelemvs), xanthorhinus (Waterhouse), Phyllotis
velatus Gervais, Histiotus, 8 i, 84 178, 179 darwini, 196, 197, 201, 202
velatus Gervais, Vespertilio, 8 i
vestitus Thomas, Notiomys macronix,
velligcra Osgood, Chinchilla chinchilla. yucanensis (Dalquest), Myotis, 73
'79
257, 26o, 261, 258, 259
vestitus Thomas, Notiomys megalonix, Zaedyus minutus Ameghino,
velligcra Prell., Chinchilla, 256, 257 7 1 1
341
índice de nombres vulgares
Coipo, 263, 265, 267. 274 Lobo de mar, 4{ Ratón topo, 176, 177
Colocólo, 13 Ratón topo del matorral, 1 78
Comadreja, 13, 28, 30, 31, 31 Ratón topo de la selva, 167
Coruro, 283, 306 Monito del monte, 25, 26, 28, 31, 32 Ratoncitos, (6 1
Cui chico de la pampa, 240 80, 85, 89, 93, 96, 97, 99, 100, 101,
Cui chico del Sur, 241 103, 105 Soco. 278
Cui doméstico, 235 Murciélago cola de ratón, 9í, 102 Soricidos, }8
Cuis, 236 Murciélago colorado, 8{, 86, 89, 91,93
Cuisc, 236 Murciélago común, 9i, 96, 97, 102, 105 Tatúes, 1 06
Cuy, 237, 241, 2$8 Murciélago gris, 9 1
Trucha, 1 jo
Cuyeita, 283 Murciélago orejas de ratón, 66 Tnco-tuco, 292, 297, 299
Murciélago orejudo, 73,86.89,91,93 Tuco-tuco de la Pampa del Tamarugal,
Degü, 270, 271, 272, 273. 275, 276 Musaraña, 38 293
Degú de las montañas, 276 Tuco -tuco de la Puna, }o3
Tuco-tuco del Maule, 308, J09, 310
Gatos monteses, 321 Tuco-tuco del Norte, 292
Guanque, 283 Tunduco. 288
Guarén, ] i Orejón, 80
Orejudo de la Puna, 205
Vampiro chileno, 41. 42. 44, 4$. 47, 48,
Kunguuma, 1
Pequenes, 273 Vizcacha de la sierra, 246
3
Perezoso, 06 1
342
1
369 PB - 135
96 198115
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